sábado, 31 de diciembre de 2011

La Era Hispánica. ¡Feliz año 2050!

Hubo una época, que durante muchos años se uso en España y en otras zonas del antiguo Imperio Romano, la llamada Era Hispánica. Esta era se inicia en el 38 a.C., por lo que tras las doce de la noche de hoy entraríamos en el año 2050. Durante mucho tiempo se afirmó que el emperador Augusto inició este computo por haber conseguido la pacificación de Hispania, pero lo cierto es que ese año no coincide en nada con las Guerras Cántabras que marcan la última resistencia hispana a Roma, así que no se sabe que motivo el inicio de esta era, que se había relacionado con la belicosidad de España.
De la importancia de esta era para los documentos medievales, da muestra que su uso se prolongó durante más de mil años. Los primeros en aceptar la nueva era cristiana para datar los documentos, fueron los condados catalanes en 1180. En Castilla se extendió hasta 1383, en Portugal hasta 1422 y en Navarra aún permaneció hasta mediados del siglo XV. La mismísima Tizona tiene una inscripción con esta era, pues dice estar hecha en 1040, que es el 1002 de la era actual.
Una pena no saber que fue lo que marcó el inicio de esta fecha, pero esta clara su importancia para nuestra historia y por ello no debemos olvidarla. ¡FELIZ AÑO 2050 DE LA ERA HISPÁNICA!
Alegoría de la Diosa HISPANIA

martes, 13 de diciembre de 2011

Kudia Tahar, el Combate de las Laureadas.

Una de las acciones bélicas más famosas de la historia militar española en África, es sin duda el desembarco en Alhucemas y las posteriores operaciones para recuperar el terreno perdido tras el desastre de Annual y el retroceso a la “Línea Estella” ordenado por Primo de Rivera. Aunque el lugar de desembarco no estaba claro, era un secreto a voces que los españoles iban a realizar una gran invasión al Rif entrando por la Bahía de Alhucemas, y eso Abd el Krim lo sabía bien y movió sus cartas. Su apuesta fue intentar la toma de Tetuán, que en la época era un importante centro neurálgico de los intereses españoles. Sabía el líder de los rifeños que si esta ciudad caía, los españoles tendrían que frenar sus intenciones en Alhucemas y centrarse en recuperar la ciudad. Tetuán, como las otras ciudades españolas del norte de África, se encontraba protegida por un cinturón de posiciones, más o menos lejanas, que servían de escudo a la urbe. De todas ellas, la más importante por su situación estratégica, era Kudia Tahar. Esta era el enlace clave con otras posiciones del macizo de Gorgues y Ben Karrich a través de fortificaciones, más pequeñas y débiles, las cuales se extendían por los Tazarines y Nator. Abd el Krim estaba convencido con razón, de que si tomaba Kudia Tahar, el resto de posiciones caerían como fichas de dómino, igual que ya paso en Annual. De esta manera, el paso hacia Tetuán estaría franco para sus fuerzas. Además, Abd el Krim sabía que las mejores unidades españolas se encontraban concentradas para desembarcar en Alhucemas.
Es así como, el día 3 de septiembre, cinco días antes del desembarco español, los rifeños de la kábila de Beni Hosmar, desde el collado de Dar Raid, ponen sitio a Kudia Tahar. En aquellos momentos la posición estaba protegida por una escasa guarnición de 130 hombres del Regimiento Infante nº 5, una batería de 70/16 y un destacamento de telegrafistas. El jefe de la posición era el Capitán Gómez Zaracíbar. Desde primera hora del día, los españoles sufren fuego de fusilería, de cañón y de mortero. Las tiendas se incendiaron y se hundió el parapeto de la posición tras este primer ataque, después del cual los rifeños llegaron hasta las alambradas, donde fueron rechazados por los españoles. A la jornada siguiente empeoró la situación, pues el agua y los víveres se agotaron enseguida. No cesaron los ataques de un enemigo mucho más numeroso, que además impedía la llegada de ayuda desde el exterior. Lo trágico de lo que estaba ocurriendo queda de manifiesto en el hecho de que los españoles, por no poder enterrar a sus muertos, tenían que dejarlos entre el parapeto y la alambrada. El propio Capitán Zaracíbar, que había demostrado un gran liderazgo y valentía a la hora de organizar la defensa de Kudia Tahar, fue herido de muerte el día 5 por un disparo.
Será en la madrugada del día 8 cuando llegue algo de esperanza, ya que ese día por fin se consigue llevar suministros a la posición. Los protagonistas de la hazaña serán 50 hombres de Regulares de Ceuta al mando del Teniente Muntané, que además no sufren ninguna baja. Muy distinta será la salida de la posición, pues esta vez son descubiertos y han de refugiarse en una pequeña posición adyacente llamada Tienda Fortificada.
Enterado Primo de Rivera de lo que sucedía tan cerca de Tetuán, decidió enviar el día 8 a Ceuta la II y la III Bandera del Tercio, comandadas por el Teniente Coronel Balmes. Estas habían embarcado el día 5 en Melilla y habían llegado al frente de la Bahía de Alhucemas tras realizar unas acciones ofensivas de distracción en Sidi Dris y el Cabo Quilates. A ellas se sumó un tabor de Regulares de Melilla al mando del Comandante Romagosa. Estas fuerzas llegaron el día 10 a Ceuta y desde allí se dirigieron en tren hacia Tetuán. Las instrucciones que llevaban del propio General Primo de Rivera, merece la pena transcribirlas:

Situación del enemigo.-Frente a Kudia-Tahar, como a 1500 metros, dos piezas y algunos tiradores. En el origen del barrando de Asaadel un núcleo enemigo; otros tres en los poblados de este nombre, en los de Dar-Gazi y Dar-Halkay en dos bosques cercanos a ellos, todos en la barrancada formada por los Tuabs, los Artitis y Hafa-el-Ma. Además, núcleos pequeños en cuevas, barrancadas transversales y castilletes rocosos. Es decir, un barranco grande ocupado en todos sus accidentes por grupos enemigos y principalmente los pueblos de Dar-Gazi y Asaadel.


Plan de la operación.-Ocupadas por nosotros las dos cresterías de Hafa-el-Ma y los Tuabs. Imposible enlazar el frente por las trincheras del enemigo, procede ir barriendo éste de abajo arriba, muy lentamente, con mucha sagacidad, empleando las bombas de mano y los morteros. Antes se hará una acción artillera intensa y breve.

Es esencial no dejarse atrás sin reconocer ni ocupar nada, o por lo menos sujetar por pequeños grupos propios.

Aviación tiene limitada su acción dentro del barranco. La artillería de Hafa-el-Ma y los obuses de Gorgues auxiliarán el avance.

Las fuerzas de los Tuabs y de Hafa-el-Ma han de guardar los flancos de la línea que avance por el fondo y las laderas del barranco.

En resumen, se trata de un combate casi individual, accidente por accidente y grupo por grupo, en que no se debe dejar enemigo atrás ni a los costados, aunque se avance menos, y reconocerlo todo muy bien, bomba en mano: aduares, bosques, cuevas, grupos de rocas y permanecer en todo lo que se ocupe.

Antes de la una debe estar consolidado lo conquistado para prevenir una reacción, preparando cada grupo el accidente en que se haya hecho fuerte y en el cual debe defenderse.

La aviación mientras tanto batirá el frente de Kudia-Tahar para evitar ser atacada.

Ben Karrich cuidará del frente de Zinat y de Menkal.

Espero que soldados tan bravos como los del Tercio resolverán esta situación y liberarán Kudia-Tahar, que lleva siete días de heroica e insuperable defensa”.

Foto aérea de la posición de Kudia Tahar

Junto a la citada columna manda por el Teniente Coronel Balmes, habría otras dos, dirigidas por el Coronel Fanjul y el Coronel Preteger. Las tres quedarían a las órdenes del General Federico Sousa. Balmes, con sus dos Banderas, reforzadas con el tabor, tendría la misión de limpiar de enemigos el barranco de Sekin por Dar-Halka y Dar-Gazi y batirse en las inmediaciones de Kudia Tahar, cuyos accesos dominaba dicho barranco.
El día 11, a las 8:30 de la mañana se iniciaba la acción española desde los Artitis. La II Bandera avanzó por el flanco derecho y por la ladera de Hafa-el-Ma. La III Bandera por el centro y más retrasada, constituyendo la reserva por el fondo del barranco de Sekin. No se encontró resistencia hasta la llegada a la entrada del barranco de Sekin, clave en la operación como se ha visto. Lo complicado del terreno y el nutrido fuego enemigo dificultaba en demasía el avance español, que aún veía lejos la población de Dar-Halka. Se vivaqueo y se fortificó la zona tras decidirse parar sobre el terreno para continuar nada más amanecer el día 12. Pronto se toma el poblado sin resistencia y las kudias que dominaban Dar-Gazi, donde si había presencia enemiga. Una vez fijada, la 5ª Compañía de la II Bandera queda en una altura dando frente al dispositivo español, mientras que la 14ª Cía. Enlaza por la izquierda con el Tabor. Por su parte la III Bandera avanzó por la derecha para ocupar un monte que dominaba Dar-Gazí, con el refuerzo de la 4ª Cía. de la II Bandera. A las 16:00 se inicia el asalto del Tabor sobre un bosque y unas casas próximas al poblado; y toda la III Bandera más la 4ª y 15ª Cía. de la II Bandera sobre las casa más próximas. En este movimiento destacó el Teniente José Martínez Anglada, que con 20 hombres de estas dos compañías, fue el primero en entrar al asalto en las casa enemigas y entablando una violenta lucha. El Comandante Francisco García Escamez y el Teniente Arturo López Maraver no se quedarían detrás en valor y acometividad. La lucha en Dar-Gazi fue brutal, se hubo de ganar casa a casa y se hizo con muy pocos tiros de fusil, casi exclusivamente a la bayoneta y con granadas de mano. Fue una dura jornada, tras la cual se fortificaron en el pueblo. El Tercio había perdido al Teniente Inocencio del Real y a 28 legionarios, además de 4 oficiales heridos y 78 legionarios. El mismo Teniente Coronel Balmes sufrió una herida leve.
El día 13, tras diez duros días de asedio, se consiguió liberar Kudia Tahar. Se liberaron también las posiciones vecinas, como la de Tienda Fortificada, donde resistían aquellos regulares mandados por Muntané. En las más cercanas a Kudia Tahar quedó la II Bandera y el Tabor de guarnición; mientras que la III Bandera tras preparar el asalto con ametralladoras y morteros, recuperó las restantes en las que quedaba presencia enemiga.
Una vez más, el novel Tercio, la Legión, se cubría de gloria, dejando sobre aquellas tierras que rodeaban Kudia Tahar la sangre de 8 oficiales y 136 legionarios entre muertos y heridos.
El día 14 las fuerzas libertadoras desfilan por Tetuán, para seguidamente embarcar las dos Banderas del Tercio rumbo a Alhucemas, donde más gloria y nuevos combates las aguardaban.
La prensa española se hizo eco de esta hazaña, en especial el diario ABC, que como recoge el libro de historia “LA LEGIÓN, 50 AÑOS DE HISTORIA”, en su edición del 26 de diciembre describía así los hechos:

“Uno de los episodios más interesantes en la operación de Kudia Tahar fue el asalto a Dar Gazi, base decisiva del combate”.
“Se llevaba luchando todo el día, separando a los combatientes una distancia de 50 metros que no se podía salvar por el fuego eficaz y persistente del enemigo. Era necesario resolver la situación antes de que oscureciera, pues en este caso quedaría dificílisima en lo más abrupto del terreno y en las inmediaciones de Dar Gazi, convertido en un fuerte con una guarnición”.
"El Teniente Coronel Balmes ordenó que cesara el ataque. García Escámez, Comandante de la Tercera Bandera, pidió voluntarios para asaltar el caserío, presentándose veinticuatro legionarios con los Tenientes Maraver, Anglada y Ceballos, estos dos de la Segunda Bandera. Avanzó esta pequeña tropilla muy decidida y pegada al terreno hasta situarse bajo las tapias de Dar Gazi, en cuyo interior hervían los rebeldes.
Las primeras bombas de mano, arrojadas por encima de los tapiales inesperadamente, produjeron efecto indescriptible. Los moros saltaron al borde de la tapia, pero los legionarios, con fuego de fusil, los iban derribando. Así transcurrieron varias horas. Nuestros legionarios metiéndoles sus granadas, pegados a las tapias, cercándoles, y los rebeldes, sin poder salir, sirviéndoles el caserío, que tan cuidadosamente habían fortificado, de cárcel y sepulcro.El guión de la Tercera Bandera, que representa un tigre, está todo manchado de sangre de los que lo llevaron. Era portador de él el Sargento Riego, gallego, tipo del verdadero militar, sereno y valiente, y del que Balmes, los Jefes, Oficiales y legionarios hacen grandes elogios. Murió cuando cargaba impetuosamente. Recibió un balazo en la cabeza y cayó fuertemente abrazado a su Guión, que le arrancó inmediatamente, alzándolo en alto, otro Sargento, Beistegui, que, con él, avanzó llegando hasta la casa donde también fue muerto. Lo recogió entonces el Sargento Ramos, quien sostuvo violenta lucha cuerpo a cuerpo con un rebelde. Abrazados los dos y con el guión en medio, cayeron rodando por una chumbera. Por fin, Ramos arrancó la gumía al moro, matándolo.

Al entrar el Comandante García Escámez en la casa, un enemigo lo encañonó, mientras aquél recogía su fusil; pero un gastador mató al moro muriendo también él a los pocos momentos. Cuantos quedaron ilesos en este asalto han sido ascendidos.

Una prueba del elevadísimo espíritu que les anima es que, al desfilar las Banderas por el Hospital O'Donnell, se escaparon los legionarios Tejero, Sagredo y Nicasio González, heridos todos en Kudia Tahar, el último tres veces, incorporándose a su Bandera”.

Pero, lo que de verdad muestra lo encarnizado de los combates para liberar Kudia Tahar, es que a esta operación se la llamó “El Combate de las Laureadas”. Este nombre se le da sobre todo por la lucha del día 12 en Dar-Gazi, donde tres valientes consiguieron la preciada condecoración.
El Comandante Escamez ya como General.
El de mayor graduación fue el jefe de la II Bandera, el ya citado Comandante Francisco García Escamez e Iniesta. Este encabezó un asalto a la bayoneta con 25 legionarios voluntarios. Tuvo 12 bajas, pero le hizo 100 muertos al enemigo.
Otro laureado fue el jefe de la unidad de Regulares que participó, concretamente el jefe de la 3ª Cía. de Regulares de Melilla, el Capitán Miguel Rodrigo Martínez, que a la cabeza de sus tropas limpio el bosque y los montes cercanos a la población de un numeroso enemigo.
El último laureado de la gloriosa jornada fue el Teniente jefe de la 4ª Cía. de la II Bandera, José Martínez Anglada, del que también ya hemos escrito y descrito su acción. Pero, concretamente, lo que le valió la recompensa fue, cuando, armado tan solo de su pistola, se enfrento en desigual combate cuerpo a cuerpo con cuatro rifeños, de los que consiguió matar a tres y hacer huir al cuarto.
Al margen de las laureadas de este combate, por acciones en el resto de jornadas hubo otras seis Laureadas y doce Medallas Militares Individuales, lo que da idea de lo fue el auxilio a Kudia Tahar. Todas estas están recogidas y descritas en un magnífico libro de reciente edición, que además nos ha servido mucho para la redacción de este artículo, y que no es otro que el de Antonio García Moya, “Antonio Navarro Miegimolle, Héroe de la Legión”, de la editorial Almena.
Los otros laureados fueron: Teniente de Artillería Joaquín Fuentes Pila, condecorado también con la Medalla Militar Individual. Teniente de Infantería Antonio Nombela Tomasich. El ya nombrado Teniente de Infantería de Regulares Bartolomé Muntané Civici. El también referenciando Capitán del Regimiento Infante nº 5, José Gómez Zaracíbar, que además recibió también con la Medalla Militar Individual. Teniente de Ingenieros Ángel Sevillano Cousillas, condecorado también con la Medalla Militar Individual. Y por último, el Sargento del Regimiento Infante nº 5 Mariano Azcoz Cabañero.
Los recompensados con la Medalla Militar Individual fueron: Teniente Coronel de Infantería Buenaventura Hernández Francés. Teniente de Infantería Rafael Arjona Alonso. Teniente de Infantería Carlos Ocasar Blanco. Teniente de Infantería Pedro Manjón Palacios. Teniente de Infantería Fernando Sanz Arana. Teniente de Intendencia Miguel García-Almenta y Gutiérrez. Alférez de Infantería Florencio Yagüe Romero. Alférez de Infantería José Soler Lacambra. Y Alférez de Infantería Ramón Tejel Bes.

-Bibliografía:
-“Antonio Navarro Miegimolle, Héroe de la Legión” de Antonio García Moya.
-“LA LEGIÓN ESPAÑOLA, 50 AÑOS DE HISTORIA” de VV.AA.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

El Milagro de Empel. La Inmaculada patrona de la Infantería Española.

El 8 de Diciembre, fiesta nacional, se celebra en toda España la Inmaculada Concepción, patrona de nuestra nación desde que en 1760, Carlos III, consiguiera la bula papal “Quantum Ornamenti” de Clemente XIII. Pero, a su vez, la Inmaculada es la patrona del arma más gloriosa del mundo, la Infantería Española. Aunque no fue proclamada como tal hasta 1892, se la venera como protectora del arma desde un lejano 1585, cuando se produjo el Milagro de Empel.


Mapa alemán  de la isla de Bomel donde el monte Empel figura como Empleu
  Los hechos sucedieron en la Guerra de los Ochenta Años, en Flandes, allí donde se derramó tanta sangre española. Una de las principales fuentes sobre lo que sucedió, y en la que basaremos este relato, son los Anales del Capitán Alonso Vázquez.
Corría el 22 de Noviembre de aquel mítico año, cuando partía de Alost el conde Carlos de Mansfelt con tres Tercios españoles, los del Cristóbal de Mondragón, Francisco de Bobadilla y el de Agustín Iñiguez, llevando en total 61 banderas, además de una Compañía de arcabuceros a caballo mandada por el Capitán Juan García de Toledo. Una vez llegó a Bolduque hizo embarcar a las tropas para atravesar el río Mosa y dirigirse a la isla de Bomel bajo el mando único de Francisco de Bobadilla. El objetivo de esta maniobra –ordenada por el gobernador de los Países Bajos, el gran Alejandro Farnesio-, era cerrar el tráfico del río para que no llegaran refuerzos y suministros a la villa de Grave que deseaba tomar. Lo que no sabían los españoles es que se acababan de meter en una trampa mortal. Enterados los rebeldes holandeses de este movimiento, organizaron una escuadra de 200 naves muy bien armadas e inmediatamente cercaron a los españoles en la isla. Aunque Francisco de Bobadilla, que era un buen estratega, colocó hombres por toda la isla para defenderse de los ataques de la flota rebelde; no pudo evitar que estos comenzaran a destruir los diques del río Mosa, que transcurría a un nivel más alto que la isla. De esta manera, los españoles se vieron anegados por las aguas y tuvieron que concentrarse en un pequeño monte de 50 metros, Empel. Alejandro Farnesio tenía noticias de lo que pasaba en Bomel y no tardó en enviar refuerzos, pero el cerco de la armada rebelde era impenetrable tras la inundación. Tampoco fructifican los intentos desde dentro de lo que queda de isla. Pese a todo se consigue ocupar una pequeña isleta vecina y colocar dos cañones, mientras que Juan del Águila no deja de hostigar y hacer daño a los rebeldes desde el exterior. El Conde de Mansfelt consigue unas cuantas barcas para ir a rescatar a los sitiados, pero los rebeldes las localizan y acaban siendo pasto del fuego. La situación se vuelve cada vez más desesperada, los alimentos escasean y el frío es muy intenso. Los holandeses ofrecen a Bobadilla una rendición honrosa a los que este contesta con una frase para la historia:

“Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos”

Francisco de Bobadilla
Llega el 7 de Diciembre y Bobadilla reúne a todos sus capitanes y soldados para animarlos. De su discurso destacamos este curioso fragmento:

“por último remedio y más acertado, que volviesen todos sus corazones á Dios y le llamasen, suplicándole no fuesen parte sus muchos pecados y culpas para que dejase de mirar con sus ojos de misericordia aquellas pobres almas y banderas católicas que habian peleado por defender su santa Iglesia romana, y que les amonestaba y requeria olvidasen las cosas de este mundo y desde luégo quitasen la mala costumbre que algunos tenian de jurar”

Los soldados, algo más animados, prosiguen con sus trabajos de fortificación. Es entonces, cuando un soldado -mientras cavaba un hoyo para resguardarse del frío en el dique construido con tierra alrededor del monte- descubre una tabla flamenca con la imagen de María Inmaculada. Como en el monte había una pequeña capilla donde estaban colocadas todas las banderas de los Tercios, se coloca allí la imagen y se le canta una Salve. Esto infringe nuevos bríos a los españoles, que se niegan a morir como ratas apresadas en ese monte. Se habla de quemar todas las banderas para no darle el gusto a los rebeldes de tomarlas, e incluso de matarse entre ellos mismos para no caer en las sucias manos de los herejes. Parece que en aquellos momentos la sangre de Numancia y la salvaje resistencia de los hispanos, bullía en su interior. Francisco de Bobadilla debe de pedir calma y borrarles esas ideas, además, el es profundamente religioso y confía en que dios les salvará.
Mientras, por el exterior el Conde de Mansfelt y Juan del Águila inician un intenso cañoneo contra la armada rebelde, que debe aflojar el cerco sobre Empel por el daño que está sufriendo. Es en la madrugada de este día, ya 8 de Diciembre, cuando un intenso frío, como se conocía en la zona, acompañado de un gélido viento, congela las aguas del Mosa, se ha iniciado el milagro. Las naves holandesas quedan frenadas en su huída de los ataques del exterior y los hombres de Bobadilla aprovechan para salir del monte y atacar a pie a los horrorizados rebeldes que no dan crédito al giro de la situación. Tras sufrir bajas muy importantes y poder bajar por el río, gritaron a los españoles, en castellano para que les entendiesen, que tal parecía que dios era español, pues sino no era posible que hubiera obrado tal milagro. Así lo narra Alonso Vázquez:

“Cuando los rebeldes iban pasando con sus navíos por el rio abajo les decían á los españoles en lengua castellana, que no era posible si no que Dios era español, pues había usado con ellos un tan gran milagro, y que nadie en el mundo sino él (por su divina misericordia) fuera bastante á librarles de aquel peligro y de sus manos.”

No debemos olvidar la ayuda de Mansfelt y Juan del Águila para romper el cerco, ni la propia acción de los sitiados, pero lo cierto, es que esta súbita congelación de las aguas fue muy importante para la victoria española y aunque no fue hasta fines del siglo XIX que la Inmaculada fue patrona oficial de la Infantería Española; ya desde aquel día se la veneró como tal en los míticos Tercios.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Las Guerras Cántabras. Hispania, la última en ser sometida.

De Hispania dijeron los romanos que fue la primera provincia en ser ocupada y la última en ser conquistada. Esta afirmación se debe a que desde que los Escipiones ponen el pie en la Península con motivo de la II Guerra Púnica, allá por el 218 a.C., hasta el 19 a.C., que finalizan las Guerras Cántabras; Roma tarda más de dos siglos en someter todo el territorio hispano. Valga como comparación que Julio Cesar conquistó la Galia libre en diez años.
Monumento al cantabro en Santander.
Desde el final de las Guerras Celtiberas, con la caída de Numancia y la muerte de Viriato, hay un siglo en que Roma apenas avanza en su conquista de territorio y no se preocupa del norte más salvaje. Incluso, cántabros y astures servirán como mercenarios en algunas de las guerras de Roma. Será con la llegada al poder de Augusto, que necesita una victoria para reforzar su poder personal, que Roma vuelve los ojos sobre las tierras que aún quedaban libres.
El inicio de las Guerras Cántabras se establece en el 29 a.C., cuando el general romano Estatilio Tauro es premiado por Augusto por una victoria sobre estos pueblos. Tanto esta, como la de los siguientes años de Calvisio Sabino y Sexto Apuleyo, parece que fueron bastante precarias y que se les dio más propaganda de que la merecían. Es en el 26 a.C. cuando Augusto decide tomar la campaña de forma personal, pues en la nueva división provincial, Cantabria quedaba dentro de la provincia Tarraconense, que era una provincia imperial. Las provincias se habían dividido en senatoriales e imperiales, siendo estas últimas las que aún no estaban del todo sometidas y por tanto eran zona de guerra. Augusto, antes de partir hacia el norte hispano abre las puertas del templo del dios Jano, lo que significaba que Roma estaba en guerra.
Augusto llegó a Cantabria con 7 legiones y pronto inicia una violenta ofensiva. El territorio astur quedaba en la provincia de la Lusitania, pero también se sumaron algunas tribus a la lucha de los cántabros, mientras que otras colaboraron con los invasores romanos. La acción de Augusto sirve para tomar Asturica, Bergida, Peña Amaya y Monte Bernorio entre otras. Tras la derrota de Bergida, los supervivientes se retiran al Monte Vidio donde creen que es imposible que los romanos los alcancen por lo abrupto del terreno, de hecho, se atreven a decir que antes llegarían las olas del mar que las armas romanas. Pero los romanos, en lugar de atacarles, optan por cercarlos y dejar que los cántabros murieran de hambre y frío.
El sitio gran episodio de estas guerras es el sitio de Aracillum, en el 25 a.C. Nuevamente los romanos rodean la población, esta vez con 3 campamentos en los que se distribuían 5 legiones y con 20 kilómetros de empalizada y muros para que los cántabros no huyesen. Tras resistir todas las embestidas romanos, vuelve a ser el hambre la que vence a los cántabros, aunque antes de caer se suicidan muchos de ellos para no caer prisioneros.
Después de Aracillum parecía que la guerra había terminado, pues tanto cántabros y astures estaba muy mermados. Se licencia a muchos soldados romanos y se funda Emérita Augusta para su instalación en ella. Además se cierran en Roma las puertas de Jano. Pero al año siguiente, un nuevo conato de rebelión es solucionado por el gobernador de la Tarraconense, Lucio Emilio, con una gran represión, cortando las manos de todos los guerreros y destruyendo y esclavizando a todos los pueblos que habían apoyado la revuelta.
Pero, no acaban aquí las revueltas. Dos años después, con Augusto ya en Roma, el gobernador Cayo Furnio debe sofocar nuevas revueltas, destacando los hechos de Monte Medulio. Furnio, apoyado por Publio Carisio inician una nueva represión que vuelve a concentrar a los rebeldes hispanos en un monte. Una vez más los romanos utilizan la táctica de rodearlos con un foso para matarlos de hambre, solo que esta vez la resistencia llegará a límites no conocidos y la opción del suicidio se hará general. Las mujeres mataran a los niños y se lanzaran después a morir en el fuego. Mientras los guerreros se quitaran la vida envenenándose con el mítico tejo. Esto impresionó mucho a los autores romanos, que los recogieron en sus crónicas. Un ejemplo es Floro, que dijo:

"Por último tuvo lugar el asedio del Monte Medullio, sobre el cual, después de haberlo cercado con un foso continuo de quince millas, avanzaron a un tiempo los romanos por todas partes. Cuando los bárbaros se ven reducidos a extrema necesidad, a porfía, en medio de un festín, se dieron la muerte con el fuego, la espada y el veneno que allí acostumbran a extraer de los tejos. Así la mayor parte se libró de la cautividad, que a una gente hasta entonces indómita parecía más intolerable que la muerte ..."

Tras este festival de sangre sí que parecía que al fin se había terminado la contienda. Los astures habían sido prácticamente exterminados y apenas quedaban unos pocos cántabros muy debilitados. Pasaron dos años sin incidentes, pero en el 19 a.C., una vez más, los cántabros demuestran su carácter indómito con más fuerza que nunca. Aquellos que habían sido cogidos con vida, fueron vendidos como esclavos en su mayoría en la vecina provincia de la Galia. Durante aquel tiempo habían estado alimentado su odio a Roma y no se sabe cómo, consiguieron ponerse de acuerdo para alzarse todos a la vez, matar a sus dueños romanos y volver a su Cantabria natal para encender de nuevo la llama de la rebelión. Al llegar allí se enfrentan con toda su furia a los destacamentos romanos y obtienen varias victorias, destacando la que le hacen sufrir a Publio Silio, en la cual la Legio I Augusta, una de las mejores legiones de Roma, pierde su estandarte del águila, la peor humillación posible y por lo que perdió el nombre de Augusta. El emperador, que a buen seguro no podía creer que esos bárbaros estuvieran de nuevo poniendo en jaque a sus tropas, decide enviar a la zona a su mejor general, su yerno Marco Vipsanio Agrippa, que tras muchos esfuerzos derrota de una vez por toda la resistencia cántabra. No fue una tarea nada fácil , como demuestra el hecho de que al volver a Roma Augusto le ofreció un triunfo y él lo rechazo por lo cara que le había costado la victoria.
Los pocos cántabros que quedaban con vida fueron obligados a abandonar sus montañas y bajar al valle, pero este pueblo supo rehacerse y mantener su orgullo hasta la Edad Media. Muchos de sus descendientes, tanto de cántabros, como de astures, serán los que ayuden a Don Pelayo en su lucha contra el moro invasor 8 siglos después.
Mapa extraido de http://www.cantabriajoven.com/
Notas: 1.No hemos hablado aquí del famoso Corocotta, no por lo dudoso de su existencia, sino porque hemos preferido centrarnos en los hechos de este pueblo en general y de su salvaje resistencia.

2. Hoy en día se celebran unas jornadas de reconstrucción histórica sobre las Guerras Cántabras en Los Corrales de Buelna a finales del verano. http://www.guerrascantabras.net/

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Comandante Fontanes, el primer jefe caído de la Legión.

Guión de la II Bandera
La historia del Comandante de Infantería Don Carlos Rodríguez Fontanes es de las más tristes de las de los 10000 hombres que dieron su vida por la Legión y por España. Padre viudo de 9 hijos, dejó a estos en la orfandad cuando el más mayor aún no había alcanzado la mayoría de edad. A esto se suma que, poco antes, su hermana, que hacía las veces de madre para los niños, también había fallecido.
El Comandante Fontanes no fue estrictamente uno de los mandos fundadores de la Legión, pero tomó el mando de la II Bandera poco después de su creación, ya que su predecesor, el Comandante Cirujeda, tuvo que abandonar el mando por enfermedad apenas seis meses después de su creación. Así, ya en Abril de 1921 Fontanes lideraba esta histórica Bandera de la Legión, y con ella participó en la defensa de Melilla y posteriores operaciones tras el desastre de Annual.
Había nacido en 1879 en Manzanares, provincia de Ciudad Real y con 18 años ingresó en Toledo en la Academia de Infantería. Tras sus estudios y el paso por varios regimientos peninsulares y de África es destinado al Tercio de Extranjeros, incorporándose a su Bandera en la posición de de Zoco el Arbaa e iniciando las operaciones inmediatamente en la zona occidental del Protectorado. Trasladada la Bandera a la zona oriental tras los mencionados hechos de Annual, sus acciones, junto a la de las otras Banderas y resto de fuerzas españolas, fue decisiva para salvar Melilla e iniciar la reconquista del territorio perdido.
Sería en una de estas acciones, la toma de Amvar, en la meseta de Arkab, iniciada el 18 de Marzo de 1922, cuando Fontanes fue herido de gravedad en el vientre, para encontrar la muerte en la madrugada del día 20. La operación de la toma de Amvar duró tres días y fue la primera vez que se utilizó el apoyo de carros de combate –Renault FT 17- para facilitar el avance de la infantería. En un principio, cubrieron el avance de los legionarios para tomar la loma, pero al llegar a un barranco tomaron la vanguardia y aunque con sus ametralladoras iban consiguiendo barrer al enemigo, la inexperiencia de combatir con estas máquinas, hizo que se quedaran pronto sin combustible, por lo que quedaron inútiles y fueron rodeados por numerosos enemigos que acabaron con bastantes de sus tripulantes. Los legionarios, tras superar el barranco, ven lo que está pasando y corren a salvar a los tripulantes que huyen y además consiguen sacar de dentro de un carro a un capitán y a un soldado. Chocan de forma muy violenta contra los rifeños en esta acción y varios caen heridos. Será cuando el propio Comandante Fontanes, en primera línea, vaya a animar a un legionario herido, cuando reciba el fatídico disparo.

El Comandante Fontanes en el medio de la foto con los guiones de la I y II Bandera a los lados.
En un principio, el Comandante de la II Bandera no se preocupó en demasía, pues poco tiempo antes había conversado con un Capitán médico amigo suyo, Fidel Pages, gran cirujano, y este le había dicho que las heridas del vientre no eran mortales si se trataban dentro de las primeras cuatro horas. Se le llamó de forma inmediata, pero el médico se hallaba muy lejos de allí y tras pasar el tiempo marcado, al atardecer, Fontanes ya sabía que iba a morir, triste sobre todo por esos nueve hijos que dejaba solos en el mundo. Además de él, hubo otros 10 muertos y 65 heridos en la acción.
El fundador y jefe de la Legión en esos momentos, el Teniente Coronel Millán-Astray, no dudó en escribir a la madre de Fontanes para decirle lo siguiente:

"Fue uno de mis principales colaboradores en la organización de La Legión....". "Era su vida privada la de un santo, dedicando cuanto ganaba al cuidado de sus nueve hijos y pasando él personalmente privaciones que, aunque dignamente las ocultaba, no podían pasar desapercibidas....". "He dispuesto que su nombre en letras de oro figure en un cuadro de honor, él sólo, que adorne el despacho del Jefe de La Legión entre el retrato de SSMM y el pergamino de la ejecutoria de la Orden del Ejército en que se felicitaba a La Legión por su comportamiento en el territorio de la Circunscripción de Melilla, entre los que era figura principal su hijo, el Comandante Fontanes.... ". "Estoy de luto como ustedes, ordené desde el campo que La Legión entera se sintiese de luto por la pérdida de aquel bravo...."

Pero, quizás, el testimonio más conmovedor sea el del periodista y legionario Carlos Micó, quien, en su recientemente reeditado libro “Los Caballeros de la Legión”, apunta:

"lgnoro aún los detalles de las circunstancias en que fue herido el heroico Comandante. Solo puedo ofrecer al lector el conmovedor relato que me hizo alguien.
El día antes de ser herido hablaba el Comandante con el Capitán Médico señor Pagés, que tantos cientos de vidas ha salvado en el Ejército de África.
-Cómo se conoce que es usted soltero, mi Comandante; si no, no se batiría con tanto desenfado, con ese denuedo.
--¿Cómo soltero? Viudo y con nueve hijos, dos varones; el mayor de éstos, aún menor de edad, es fraile; el que le sigue se está preparando para ingresar en el Cuerpo de Correos. Las niñas son muy pequeñitas todavía. Ahora viven son su abuela, mi madre, ya ancianita. Hace un mes que murió mi hermana, que era quien las cuidaba.

Y ante un significativo gesto de piedad y de estupor que hiciera el Capitán Pagés, el Comandante Fontanes prosiguió humildemente, como si quisiera disculparse de su temeridad, hacerse perdonar su diario heroísmo:

--Es que no se me ocurre que me pueda pasar nada; como oye uno tantas balas y aún no me ha dado ninguna, me he acostumbrado a no concederles mucha importancia. Además, se curan tantos que hay que pensar que no todos los proyectiles traen la muerte. Lo único que me preocupa muchas veces son las heridas de vientre.

--Pues esas heridas no deben preocuparles más que las otras. Con tal de poder hacer la primera cura dentro de las cuatro horas que siguen al momento de producirse la herida, no hay gran peligro de muerte. A mí no se me ha muerto ningún herido en esas circunstancias.
Y como el Capitán Pagés, que está reputado con justicia como uno de los tres mejores cirujanos del Cuerpo de Sanidad, infunde gran confianza, el pobre Fontanes no olvidó estas palabras.
Al día siguiente de haber tenido esta conversación fue cuando cayó herido de un balazo; la balita de plomo habíasele alojado en los intestinos. Cuando lo transportaban en camilla a un lugar desenfilado de los proyectiles enemigos, dijo, sacando su reloj y mirando la hora:
--Que avisen al doctor Pagés, a ver si puede venir. Dónde está? Eran las dos de la tarde. El heliógrafo funcionó preguntando por el Capitán Pagés, que se encontraba a muchos kilómetros de distancia, no se sabía dónde.
A las cuatro sacó de nuevo su reloj:

--¿Han avisado al doctor Pagés? --volvió a preguntar--. Parece que tarda; han pasado ya dos horas.. . "A las cinco:" No va a llegar.. . Queda poco.. . "Transcurrida otra inacabable hora, volvió a consultar su reloj y dijo:

--Son las seis; ya venga o no venga.. . Ya no importa.. . ya es tarde... Mis pobrecitos hijos.. . No volvió a mirar más la hora. Transcurría la noche triste en medio de aquel campo, sin la augusta calma que a esas horas suele bajar de las estrellas; el fuego horrísono; la tragedia conmovía a la naturaleza. Un rayo de luna bañaba la faz del moribundo, iluminando sus últimos momentos. Ya de madrugada, dijo sus últimas palabras:

--Mis hijitos. .. Pero es por la Patria; no importa. Decid al Teniente Coronel que muero gritando: ¡Viva La Legión!

"Y este grito, que a todos siempre nos conmueve profundamente, se le ahogó en la garganta, atropellado por el estertor de la agonía".
"Los hombres que rodeaban su camilla mortuoria, esos hombres avezados, de corazón siempre enhiesto de entusiasmo y de virilidad, rompieron a llorar a raudales, acongojados"

El Comandante Fontanes pasaba a la historia como el primer jefe de la Legión caído en combate y la II Bandera “Carlos I”, -esa que tras 87 años fue disuelta por aquellos que tanto mal han hecho a España- contribuía con más sangre a la gloria de España, ya que el primer oficial muerto, el Capitán Pompilio Martínez Zaldívar, también calló bajo el guión del águila imperial.

Actualmente, los restos del Comandante, ascendido a título póstumo a Teniente Coronel, descansan en Melilla en el Panteón de los Héroes de las Campañas, en el nicho 7 de la fila 3.

Bibliografía: Trabajo de Eduardo Sar Quintas y José Antonio Cano Martín De la Asociación de Estudios Melillenses.

lunes, 28 de noviembre de 2011

LA UNIDAD EZQUERRA.

Es bastante conocido el hecho, de que tras retirar Franco a la División Azul del frente del Este, aún quedó por unos meses una unidad española combatiendo a la cual se llamó Legión Azul. Pero, lo que es menos sabido es que después de la retirada de esta unidad, hubo bastantes idealistas españoles que se negaron a abandonar la lucha y se alistaron en las Waffen SS, en la organización Todt o en otras unidades alemanas. También en una unidad conocida como “El Batallón Fantasma”, pues su existencia nunca fue oficial y era como un rumor entre los españoles que estaban exiliados en Alemania. La historia de uno de estos hombres,-y que dio nombre a una unidad especial integrada en su mayoría por españoles-, es la que vamos a tratar a continuación. Es la historia de Miguel Ezquerra, que el mismo recogió en su libro “Berlín, a vida o muerte”.

Foto de Miguel Ezquerra con uniforme
de las Waffen SS.
Miguel Ezquerra era un maestro aragonés de Huesca, de ideas fascistas, que junto a otros compañeros pasaba las tardes hablando de política en las mesas del Café Universal, donde muchas veces entraron en refriegas con otras mesas, ocupadas estas por comunistas. En una de estas mesas les sorprendió el inicio de la Guerra Civil. No dudó en alistarse en el bando nacional y combatió en los frentes de Madrid, Aragón y Extremadura encuadrado en la 7ª Bandera de Falange. Acabó la guerra en Málaga como Teniente provisional. Tras el fin de la contienda, se licencia y vuelve a su oficio. Pero convencido fascista como era, más allá de las ideas de Falange, nada más estallar la II Guerra Mundial, se presenta en la embajada alemana como voluntario. Allí le agradecen su entusiasmo y toman nota de su nombre por si le hubieran de llamar en un futuro. Tras esto se va destinado a Bayona como profesor de español.
Al formarse la División Azul, no consiguió plaza en el primer reemplazo, pero si en uno posterior, a finales de 1942, renunciando a su grado de Teniente y entrando como soldado. Pero una orden obligaba a los oficiales provisionales a partir con su anterior grado, y así será encuadrado en el Batallón del Comandante Millán.
Tras la mencionada retirada de las fuerzas españolas de Rusia, vuelve de nuevo a la embajada alemana, pues su compromiso con la causa del Eje es total. De nuevo agradecen su predisposición, pero le dicen que tendrá que cruzar la frontera y llegar adonde están las fuerzas alemanas por sus propios medios. Franco, que ya creía irremediable la derrota del eje, había ordenado cerrar la frontera, castigando con la cárcel a quien quisiera cruzarla con el propósito de unirse a los alemanes. Pese a todo, y dejando mujer y 2 hijas detrás, Ezquerra se la juega. En el camino a la frontera conoce a otros españoles que van con el mismo propósito y tras amenazar a un guarda consiguen cruzar la frontera donde son detenidos por los alemanes, a los cuales explican que han venido a unirse a ellos. Como Ezquerra había sido oficial en la División 250 es separado de sus compatriotas, la mayoría vascos y gallegos, a los cuales irá visitar en cuanto pueda.
Son trasladados al campamento de Stablatt, donde hay ya más de 400 españoles. En un principio le encuadran como soldado. Tras unos incidentes con un oficial alemán, es llevado a dar explicaciones. Conforme con las mismas, los alemanes le nombran Capitán. Su primera misión es facilitar el paso por la frontera francesa a los españoles, que, como él, quieren luchar por el Eje.
Debido a su valía, es reclutado por el servicio secreto alemán, dependiendo de un tal Capitán Kronos. Estará un tiempo en Paris recibiendo la instrucción necesaria para el desempeño de estas tareas.
Reproducción del uniforme de la Unidad Ezquerra
La situación para el Eje es cada vez más difícil y se le pone al frente de una Compañía de españoles encuadrado en le División Brandemburgo para tratar de frenar el avance aliado en la segunda quincena de Julio. En la lucha contra las fuerzas que habían desembarcado en Normandía cumplen con creces, pero a costa de perder el 65% de sus efectivos ante la arrolladora superioridad aérea aliada. Paris es tomada por sus enemigos, siendo los primeros tanques en entrar en la capital francesa, los tripulados por exiliados españoles. Ezquerra debe de huir a Berlín y de allí pasa a Viena, donde encontrará los restos de su compañía española y vuelve a la capital del Reich.
Los alemanes cada vez confían más en la capacidad de Ezquerra y le ofrecen crear un comando de operaciones especiales como otros 36 españoles. Tras un periodo de instrucción, el comando se cubrirá de gloria en la Batalla de las Ardenas. En esta ofensiva alemana para frenar la iniciativa que los aliados habían tomado tras Normandía, se pretendía romper sus líneas, ya bastante frenadas por las lluvias torrenciales que cayeron en Noviembre de 1944. La misión del comando español, junto a otros muchos, era infiltrarse en las líneas enemigas para congestionar su retaguardia, para así facilitar el paso de las fuerzas alemanas. Con un frió atroz y una gran nevada, que a los españoles les recordó la famosa Batalla de Teruel en la contienda fratricida hispana; se inició el movimiento el 14 de Diciembre. La noche del 15 divisaron un campamento norteamericano que albergaba una gran cantidad de obuses y munición artillera. Tras colocar sigilosamente cargas explosivas sobre los depósitos de munición, al amanecer las detonaron. Los norteamericanos empezaron a salir de sus tiendas despavoridos y fueron recibidos por un nutrido fuego de ametralladoras. Creyendo que los alemanes habían superado sus líneas, no tardaron en rendirse, sumando 300 prisioneros ante esos 36 españoles que en la acción solo sufrieron tres muertos y dos heridos.
El éxito de esta acción llegó a oídos de Hitler, que da permiso para que haga más comandos de españoles. Mientras estaba en ello, el alto mando alemán piensa que es mejor crear una unidad especial donde estén todos los españoles de las Waffen SS y los alistados en el ejército alemán, ya que por el carácter hispano, no se integran bien en la cuadriculada mentalidad y disciplina alemana. Es así como nace la UNIDAD EZQUERRA, llamado así por los alemanes, pese a que al propio Ezquerra no le agradaba.
La Unidad Ezquerra se hará famosa en la resistencia de Berlín ante la entrada de los rusos, pues allí fue destinada tras su formación, que coincidió con la última batalla de la guerra. Ya en un primer momento consiguen destruir cuatro tranques rusos en una acción en la que el propio Ezquerra es herido. Son enviados a la calle Kronen donde acaban con otros 5 tanques, además de aniquilar a gran cantidad de soldados rusos que los acompañaban en su avance, Destaca aquí la acción de un soldado español conocido como “El Chato”, que destruye el solo tres tanques. La principal arma contra los blindados eran los “puños de hierro”, cuyo nombre en alemán era Panzerfaust y que era una especie de bazoca.
Ezquerra es ascendido a Teniente Coronel por estas acciones y le encargan una nueva defensa. Debe ir a Postdam Platz y ocupar un edificio del que solo quedan las ruinas. Allí su unidad entabla una cruenta batalla, pero su disciplina y la elección de buenas posiciones, hace que consigan destruir otros 15 tanques, además de aniquilar a dos batallones de infantería ligera rusa. A lo largo de la defensa, Ezquerra destaca en su libro, como los rusos combatían completamente borrachos, cuando no drogados, para evitar que el miedo se apoderada de ellos.
Las acciones de estos bravos españoles siguen dando que hablar y el mismísimo Hitler hace que le traigan al jefe de estos jabatos a su bunker. Allí le impone a Ezquerra la Cruz de Caballero, la máxima condecoración alemana, y le ofrece la nacionalidad alemana. Ezquerra lo agradece, pero rechaza esta última, pues él es español por los cuatro costados. Ezquerra apunta, que pese a testimonios posteriores, él vio muy entero a Hitler en aquellos momentos en los que se aproximaba su fin.
Vuelve Ezquerra con su unidad y continua la lucha. Limpian de rusos el Reichbank, vuelven a la plaza Postdam y entran a combatir en el Hotel Kaiserhof. Los alemanes ya saben que la resistencia es inútil y la derrota segura y algunos mandos intentan dialogar con los rusos. Estos, cuando no disparan sobre los portadores de la bandera blanca, se niegan a cualquier tipo de acuerdo.
En un último intento desesperado, se envía a su unidad a un puente para tratar de pasarlo y romper el cerco ruso. Al destino solo llegan él y el Sargento Pinar. El resto de sus hombres, exceptuando unos pocos que han huido, han perecido como valientes en la defensa de Berlín. Tras volver al Ministerio del Aire, donde se aglutinan los últimos reductos de resistencia, se enteran de la muerte de Hitler. Alemania se rinde y sus soldados se entregan a los rusos.
Ezquerra tiene claro que no va a acabar en un gulag ruso y prefiere morir en el intento de escapar. Tras varios días de marcha, al llegar a Polonia consigue su propósito junto a otros cuatro españoles. Se separaran para tener más éxito. Ezquerra sufrirá una autentica odisea para poder llegar a pie prácticamente durante todo su itinerario, a su añorada España. De Berlín ira a Paris y luego a Burdeos, siempre a escondidas y falsificando su identidad, pues en todas las listas de los españoles buscados por los nuevos amos de Europa, Miguel Ezquerra está en primer lugar. Trabará grandes amistades, incluso con gente que había sido enemiga, y sufrirá el abandono de otros que creía camaradas. Pero, finalmente, tras mucho sufrir llegará la frontera donde la Guardia Civil le dará el alto, algo que para Ezquerra significaba que ya estaba en casa.
Poco se sabe de su vida posterior. Se dice que trabajó en los servicios secretos españoles y que incluso se alistó en la Legión Extranjera Francesa. Murió en Madrid en 1984 y sus restos descansan en el cementerio de la Almudena junto a los de los otros divisionarios.

Esquela publicada tras la muerte de Ezquerra

sábado, 5 de noviembre de 2011

Oriamendi, una victoria de españoles sobre ingleses.

Si hay una batalla recordada y llevada a la leyenda por los carlistas, esa es la de Oriamendi, que incluso da nombre al himno de su causa. Cierto que las guerras carlitas fueron guerras civiles, de las que tanto ha sufrido España; pero como ha ocurrido en otros momentos de la historia, hubo fuerzas extranjeras apoyando a los diferentes bandos. En el caso que nos ocupa, la causa liberal había recibido el apoyo de Inglaterra, Portugal y Francia. Y, fue en la batalla de Oriamendi, donde tropas españolas carlistas se enfrentaron a la Legión Auxiliar Británica consiguiendo una importante victoria.

Magnífico cuadro de Ferrer-Dalmau sobre la Batalla de Oriamendi.

Los carlistas venían de fracasar en la toma de Bilbao, donde además habían perdido a su mejor general, el famoso Zumalacarregui. Tras esto, se decantaron por sitiar San Sebastián. Por su parte, el bando liberal decidió lanzar una ofensiva desde Pamplona sobre las tres provincias vascongadas para dar un golpe mortal a las aspiraciones carlistas. Mientras que el general isabelino Sarsfield intentó penetrar en Guipúzcoa, siendo rechazado por los carlistas; el general inglés Lacy aprovechó que los carlistas estaban ocupados en su lucha contra Sarsfield, para avanzar desde San Sebastián y ocupar Lezo, Ametzagaña, Loyola y Oriamendi. Tras expulsar a Sarfield de nuevo a Pamplona, el Infante Sebastián, líder de las tropas carlistas, llevó a sus hombres a marchas forzadas a encontrarse con los ingleses. Esos habían tenido unas jornadas más relajadas en las que incluso se habían podido permitir algún día de descanso. Pero esto no fue un obstáculo para que los españoles del bando carlista, que habían llegado de noche a Oriamendi, iniciaran su ataque al amanecer sin poder haber dormido. El furor de los hombres del Infante Sebastián superó las defensas británicas y les provocó más de 1500 bajas, obligándolos a huir de nuevo hacia San Sebastián y teniendo que cubrir la desbandada la flota que amarraba en las costas vascas, impidiendo así una masacre mayor. Los carlistas tuvieron menos de la mitad de bajas que los ingleses, pese a todos los factores en contra. Era muy raro que Inglaterra participara con tropas regulares en un conflicto dinástico extranjero y fue un autentico escándalo que sufrieran este descalabro. El Parlamento británico monto en cólera y el general Lacy fue muy criticado por la prensa de su país. Pero, para nosotros, lo más importante dejando al margen las ideologías enfrentadas, es que aquel 16 de Marzo de 1837, una vez más, en campo abierto, los españoles volvieron a desatar el infierno entre los hijos de la pérfida Albión, que seguro que volvieron a recitar aquello de “Españoles en la mar quiero, y si es por tierra que San Jorge nos proteja”. Aún hoy, en el monte Urgull de San Sebastián, descansan los restos de algunos de aquellos ingleses.

domingo, 30 de octubre de 2011

O caja o faja. Juan Prim, el general político.

Fue el siglo XIX español un periodo especialmente prolífico en guerras, tanto de defensa contra el invasor, como civiles y sin faltar las exteriores. Asociadas a estas, se vivieron periodos de gran convulsión en la política, con idas y venidas de dinastías monárquicas, múltiples cambios de gobiernos y gran cantidad de pronunciamientos militares. Es el siglo en el que nace el fenómeno de los “espadones”, generales que se metían en política, ocupando cargos de todo tipo en el gobierno, o derrocando a este para traer uno nuevo. Esta figura del general político se hizo muy común en España, pero quizás hay uno que destacó sobre todos y ese es Juan Prim y Prats.

Grabado de Prim con la bandera en Castillejos.
Prim nació en Reus en 1814, hijo de un notario que había servido como capitán en la Primera Legión Catalana durante la guerra de la independencia y que también combatió a los carlistas mandando el Batallón de Tiradores de Isabel II, retirándose como Teniente Coronel y volviendo a su notaría. Con 19 años sintió Prim la llamada de las armas y se alistó como soldado en el Batallón que había mandado su padre. Pronto destacó sobre el resto por su valor y fue promovido a oficial. No hizo esto menguar su empuje, sino muy al contrario luchó siempre en primera línea. Fue herido en la toma de Vilamajó del Vallés y ascendió a capitán poco después por meritos de guerra. Recibe su primera Cruz Laureada de San Fernando cuando captura en San Miguel de Serradell la bandera del 4º Batallón carlista. Sigue sumando heroicidades y es ascendido a Comandante cuando escala las murallas de Solsona y abre sus puertas. Otra valerosa acción en Angers le vale el ascenso a mayor de Batallón y se le concede el mando de la zona Solsona-Castellvell, de gran importancia para el paso de los convoyes carlistas. Sus acciones en esta área, en las que fue varias veces herido le llevaron a ganar su segunda Laureada y ser nombrado Coronel. Tenía solo 26 años, era bilaureado, había conseguido todos sus ascensos en guerra y lo más importante, era un mito entre sus hombres y un héroe popular.
Finalizada la contienda contra los carlistas, empieza su carrera política, la cual tocaremos aquí mínimamente. Enemistado con el General Espartero, al llegar el General Serrano al Ministerio de la Guerra, ascendió a Prim a Brigadier.
La oposición a Espartero había hecho surgir juntas revolucionarias en varias ciudades, siendo Barcelona donde más fuerte se hicieron. Para acabar con este foco se nombró a Prim gobernador militar y comandante general de la provincia. A los milicianos de la junta de Barcelona se les conocía como “jamancios”, de jamar, forma calé de decir comer. El núcleo más radical de esta junta conocida como “jamancia” era el batallón de la blusa”, formado por unos obreros que habían ocupado el cuartel de Atarazanas. Al intentar dialogar con ellos, Prim solo recibió burlas. Fue entonces cuando dijo la famosa frase de “o caja o faja”, refiriéndose a que o vencía y obtenía la faja de general, o moriría en el intento y acabaría en una caja mortuoria. Prim, pacificó tanto Barcelona como la provincia y otras zonas de Cataluña, por lo que consiguió su faja y además fue ennoblecido con los títulos de conde de Reus y vizconde del Bruch.

Prosiguió su carrera política con altibajos y enfrentamientos con los hombres fuertes del momento. En 1853 consiguió ser comisionado a la Guerra de Crimea como observador. Su espíritu inquieto no le permitía estar parado y no dejó de dar consejos a los generales turcos, que fueron bien apreciados, por lo que el sultán le regaló un sable de honor y le recompensó con la condecoración de Medjidie.

De vuelta a España continuó con su carrera política hasta que en 1859 el gobierno de O´Donell le declaró la guerra a Marruecos por unos incidentes en las fronteras de las ciudades españolas de África. A Prim se le otorgó un mando aparentemente secundario, el de la División de Reserva. Pero no era Prim un conformista, así que creó un batallón de voluntario catalanes con 466 hombres, a los que uniformó de forma característica, con el atuendo de los pageses catalanes y con la barretina como prenda de cabeza. Cuando los catalanes desembarcaron en África, Prim los recibió con este discurso:

" Soldats! Catalunya, que us ha dit adéu amb un gran entusiasme, les mares, els germans, els amics, tots us contemplen amb orgull. No deixeu mai en l'oblit que sou els dipositaris de la seva honra y la de tots els vostres paisans, aviat tindreu la dita d’abraçar altre cop a les vostres families, amb la front coronada de llorers; i els pares, les mares, les dones, els amics, diran plens d’orgull, al donar-vos una abraçada: Tu ets un valent català. Visca Espanya!"


“¡Soldados! Cataluña, que os ha dicho adiós con un gran entusiasmo, las madres, los hermanos, los amigos, todos os contemplan con orgullo. No dejéis nunca en el olvido que sois los depositarios de su honra y la de todos vuestros paisanos, pronto tendréis la dicha de abrazar otra vez a vuestras familias, con la frente coronada de laureles; y los padres, las madres, las mujeres, los amigos, dirán llenos de orgullo al daros un abrazo: Tu eres un valiente catalán. ¡Viva España!!

Destacaron en las famosas acciones de Castillejos y Wad Ras, siendo fundamental la acción personal de Prim en el cabo Negrón y en la Batalla de Tetuán, donde llegó a alcanzar el campamento de Muley Abbas. Pero es la de Castillejos la batalla que ha pasado a la historia, cuando en medio de la refriega, viendo que el Regimiento del Príncipe estaba en serias dificultades, agarra la bandera del Regimiento de Córdoba que se había mandado en su refuerzo y la enarbola con un discurso para la historia:

"Soldados podéis abandonar esas mochilas porque son vuestras, pero no podéis abandonar esta Bandera, que es de la Patria. Yo voy a meterme con ella en las filas enemigas ... ¿Permitiréis que el estandarte de España caiga en poder de los moros? ¿Dejareis morir solo a vuestro general? ¡Soldados! ... ¡Viva la Reina!"

Acabado el discurso, sin pararse a ver si había hecho mella, se lanzó contra las líneas moras. Los soldados del Córdoba no le dejaron solo y le siguieron dando vivas al general y haciendo huir al enemigo.
Prim conocía bien la psicología de los soldados y la gente en general. Tampoco olvidaba que una buena acción tiene que tener una mejor propaganda. De ahí que se hubiera llevado becado a esta guerra a su paisano Mariano Fortuny, que tan bien supo retratarla para mayor gloria de Prim.

Acabada la guerra en África, su último gran mando de operaciones fue la expedición a México, cuando el gobierno de Benito Juárez suspendió el pago de su deuda, cosa que afectaba a España, Francia e Inglaterra. Debido a esto llegaron a un acuerdo para intervenir militarmente en territorio mexicano. Prim comandaba la fuerza española, pero pronto se percató que la intención francesa era poner como soberano a Maximiliano de Austria y apoderarse del territorio. Por ello Prim, pese a las críticas abandonó el país y volvió a España.

En los siguientes años Prim fue ganando cada vez más el favor popular, pese a que tuvo que desterrarse cuando las cosas pintaban mal; hasta que en 1868 fue el principal artífice de la revolución conocida como “La Gloriosa”, cuando aliado con el Almirante Topete y el General Serrano entre otros, vencieron a las tropas leales a la reina Isabel II y esta hubo de exiliarse a Paris.

Prim llegó a convertirse en presidente del gobierno en una época nada fácil de llevar. Una de sus misiones era conseguir un nuevo rey para España, pero se negaba a que tuviera nada que ver con los Borbones. Tras muchos intentos y varios ofrecimientos rechazados o retirados para no chocar con las potencias del periodo, consiguió que el duque de Aosta, Amadeo de Saboya, aceptara. Pero pocos días antes de que el nuevo rey llegara a Madrid, un 27 de Septiembre de 1870, Prim fue tiroteado dentro de su coche de caballos en la calle del Turco. Recibió cinco heridas y luchó contra la muerte hasta el día 30 murió al llegar la noche.

El Prim político podrá gustar más o menos, pero nadie podrá dudar del Prim militar, un catalán de Reus, orgulloso de ser español y que tanta gloria dio a sus armas.


Monumento a Prim en su ciudad natal de Reus.

Bibliografía: -A golpes de sable, de Gabriel Cardona.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Baltasar Queija de la Vega, el novio de la muerte.

Baltasar Queija de la Vega
Si hay un himno militar en España famoso y conocido por el público en general, ese es El Novio de la muerte. Esta canción legionaria ha sido capaz de emocionar con el paso de los años a muchas generaciones. Su letra, la tremenda y triste historia que narra, es capaz de tocar la fibra sensible de aquellos que la escuchan, sean civiles o militares, y que sea tarareada en espacios y lugares muy diferentes. Pero, lo más emotivo de esta canción, es que se basa en una historia real, en la del Cabo Baltasar Queija de la Vega, el primer muerto que tuvo la Legión Española, el que abrió la lista de esos 10.000 Caballeros Legionarios que sacrificaron su vida en el altar de la Patria.
Queija de la Vega había nacido en el onubense pueblo de Minas de Riotinto un 21 de Mayo de 1902. Con tan solo 18 años, en Noviembre de 1920 se alista en la recién creada Legión, conocida entonces como Tercio de Extranjeros, concretamente en la II Bandera. Parece ser, que el motivo de su llegada al Tercio, fue una discusión con tuvo con su novia, una chica de su mismo pueblo. No sabemos como de grave fue el enfado, ni que pretendía Queija de la Vega con su marcha; pero el caso es que al poco de llegar a la Legión recibe una carta donde se le comunica que su amada había fallecido. El joven Cabo, que desde su llegada al Tercio se había destacado como un eminente poeta y romántico, recibe la noticia como un cuchillo en el corazón. El propio Millán-Astray dijo en la revista “Nuevo Mundo”, que aunque el muchacho era bravo como un león, lo vio llorar desconsolado al recibir la misiva y que al interesarse por él el fundador, el poeta legionario le dijo “Mi Teniente Coronel, ¡Ojalá que la primera bala que se pierda sea para mí!”
Y así fue, al poco tiempo, cuando su escuadra se retiraba al campamento de Zoco el Arbáa de Beni Hassán, al sur de Tetuán, después de haber estado prestando unos servicios de seguridad en la zona, recibieron un ataque de los cabileños. El día estaba ya cayendo y resistieron con valor el fuego enemigo que pretendía acabar con ellos y robarles las armas. Aunque se rechazó con éxito el ataque, la Legión acababa de entregar su primer hombre a España, el Cabo Queija de la Vega encontró esa bala perdida que le llevo a reunirse con su amor. La historia que dio origen a la canción se debe a que al recoger su cuerpo, además de encontrar la trágica carta donde se le comunicaba la muerte de la novia, tenía también un pequeño poema escrito que decía lo siguiente:

                                                                     Somos los extranjeros legionarios

                                                                     El Tercio de hombres voluntarios

                                                                      Que por España vienen a luchar

Cartel del Teatro donde se cantaba
El Novio de la Muerte
Millán-Astray ordenó que se le diera sepultura con todos los honores militares. No tardó su bella y romántica historia en darse a conocer y esta inspiró al escritor Fidel Prado para crear la letra de la canción, a la cual puso música el músico catalán Juan Costa. En un principio el ritmo de la canción era el de un cuplé y como tal sería interpretada por primera vez por la artista Mercedes Fernández González, de nombre artístico Lola Montes, en el Teatro Vital Aza de Málaga. En una de las funciones estaba presente la Duquesa de la Victoria, encargada de dirigir los hospitales de la Cruz Roja en Marruecos. Como era el verano de 1921 y habían empezado las operaciones del General Silvestre para pacificar el Rif, la Duquesa, encantada con la canción, convenció a Lola Montes de que fuera a Melilla a cantarla para motivar a las tropas. Allá que fue la cupletista y allí que se encontró con el desastre de Annual y con la llegada de la Legión para salvar a la ciudad española. Al conocer Millán-Astray la canción no dudo en adoptarla para sus bravos hombres que tanta sangre derramaron en aquellas difíciles jornadas.
Desde entonces El Novio de la Muerte quedó como himno oficioso de la Legión, con la única variación de la música, que se adaptó a ritmos más marciales.
Para acabar un video donde se narra brevemente la evolución de la canción.


Bibliografía: http://www.revistatenea.es/

domingo, 2 de octubre de 2011

Antoni Franch i Estalella, un héroe sin leyenda.

En muchas ocasiones, las leyendas con que se envuelven a las batallas nos nublan la vista y no nos dejan ver con claridad que pasó realmente en ellas. Se magnifican supuestas intervenciones divinas o hechos extraordinarios que roban el protagonismo a los verdaderos héroes, de carne y hueso, responsables de esas victorias. Es el caso de Antoni Franch i Estalella, considerado por varios historiadores como el verdadero héroe de la Batalla del Bruch. No seremos nosotros los que negaremos la existencia del famoso timbaler, al que hace tiempo dedicamos un artículo, pero nos parece de justicia honrar con estas breves líneas a este patriota que vio sus acciones engullidas por la leyenda del tamborilero.
Grabado de Franch junto a su familia.
Franch nació en Igualada en 1788, siendo de familia acomodada y con tierras, se dedicó como muchos en la zona al negocio textil.
Tras el inicio de la revuelta contra los invasores franceses, es de los primeros que intenta organizar la defensa de su tierra. Así. El 4 de Junio consigue que el Consistorio de su pueblo lo comisione a Vilafranca del Penedés para pedir armas a sus vecinos. Consigue 97 escopetas para el somaten de su pueblo, del cual es el líder y con estas fuerzas se dirige al paso del Bruch donde actúan en la primera batalla, aquella en la que los franceses se vieron sorprendidos en la montaña mágica por las partidas de somatenes, el segundo batallón de la guardia valona, unos cuantos soldados suizos que permanecían fieles a España, además de algunos soldados de la guarnición de Barcelona que habían desertado para no servir a las ordenes de los franceses. Los franceses, comandados por el General Schwarz, creyeron verse atacados por un ejército profesional y decidieron retirarse dejando 320 muertos y perdiendo un cañón, además de tener 600 heridos. En esta maniobra de retirada por varios puntos, las fuerzas que se dirigían hacia Igualada, fueron interceptados por Franch y su somaten, que con su centenar de escopetas, más hachas y otros elementos punzantes, frenaron a los franceses en esta ruta.
Antes de la segunda Batalla del Bruch -la que ha pasado a la historia por el tamborilero-, Franch y sus hombres participan en pequeñas confrontaciones en L´Ordal, Molins de Rei y la Roca de Daroch en Pallejà.
Llegado el día 14, los franceses vuelven al Bruch, comandados por el General Chabran, ya saben lo dificultosos del terrero y están alertas. Dejando la leyenda de lado, se dice que fue la estrategia de Franch la que trajo la victoria. Los franceses se dividieron en dos columnas, la principal llega al pueblo de Bruc Baix, mientras que la otra se ocupa de los flancos donde traba combate con los somatenes. Estos simulan una huida para que los franceses los persigan hasta una zona que estaba totalmente batida por los cañones de los patriotas. Llegados a esta zona los franceses son machacados y la metralla hace estragos en sus filas. Los supervivientes se retiran desordenados hacia la columna principal y empieza a cundir el pánico entre los franceses que creen que son atacados por fuerzas mucho más numerosas. Es aquí donde entra en juego la leyenda, ¿lo creyeron por el retumbar del tambor en las paredes de Montserrat? Tras arrasar el pueblo del Bruc, los franceses vuelven a retirarse derrotados de la montaña mágica.

Antoni Franch siguió luchando contra los franceses en las jornadas posteriores, siempre por los pueblos de la zona. En Febrero de 1809, los francés entran en Igualada, queman su casa y arrasan sus tierras en represalia. Poco después, Franch los ataca en Manresa, con 500 hombres bajo su mando, consiguiendo crearles serias bajas y robándoles dos carros llenos de munición. Pero, junto a la del Bruch, su acción más destacada fue cuando días después, con ya 1800 hombres, vuelve a humillar a Chabran, al que obliga a abandonar suposición en el río Llobregat, rompiendo así esta línea.

Tras disolverse la junta de resistencia en Agosto, es elegido alcalde en su pueblo y poco más se sabe de sus acciones hasta el final de la guerra, cuando es nombrado Teniente Coronel por los meritos acumulados en la guerra.

En Igualada no han olvidado a su vecino y tiene dedicada una calle y una estatua.
Hay una pequeña obra sobre su historia, cuyo autor es Francisco Barado Font y titulada
"Don Antonio Franch y Estalella, héroe del Bruc y primer caudillo catalán en la guerra de la Independencia."


Estatua de Franch en Igualada.


jueves, 1 de septiembre de 2011

La Batalla de Alfambra. La última carga de la Caballería Española.

El General Monasterio con su montura y boina carlista.
Dentro del marco de la gran Batalla de Teruel, entre los días 5 y 8 de Febrero de 1938 se desarrolló la Batalla de Alfambra, donde las tropas nacionales obtuvieron una victoria aplastante que les allanó el camino para la recuperación de la ciudad de Teruel, que poco antes había caído en manos de los republicanos. Pero, lo más importante de esta batalla, desde un punto de vista romántico, es que en ella se produjo la última carga de la Caballería Española, y una de las últimas mundiales, al mando del General José Monasterio Ituarte.
La estrategia nacional se basó en la división de sus fuerzas de 100000 hombres en tres grandes cuerpos, el primero, el Marroquí mandado por el General Yagüe se encargaría del flanco norte, el centro lo ocuparía la I División de Caballería comandado por Monasterio y el Sur por el Cuerpo de Ejército de Galicia al mando del General Arando. En su ofensiva sobre el valle del río Alfambra los apoyarían unas 400 piezas de artillería y la aviación nacional, además de l italiana y la Legión Condor. Para la defensa del valle, los republicanos contaban con el XIII Cuerpo de ejército, integrado por cuatro divisiones, las ya curtidas 27ª y 39ª, la 66ª y la más novel, la 19ª.
Los ataques se iniciaron con retraso el día 5, pues debido a una gran niebla, la aviación no tenía apenas visibilidad para realizar sus bombardeos. La artillería nacional también inicio su castigo sobre las posiciones enemigas. Por parte republicana, los carros de combate soviéticos intentaban abatir a la aviación nacional.
El día 6 continuaron los combates, esta vez con el avance de la Infantería nacional que tras romper la línea de enlace de las brigadas mixtas 132ª y 61ª y creaba un corredor de más de 15 kilómetros en las líneas de la 151ª.
Será el día siguiente cuando la Caballería inicie sus misiones de reconocimiento entre la Sierra de Palomera y la carretera de Zaragoza. La misión se saldó con gran éxito, pues no solo cogieron por sorpresa al enemigo atrincherado, sino que hicieron 1600 prisioneros, además de incautar gran cantidad de armamento y abrir otro nuevo corredor en el campo de batalla. Los republicanos eran continuamente superados por los movimientos nacionales, que conseguían embolsar brigadas enteras, forzando así su rendición. Además, se veían fijados sobre el terreno y no podían hacer nada mientras veían como la División de Monasterio se dirigía a Visiedo, en la mismísima retaguardia republicana. Hacia allí fueron 13 tanques republicanos. Viendo este movimiento, los aviones Fiat italianos pegaron varias pasadas, consiguiendo destruir un carro y averiando varios más. La intervención de la aviación y la cobertura de la artillería, hace que los jinetes de Monasterio consigan situarse a tan solo 50 metros de las posiciones republicanas. Es aquí, con el 4º Escuadrón de Alcántara en vanguardia que Monasterio ordena una carga a la vieja usanza. Los soldados republicanas, que en esa zona eran los más noveles, vieron sorprendidos como pese a sus armas modernas, 3000 demonios a caballo se les echaban encima. Sin poder creer que esa imagen pudiera ser posible y presos del pánico, muchos se dieron a la fuga y cayeron bajo los cascos de los caballos. El 4º Escuadrón Alcántara alcanzó Visiedo, donde los republicanos huyeron sin luchar al ver lo que se les venía encima. Mientras, el resto de la División se abría en abanico y ocupaba la población de Camañas, además de capturar toda una batería artillera enemiga. A media tarde de ese día 7, toda la División de Monasterio había llegado a las faldas del río. Al día siguiente, el resto de fuerzas nacionales completó el avance desde Perales de Alfambra, mientras la I División de Caballería seguía limpiando de enemigos la zona. En total se ocuparon más de 1000 kilómetros cuadrados y 14 poblaciones, dejando limpio el camino hacia Teruel para su reconquista.
La I División de Caballería del bando Nacional.

El General Monasterio, de fuertes tendencias carlistas, fue nombrado jefe de milicias y consejero nacional de FE de las JONS al acabar la guerra e ingresó en 1942 en la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro, además de ser ascendido a Teniente General. En el año 1943, tuvo valor, junto a otros generales, de decirle al Generalísimo Franco que debía de reinstaurarse ya la monarquía. No molestó esto al líder nacional, que le nombró sucesivamente Capitán General de las V y III Regiones Militares, además de llegar a ser procurador en Cortes. Pero, sin duda, por lo que ha pasado a la historia es por ser el protagonista de la última batalla romántica en territorio español con la épica carga de sus jinetes, a pecho descubierto, frente a los fusiles y maquinaria enemiga.





La fames calagurritana. La fidelidad hispana llevada al extremo.

Como ya anunciamos en el artículo sobre Sertorio, vamos a dedicar este breve artículo al pueblo de Calagurris, que siguiendo el ejemplo de Numancia, ofreció una salvaje resistencia, todo en honor de la fides que habían jurado a su líder, ya muerto, el romano Sertorio.
Tras un primer asedio por parte de las tropas de Pompeyo y Metelo en el año 74 a.C., levantado este por la intervención de Sertorio, que le causa 3000 bajas al enemigo, la unión de Calagurris con su salvador se refuerza. Pese a este rescate, las consecuencia para la ciudad son muy duras, ya que las tierras de alrededor han quedado devastadas por los ejércitos romanos enemigos. A esto se suma que Pompeyo, orgulloso general donde los haya, no olvidará este fracaso y mantendrá Calagurris en su punto de mira.
Como ya contamos, el cambio de política en Roma, donde los populares vuelven a ser tolerados y a coquetear con el poder, hace que la legitimidad de Sertorio quede muy dañada. Se inicia su declive en el año 73, hasta que es traicionado y asesinado al año siguiente. Parece ser, que el asedio a Calagurris se inicia ya en el 73 que inmersos ya en la resistencia se enteraron de la muerte de su líder y aliado, pese a lo cual siguieron luchando.
Pompeyo decidió delegar la dirección del asedio a su lugarteniente Afranio. La obstinación de este pueblo y su negativa a la redición conmovió a los cronistas romanos de varias épocas, y serán varios los que estampen por escrito esta gesta. Ante la falta de víveres y para no cesar en su lucha, se da el conocido episodio de la fames calagurritana, por el cual recurren al canibalismo, hasta el punto de, según Salustio, recurrir a salar los cadáveres para alargar su conservación. El mismo Salustio sirve de fuente a un autor posterior, Valerio Máximo, que fue el que retrató el episodio con mayor crudeza:

“La macabra obstinación de los numantinos fue superada en un caso semejante por la execrable impiedad de los habitantes de Calagurris. Los cuales, para ser por más tiempo fieles a las cenizas del fallecido Sertorio, frustrando el asedio de Cneo Pompeyo, en vista de que no quedaba ya ningún animal en la ciudad, convirtieron en nefanda comida a sus mujeres e hijos; y para que su juventud en armas pudiese alimentarse por más tiempo de sus propias vísceras, no dudaron en poner en sal los infelices restos de los cadáveres”.

Seguramente los autores más contemporáneos dieron más detalles del asedio, pero sus obras no han llegado a nuestros días. Existe una leyenda acerca de una figura conocida como “la Matrona”. Al parecer esta era la última mujer que quedaba con vida en la ciudad y su función era encender por las noches todas las cocinas de la ciudad, para que al ver el humo de estas, los romanos creyeran que aún quedaba mucha gente con vida. En su honor se erige en la actual ciudad de Calahorra una estatua con unas inscripciones que rezan:

- "Prevalecí contra Cartago y Roma"


- "Consiguió Calahorra el trofeo de vencedora e invencible por la nobleza de su sangre, por su estirpe, por las ciencias, por sus virtudes y por su valor guerrero".


- "Muy Noble, Muy Leal y Fiel Ciudad de Calahorra".

La ciudad se reconstruyó varios años después, ya muy romanizada. Pero, lo cierto, es que este nuevo episodio de resistencia reafirmó la fama de gente dura que los hispanos tenían entre los romanos. Así mismo, volvían a demostrar ser un pueblo fiel, leal a sus líderes. El mismo Augusto tendría durante años una guardia personal formada exclusivamente por calagurritanos, sabedor de que tras haberle jurado fidelidad, nunca le traicionarían.


Estatua de La Matrona


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