lunes, 28 de noviembre de 2011

LA UNIDAD EZQUERRA.

Es bastante conocido el hecho, de que tras retirar Franco a la División Azul del frente del Este, aún quedó por unos meses una unidad española combatiendo a la cual se llamó Legión Azul. Pero, lo que es menos sabido es que después de la retirada de esta unidad, hubo bastantes idealistas españoles que se negaron a abandonar la lucha y se alistaron en las Waffen SS, en la organización Todt o en otras unidades alemanas. También en una unidad conocida como “El Batallón Fantasma”, pues su existencia nunca fue oficial y era como un rumor entre los españoles que estaban exiliados en Alemania. La historia de uno de estos hombres,-y que dio nombre a una unidad especial integrada en su mayoría por españoles-, es la que vamos a tratar a continuación. Es la historia de Miguel Ezquerra, que el mismo recogió en su libro “Berlín, a vida o muerte”.

Foto de Miguel Ezquerra con uniforme
de las Waffen SS.
Miguel Ezquerra era un maestro aragonés de Huesca, de ideas fascistas, que junto a otros compañeros pasaba las tardes hablando de política en las mesas del Café Universal, donde muchas veces entraron en refriegas con otras mesas, ocupadas estas por comunistas. En una de estas mesas les sorprendió el inicio de la Guerra Civil. No dudó en alistarse en el bando nacional y combatió en los frentes de Madrid, Aragón y Extremadura encuadrado en la 7ª Bandera de Falange. Acabó la guerra en Málaga como Teniente provisional. Tras el fin de la contienda, se licencia y vuelve a su oficio. Pero convencido fascista como era, más allá de las ideas de Falange, nada más estallar la II Guerra Mundial, se presenta en la embajada alemana como voluntario. Allí le agradecen su entusiasmo y toman nota de su nombre por si le hubieran de llamar en un futuro. Tras esto se va destinado a Bayona como profesor de español.
Al formarse la División Azul, no consiguió plaza en el primer reemplazo, pero si en uno posterior, a finales de 1942, renunciando a su grado de Teniente y entrando como soldado. Pero una orden obligaba a los oficiales provisionales a partir con su anterior grado, y así será encuadrado en el Batallón del Comandante Millán.
Tras la mencionada retirada de las fuerzas españolas de Rusia, vuelve de nuevo a la embajada alemana, pues su compromiso con la causa del Eje es total. De nuevo agradecen su predisposición, pero le dicen que tendrá que cruzar la frontera y llegar adonde están las fuerzas alemanas por sus propios medios. Franco, que ya creía irremediable la derrota del eje, había ordenado cerrar la frontera, castigando con la cárcel a quien quisiera cruzarla con el propósito de unirse a los alemanes. Pese a todo, y dejando mujer y 2 hijas detrás, Ezquerra se la juega. En el camino a la frontera conoce a otros españoles que van con el mismo propósito y tras amenazar a un guarda consiguen cruzar la frontera donde son detenidos por los alemanes, a los cuales explican que han venido a unirse a ellos. Como Ezquerra había sido oficial en la División 250 es separado de sus compatriotas, la mayoría vascos y gallegos, a los cuales irá visitar en cuanto pueda.
Son trasladados al campamento de Stablatt, donde hay ya más de 400 españoles. En un principio le encuadran como soldado. Tras unos incidentes con un oficial alemán, es llevado a dar explicaciones. Conforme con las mismas, los alemanes le nombran Capitán. Su primera misión es facilitar el paso por la frontera francesa a los españoles, que, como él, quieren luchar por el Eje.
Debido a su valía, es reclutado por el servicio secreto alemán, dependiendo de un tal Capitán Kronos. Estará un tiempo en Paris recibiendo la instrucción necesaria para el desempeño de estas tareas.
Reproducción del uniforme de la Unidad Ezquerra
La situación para el Eje es cada vez más difícil y se le pone al frente de una Compañía de españoles encuadrado en le División Brandemburgo para tratar de frenar el avance aliado en la segunda quincena de Julio. En la lucha contra las fuerzas que habían desembarcado en Normandía cumplen con creces, pero a costa de perder el 65% de sus efectivos ante la arrolladora superioridad aérea aliada. Paris es tomada por sus enemigos, siendo los primeros tanques en entrar en la capital francesa, los tripulados por exiliados españoles. Ezquerra debe de huir a Berlín y de allí pasa a Viena, donde encontrará los restos de su compañía española y vuelve a la capital del Reich.
Los alemanes cada vez confían más en la capacidad de Ezquerra y le ofrecen crear un comando de operaciones especiales como otros 36 españoles. Tras un periodo de instrucción, el comando se cubrirá de gloria en la Batalla de las Ardenas. En esta ofensiva alemana para frenar la iniciativa que los aliados habían tomado tras Normandía, se pretendía romper sus líneas, ya bastante frenadas por las lluvias torrenciales que cayeron en Noviembre de 1944. La misión del comando español, junto a otros muchos, era infiltrarse en las líneas enemigas para congestionar su retaguardia, para así facilitar el paso de las fuerzas alemanas. Con un frió atroz y una gran nevada, que a los españoles les recordó la famosa Batalla de Teruel en la contienda fratricida hispana; se inició el movimiento el 14 de Diciembre. La noche del 15 divisaron un campamento norteamericano que albergaba una gran cantidad de obuses y munición artillera. Tras colocar sigilosamente cargas explosivas sobre los depósitos de munición, al amanecer las detonaron. Los norteamericanos empezaron a salir de sus tiendas despavoridos y fueron recibidos por un nutrido fuego de ametralladoras. Creyendo que los alemanes habían superado sus líneas, no tardaron en rendirse, sumando 300 prisioneros ante esos 36 españoles que en la acción solo sufrieron tres muertos y dos heridos.
El éxito de esta acción llegó a oídos de Hitler, que da permiso para que haga más comandos de españoles. Mientras estaba en ello, el alto mando alemán piensa que es mejor crear una unidad especial donde estén todos los españoles de las Waffen SS y los alistados en el ejército alemán, ya que por el carácter hispano, no se integran bien en la cuadriculada mentalidad y disciplina alemana. Es así como nace la UNIDAD EZQUERRA, llamado así por los alemanes, pese a que al propio Ezquerra no le agradaba.
La Unidad Ezquerra se hará famosa en la resistencia de Berlín ante la entrada de los rusos, pues allí fue destinada tras su formación, que coincidió con la última batalla de la guerra. Ya en un primer momento consiguen destruir cuatro tranques rusos en una acción en la que el propio Ezquerra es herido. Son enviados a la calle Kronen donde acaban con otros 5 tanques, además de aniquilar a gran cantidad de soldados rusos que los acompañaban en su avance, Destaca aquí la acción de un soldado español conocido como “El Chato”, que destruye el solo tres tanques. La principal arma contra los blindados eran los “puños de hierro”, cuyo nombre en alemán era Panzerfaust y que era una especie de bazoca.
Ezquerra es ascendido a Teniente Coronel por estas acciones y le encargan una nueva defensa. Debe ir a Postdam Platz y ocupar un edificio del que solo quedan las ruinas. Allí su unidad entabla una cruenta batalla, pero su disciplina y la elección de buenas posiciones, hace que consigan destruir otros 15 tanques, además de aniquilar a dos batallones de infantería ligera rusa. A lo largo de la defensa, Ezquerra destaca en su libro, como los rusos combatían completamente borrachos, cuando no drogados, para evitar que el miedo se apoderada de ellos.
Las acciones de estos bravos españoles siguen dando que hablar y el mismísimo Hitler hace que le traigan al jefe de estos jabatos a su bunker. Allí le impone a Ezquerra la Cruz de Caballero, la máxima condecoración alemana, y le ofrece la nacionalidad alemana. Ezquerra lo agradece, pero rechaza esta última, pues él es español por los cuatro costados. Ezquerra apunta, que pese a testimonios posteriores, él vio muy entero a Hitler en aquellos momentos en los que se aproximaba su fin.
Vuelve Ezquerra con su unidad y continua la lucha. Limpian de rusos el Reichbank, vuelven a la plaza Postdam y entran a combatir en el Hotel Kaiserhof. Los alemanes ya saben que la resistencia es inútil y la derrota segura y algunos mandos intentan dialogar con los rusos. Estos, cuando no disparan sobre los portadores de la bandera blanca, se niegan a cualquier tipo de acuerdo.
En un último intento desesperado, se envía a su unidad a un puente para tratar de pasarlo y romper el cerco ruso. Al destino solo llegan él y el Sargento Pinar. El resto de sus hombres, exceptuando unos pocos que han huido, han perecido como valientes en la defensa de Berlín. Tras volver al Ministerio del Aire, donde se aglutinan los últimos reductos de resistencia, se enteran de la muerte de Hitler. Alemania se rinde y sus soldados se entregan a los rusos.
Ezquerra tiene claro que no va a acabar en un gulag ruso y prefiere morir en el intento de escapar. Tras varios días de marcha, al llegar a Polonia consigue su propósito junto a otros cuatro españoles. Se separaran para tener más éxito. Ezquerra sufrirá una autentica odisea para poder llegar a pie prácticamente durante todo su itinerario, a su añorada España. De Berlín ira a Paris y luego a Burdeos, siempre a escondidas y falsificando su identidad, pues en todas las listas de los españoles buscados por los nuevos amos de Europa, Miguel Ezquerra está en primer lugar. Trabará grandes amistades, incluso con gente que había sido enemiga, y sufrirá el abandono de otros que creía camaradas. Pero, finalmente, tras mucho sufrir llegará la frontera donde la Guardia Civil le dará el alto, algo que para Ezquerra significaba que ya estaba en casa.
Poco se sabe de su vida posterior. Se dice que trabajó en los servicios secretos españoles y que incluso se alistó en la Legión Extranjera Francesa. Murió en Madrid en 1984 y sus restos descansan en el cementerio de la Almudena junto a los de los otros divisionarios.

Esquela publicada tras la muerte de Ezquerra

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