domingo, 30 de octubre de 2011

O caja o faja. Juan Prim, el general político.

Fue el siglo XIX español un periodo especialmente prolífico en guerras, tanto de defensa contra el invasor, como civiles y sin faltar las exteriores. Asociadas a estas, se vivieron periodos de gran convulsión en la política, con idas y venidas de dinastías monárquicas, múltiples cambios de gobiernos y gran cantidad de pronunciamientos militares. Es el siglo en el que nace el fenómeno de los “espadones”, generales que se metían en política, ocupando cargos de todo tipo en el gobierno, o derrocando a este para traer uno nuevo. Esta figura del general político se hizo muy común en España, pero quizás hay uno que destacó sobre todos y ese es Juan Prim y Prats.

Grabado de Prim con la bandera en Castillejos.
Prim nació en Reus en 1814, hijo de un notario que había servido como capitán en la Primera Legión Catalana durante la guerra de la independencia y que también combatió a los carlistas mandando el Batallón de Tiradores de Isabel II, retirándose como Teniente Coronel y volviendo a su notaría. Con 19 años sintió Prim la llamada de las armas y se alistó como soldado en el Batallón que había mandado su padre. Pronto destacó sobre el resto por su valor y fue promovido a oficial. No hizo esto menguar su empuje, sino muy al contrario luchó siempre en primera línea. Fue herido en la toma de Vilamajó del Vallés y ascendió a capitán poco después por meritos de guerra. Recibe su primera Cruz Laureada de San Fernando cuando captura en San Miguel de Serradell la bandera del 4º Batallón carlista. Sigue sumando heroicidades y es ascendido a Comandante cuando escala las murallas de Solsona y abre sus puertas. Otra valerosa acción en Angers le vale el ascenso a mayor de Batallón y se le concede el mando de la zona Solsona-Castellvell, de gran importancia para el paso de los convoyes carlistas. Sus acciones en esta área, en las que fue varias veces herido le llevaron a ganar su segunda Laureada y ser nombrado Coronel. Tenía solo 26 años, era bilaureado, había conseguido todos sus ascensos en guerra y lo más importante, era un mito entre sus hombres y un héroe popular.
Finalizada la contienda contra los carlistas, empieza su carrera política, la cual tocaremos aquí mínimamente. Enemistado con el General Espartero, al llegar el General Serrano al Ministerio de la Guerra, ascendió a Prim a Brigadier.
La oposición a Espartero había hecho surgir juntas revolucionarias en varias ciudades, siendo Barcelona donde más fuerte se hicieron. Para acabar con este foco se nombró a Prim gobernador militar y comandante general de la provincia. A los milicianos de la junta de Barcelona se les conocía como “jamancios”, de jamar, forma calé de decir comer. El núcleo más radical de esta junta conocida como “jamancia” era el batallón de la blusa”, formado por unos obreros que habían ocupado el cuartel de Atarazanas. Al intentar dialogar con ellos, Prim solo recibió burlas. Fue entonces cuando dijo la famosa frase de “o caja o faja”, refiriéndose a que o vencía y obtenía la faja de general, o moriría en el intento y acabaría en una caja mortuoria. Prim, pacificó tanto Barcelona como la provincia y otras zonas de Cataluña, por lo que consiguió su faja y además fue ennoblecido con los títulos de conde de Reus y vizconde del Bruch.

Prosiguió su carrera política con altibajos y enfrentamientos con los hombres fuertes del momento. En 1853 consiguió ser comisionado a la Guerra de Crimea como observador. Su espíritu inquieto no le permitía estar parado y no dejó de dar consejos a los generales turcos, que fueron bien apreciados, por lo que el sultán le regaló un sable de honor y le recompensó con la condecoración de Medjidie.

De vuelta a España continuó con su carrera política hasta que en 1859 el gobierno de O´Donell le declaró la guerra a Marruecos por unos incidentes en las fronteras de las ciudades españolas de África. A Prim se le otorgó un mando aparentemente secundario, el de la División de Reserva. Pero no era Prim un conformista, así que creó un batallón de voluntario catalanes con 466 hombres, a los que uniformó de forma característica, con el atuendo de los pageses catalanes y con la barretina como prenda de cabeza. Cuando los catalanes desembarcaron en África, Prim los recibió con este discurso:

" Soldats! Catalunya, que us ha dit adéu amb un gran entusiasme, les mares, els germans, els amics, tots us contemplen amb orgull. No deixeu mai en l'oblit que sou els dipositaris de la seva honra y la de tots els vostres paisans, aviat tindreu la dita d’abraçar altre cop a les vostres families, amb la front coronada de llorers; i els pares, les mares, les dones, els amics, diran plens d’orgull, al donar-vos una abraçada: Tu ets un valent català. Visca Espanya!"


“¡Soldados! Cataluña, que os ha dicho adiós con un gran entusiasmo, las madres, los hermanos, los amigos, todos os contemplan con orgullo. No dejéis nunca en el olvido que sois los depositarios de su honra y la de todos vuestros paisanos, pronto tendréis la dicha de abrazar otra vez a vuestras familias, con la frente coronada de laureles; y los padres, las madres, las mujeres, los amigos, dirán llenos de orgullo al daros un abrazo: Tu eres un valiente catalán. ¡Viva España!!

Destacaron en las famosas acciones de Castillejos y Wad Ras, siendo fundamental la acción personal de Prim en el cabo Negrón y en la Batalla de Tetuán, donde llegó a alcanzar el campamento de Muley Abbas. Pero es la de Castillejos la batalla que ha pasado a la historia, cuando en medio de la refriega, viendo que el Regimiento del Príncipe estaba en serias dificultades, agarra la bandera del Regimiento de Córdoba que se había mandado en su refuerzo y la enarbola con un discurso para la historia:

"Soldados podéis abandonar esas mochilas porque son vuestras, pero no podéis abandonar esta Bandera, que es de la Patria. Yo voy a meterme con ella en las filas enemigas ... ¿Permitiréis que el estandarte de España caiga en poder de los moros? ¿Dejareis morir solo a vuestro general? ¡Soldados! ... ¡Viva la Reina!"

Acabado el discurso, sin pararse a ver si había hecho mella, se lanzó contra las líneas moras. Los soldados del Córdoba no le dejaron solo y le siguieron dando vivas al general y haciendo huir al enemigo.
Prim conocía bien la psicología de los soldados y la gente en general. Tampoco olvidaba que una buena acción tiene que tener una mejor propaganda. De ahí que se hubiera llevado becado a esta guerra a su paisano Mariano Fortuny, que tan bien supo retratarla para mayor gloria de Prim.

Acabada la guerra en África, su último gran mando de operaciones fue la expedición a México, cuando el gobierno de Benito Juárez suspendió el pago de su deuda, cosa que afectaba a España, Francia e Inglaterra. Debido a esto llegaron a un acuerdo para intervenir militarmente en territorio mexicano. Prim comandaba la fuerza española, pero pronto se percató que la intención francesa era poner como soberano a Maximiliano de Austria y apoderarse del territorio. Por ello Prim, pese a las críticas abandonó el país y volvió a España.

En los siguientes años Prim fue ganando cada vez más el favor popular, pese a que tuvo que desterrarse cuando las cosas pintaban mal; hasta que en 1868 fue el principal artífice de la revolución conocida como “La Gloriosa”, cuando aliado con el Almirante Topete y el General Serrano entre otros, vencieron a las tropas leales a la reina Isabel II y esta hubo de exiliarse a Paris.

Prim llegó a convertirse en presidente del gobierno en una época nada fácil de llevar. Una de sus misiones era conseguir un nuevo rey para España, pero se negaba a que tuviera nada que ver con los Borbones. Tras muchos intentos y varios ofrecimientos rechazados o retirados para no chocar con las potencias del periodo, consiguió que el duque de Aosta, Amadeo de Saboya, aceptara. Pero pocos días antes de que el nuevo rey llegara a Madrid, un 27 de Septiembre de 1870, Prim fue tiroteado dentro de su coche de caballos en la calle del Turco. Recibió cinco heridas y luchó contra la muerte hasta el día 30 murió al llegar la noche.

El Prim político podrá gustar más o menos, pero nadie podrá dudar del Prim militar, un catalán de Reus, orgulloso de ser español y que tanta gloria dio a sus armas.


Monumento a Prim en su ciudad natal de Reus.

Bibliografía: -A golpes de sable, de Gabriel Cardona.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Baltasar Queija de la Vega, el novio de la muerte.

Baltasar Queija de la Vega
Si hay un himno militar en España famoso y conocido por el público en general, ese es El Novio de la muerte. Esta canción legionaria ha sido capaz de emocionar con el paso de los años a muchas generaciones. Su letra, la tremenda y triste historia que narra, es capaz de tocar la fibra sensible de aquellos que la escuchan, sean civiles o militares, y que sea tarareada en espacios y lugares muy diferentes. Pero, lo más emotivo de esta canción, es que se basa en una historia real, en la del Cabo Baltasar Queija de la Vega, el primer muerto que tuvo la Legión Española, el que abrió la lista de esos 10.000 Caballeros Legionarios que sacrificaron su vida en el altar de la Patria.
Queija de la Vega había nacido en el onubense pueblo de Minas de Riotinto un 21 de Mayo de 1902. Con tan solo 18 años, en Noviembre de 1920 se alista en la recién creada Legión, conocida entonces como Tercio de Extranjeros, concretamente en la II Bandera. Parece ser, que el motivo de su llegada al Tercio, fue una discusión con tuvo con su novia, una chica de su mismo pueblo. No sabemos como de grave fue el enfado, ni que pretendía Queija de la Vega con su marcha; pero el caso es que al poco de llegar a la Legión recibe una carta donde se le comunica que su amada había fallecido. El joven Cabo, que desde su llegada al Tercio se había destacado como un eminente poeta y romántico, recibe la noticia como un cuchillo en el corazón. El propio Millán-Astray dijo en la revista “Nuevo Mundo”, que aunque el muchacho era bravo como un león, lo vio llorar desconsolado al recibir la misiva y que al interesarse por él el fundador, el poeta legionario le dijo “Mi Teniente Coronel, ¡Ojalá que la primera bala que se pierda sea para mí!”
Y así fue, al poco tiempo, cuando su escuadra se retiraba al campamento de Zoco el Arbáa de Beni Hassán, al sur de Tetuán, después de haber estado prestando unos servicios de seguridad en la zona, recibieron un ataque de los cabileños. El día estaba ya cayendo y resistieron con valor el fuego enemigo que pretendía acabar con ellos y robarles las armas. Aunque se rechazó con éxito el ataque, la Legión acababa de entregar su primer hombre a España, el Cabo Queija de la Vega encontró esa bala perdida que le llevo a reunirse con su amor. La historia que dio origen a la canción se debe a que al recoger su cuerpo, además de encontrar la trágica carta donde se le comunicaba la muerte de la novia, tenía también un pequeño poema escrito que decía lo siguiente:

                                                                     Somos los extranjeros legionarios

                                                                     El Tercio de hombres voluntarios

                                                                      Que por España vienen a luchar

Cartel del Teatro donde se cantaba
El Novio de la Muerte
Millán-Astray ordenó que se le diera sepultura con todos los honores militares. No tardó su bella y romántica historia en darse a conocer y esta inspiró al escritor Fidel Prado para crear la letra de la canción, a la cual puso música el músico catalán Juan Costa. En un principio el ritmo de la canción era el de un cuplé y como tal sería interpretada por primera vez por la artista Mercedes Fernández González, de nombre artístico Lola Montes, en el Teatro Vital Aza de Málaga. En una de las funciones estaba presente la Duquesa de la Victoria, encargada de dirigir los hospitales de la Cruz Roja en Marruecos. Como era el verano de 1921 y habían empezado las operaciones del General Silvestre para pacificar el Rif, la Duquesa, encantada con la canción, convenció a Lola Montes de que fuera a Melilla a cantarla para motivar a las tropas. Allá que fue la cupletista y allí que se encontró con el desastre de Annual y con la llegada de la Legión para salvar a la ciudad española. Al conocer Millán-Astray la canción no dudo en adoptarla para sus bravos hombres que tanta sangre derramaron en aquellas difíciles jornadas.
Desde entonces El Novio de la Muerte quedó como himno oficioso de la Legión, con la única variación de la música, que se adaptó a ritmos más marciales.
Para acabar un video donde se narra brevemente la evolución de la canción.


Bibliografía: http://www.revistatenea.es/

domingo, 2 de octubre de 2011

Antoni Franch i Estalella, un héroe sin leyenda.

En muchas ocasiones, las leyendas con que se envuelven a las batallas nos nublan la vista y no nos dejan ver con claridad que pasó realmente en ellas. Se magnifican supuestas intervenciones divinas o hechos extraordinarios que roban el protagonismo a los verdaderos héroes, de carne y hueso, responsables de esas victorias. Es el caso de Antoni Franch i Estalella, considerado por varios historiadores como el verdadero héroe de la Batalla del Bruch. No seremos nosotros los que negaremos la existencia del famoso timbaler, al que hace tiempo dedicamos un artículo, pero nos parece de justicia honrar con estas breves líneas a este patriota que vio sus acciones engullidas por la leyenda del tamborilero.
Grabado de Franch junto a su familia.
Franch nació en Igualada en 1788, siendo de familia acomodada y con tierras, se dedicó como muchos en la zona al negocio textil.
Tras el inicio de la revuelta contra los invasores franceses, es de los primeros que intenta organizar la defensa de su tierra. Así. El 4 de Junio consigue que el Consistorio de su pueblo lo comisione a Vilafranca del Penedés para pedir armas a sus vecinos. Consigue 97 escopetas para el somaten de su pueblo, del cual es el líder y con estas fuerzas se dirige al paso del Bruch donde actúan en la primera batalla, aquella en la que los franceses se vieron sorprendidos en la montaña mágica por las partidas de somatenes, el segundo batallón de la guardia valona, unos cuantos soldados suizos que permanecían fieles a España, además de algunos soldados de la guarnición de Barcelona que habían desertado para no servir a las ordenes de los franceses. Los franceses, comandados por el General Schwarz, creyeron verse atacados por un ejército profesional y decidieron retirarse dejando 320 muertos y perdiendo un cañón, además de tener 600 heridos. En esta maniobra de retirada por varios puntos, las fuerzas que se dirigían hacia Igualada, fueron interceptados por Franch y su somaten, que con su centenar de escopetas, más hachas y otros elementos punzantes, frenaron a los franceses en esta ruta.
Antes de la segunda Batalla del Bruch -la que ha pasado a la historia por el tamborilero-, Franch y sus hombres participan en pequeñas confrontaciones en L´Ordal, Molins de Rei y la Roca de Daroch en Pallejà.
Llegado el día 14, los franceses vuelven al Bruch, comandados por el General Chabran, ya saben lo dificultosos del terrero y están alertas. Dejando la leyenda de lado, se dice que fue la estrategia de Franch la que trajo la victoria. Los franceses se dividieron en dos columnas, la principal llega al pueblo de Bruc Baix, mientras que la otra se ocupa de los flancos donde traba combate con los somatenes. Estos simulan una huida para que los franceses los persigan hasta una zona que estaba totalmente batida por los cañones de los patriotas. Llegados a esta zona los franceses son machacados y la metralla hace estragos en sus filas. Los supervivientes se retiran desordenados hacia la columna principal y empieza a cundir el pánico entre los franceses que creen que son atacados por fuerzas mucho más numerosas. Es aquí donde entra en juego la leyenda, ¿lo creyeron por el retumbar del tambor en las paredes de Montserrat? Tras arrasar el pueblo del Bruc, los franceses vuelven a retirarse derrotados de la montaña mágica.

Antoni Franch siguió luchando contra los franceses en las jornadas posteriores, siempre por los pueblos de la zona. En Febrero de 1809, los francés entran en Igualada, queman su casa y arrasan sus tierras en represalia. Poco después, Franch los ataca en Manresa, con 500 hombres bajo su mando, consiguiendo crearles serias bajas y robándoles dos carros llenos de munición. Pero, junto a la del Bruch, su acción más destacada fue cuando días después, con ya 1800 hombres, vuelve a humillar a Chabran, al que obliga a abandonar suposición en el río Llobregat, rompiendo así esta línea.

Tras disolverse la junta de resistencia en Agosto, es elegido alcalde en su pueblo y poco más se sabe de sus acciones hasta el final de la guerra, cuando es nombrado Teniente Coronel por los meritos acumulados en la guerra.

En Igualada no han olvidado a su vecino y tiene dedicada una calle y una estatua.
Hay una pequeña obra sobre su historia, cuyo autor es Francisco Barado Font y titulada
"Don Antonio Franch y Estalella, héroe del Bruc y primer caudillo catalán en la guerra de la Independencia."


Estatua de Franch en Igualada.

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