Guión de la II Bandera |
El Comandante Fontanes no fue estrictamente uno de los mandos fundadores de la Legión, pero tomó el mando de la II Bandera poco después de su creación, ya que su predecesor, el Comandante Cirujeda, tuvo que abandonar el mando por enfermedad apenas seis meses después de su creación. Así, ya en Abril de 1921 Fontanes lideraba esta histórica Bandera de la Legión, y con ella participó en la defensa de Melilla y posteriores operaciones tras el desastre de Annual.
Había nacido en 1879 en Manzanares, provincia de Ciudad Real y con 18 años ingresó en Toledo en la Academia de Infantería. Tras sus estudios y el paso por varios regimientos peninsulares y de África es destinado al Tercio de Extranjeros, incorporándose a su Bandera en la posición de de Zoco el Arbaa e iniciando las operaciones inmediatamente en la zona occidental del Protectorado. Trasladada la Bandera a la zona oriental tras los mencionados hechos de Annual, sus acciones, junto a la de las otras Banderas y resto de fuerzas españolas, fue decisiva para salvar Melilla e iniciar la reconquista del territorio perdido.
Sería en una de estas acciones, la toma de Amvar, en la meseta de Arkab, iniciada el 18 de Marzo de 1922, cuando Fontanes fue herido de gravedad en el vientre, para encontrar la muerte en la madrugada del día 20. La operación de la toma de Amvar duró tres días y fue la primera vez que se utilizó el apoyo de carros de combate –Renault FT 17- para facilitar el avance de la infantería. En un principio, cubrieron el avance de los legionarios para tomar la loma, pero al llegar a un barranco tomaron la vanguardia y aunque con sus ametralladoras iban consiguiendo barrer al enemigo, la inexperiencia de combatir con estas máquinas, hizo que se quedaran pronto sin combustible, por lo que quedaron inútiles y fueron rodeados por numerosos enemigos que acabaron con bastantes de sus tripulantes. Los legionarios, tras superar el barranco, ven lo que está pasando y corren a salvar a los tripulantes que huyen y además consiguen sacar de dentro de un carro a un capitán y a un soldado. Chocan de forma muy violenta contra los rifeños en esta acción y varios caen heridos. Será cuando el propio Comandante Fontanes, en primera línea, vaya a animar a un legionario herido, cuando reciba el fatídico disparo.
El Comandante Fontanes en el medio de la foto con los guiones de la I y II Bandera a los lados. |
El fundador y jefe de la Legión en esos momentos, el Teniente Coronel Millán-Astray, no dudó en escribir a la madre de Fontanes para decirle lo siguiente:
"Fue uno de mis principales colaboradores en la organización de La Legión....". "Era su vida privada la de un santo, dedicando cuanto ganaba al cuidado de sus nueve hijos y pasando él personalmente privaciones que, aunque dignamente las ocultaba, no podían pasar desapercibidas....". "He dispuesto que su nombre en letras de oro figure en un cuadro de honor, él sólo, que adorne el despacho del Jefe de La Legión entre el retrato de SSMM y el pergamino de la ejecutoria de la Orden del Ejército en que se felicitaba a La Legión por su comportamiento en el territorio de la Circunscripción de Melilla, entre los que era figura principal su hijo, el Comandante Fontanes.... ". "Estoy de luto como ustedes, ordené desde el campo que La Legión entera se sintiese de luto por la pérdida de aquel bravo...."
Pero, quizás, el testimonio más conmovedor sea el del periodista y legionario Carlos Micó, quien, en su recientemente reeditado libro “Los Caballeros de la Legión”, apunta:
"lgnoro aún los detalles de las circunstancias en que fue herido el heroico Comandante. Solo puedo ofrecer al lector el conmovedor relato que me hizo alguien.
El día antes de ser herido hablaba el Comandante con el Capitán Médico señor Pagés, que tantos cientos de vidas ha salvado en el Ejército de África.
-Cómo se conoce que es usted soltero, mi Comandante; si no, no se batiría con tanto desenfado, con ese denuedo.
--¿Cómo soltero? Viudo y con nueve hijos, dos varones; el mayor de éstos, aún menor de edad, es fraile; el que le sigue se está preparando para ingresar en el Cuerpo de Correos. Las niñas son muy pequeñitas todavía. Ahora viven son su abuela, mi madre, ya ancianita. Hace un mes que murió mi hermana, que era quien las cuidaba.
Y ante un significativo gesto de piedad y de estupor que hiciera el Capitán Pagés, el Comandante Fontanes prosiguió humildemente, como si quisiera disculparse de su temeridad, hacerse perdonar su diario heroísmo:
--Es que no se me ocurre que me pueda pasar nada; como oye uno tantas balas y aún no me ha dado ninguna, me he acostumbrado a no concederles mucha importancia. Además, se curan tantos que hay que pensar que no todos los proyectiles traen la muerte. Lo único que me preocupa muchas veces son las heridas de vientre.
--Pues esas heridas no deben preocuparles más que las otras. Con tal de poder hacer la primera cura dentro de las cuatro horas que siguen al momento de producirse la herida, no hay gran peligro de muerte. A mí no se me ha muerto ningún herido en esas circunstancias.
Y como el Capitán Pagés, que está reputado con justicia como uno de los tres mejores cirujanos del Cuerpo de Sanidad, infunde gran confianza, el pobre Fontanes no olvidó estas palabras.
Al día siguiente de haber tenido esta conversación fue cuando cayó herido de un balazo; la balita de plomo habíasele alojado en los intestinos. Cuando lo transportaban en camilla a un lugar desenfilado de los proyectiles enemigos, dijo, sacando su reloj y mirando la hora:
--Que avisen al doctor Pagés, a ver si puede venir. Dónde está? Eran las dos de la tarde. El heliógrafo funcionó preguntando por el Capitán Pagés, que se encontraba a muchos kilómetros de distancia, no se sabía dónde.
A las cuatro sacó de nuevo su reloj:
--¿Han avisado al doctor Pagés? --volvió a preguntar--. Parece que tarda; han pasado ya dos horas.. . "A las cinco:" No va a llegar.. . Queda poco.. . "Transcurrida otra inacabable hora, volvió a consultar su reloj y dijo:
--Son las seis; ya venga o no venga.. . Ya no importa.. . ya es tarde... Mis pobrecitos hijos.. . No volvió a mirar más la hora. Transcurría la noche triste en medio de aquel campo, sin la augusta calma que a esas horas suele bajar de las estrellas; el fuego horrísono; la tragedia conmovía a la naturaleza. Un rayo de luna bañaba la faz del moribundo, iluminando sus últimos momentos. Ya de madrugada, dijo sus últimas palabras:
--Mis hijitos. .. Pero es por la Patria; no importa. Decid al Teniente Coronel que muero gritando: ¡Viva La Legión!
"Y este grito, que a todos siempre nos conmueve profundamente, se le ahogó en la garganta, atropellado por el estertor de la agonía".
"Los hombres que rodeaban su camilla mortuoria, esos hombres avezados, de corazón siempre enhiesto de entusiasmo y de virilidad, rompieron a llorar a raudales, acongojados"
El Comandante Fontanes pasaba a la historia como el primer jefe de la Legión caído en combate y la II Bandera “Carlos I”, -esa que tras 87 años fue disuelta por aquellos que tanto mal han hecho a España- contribuía con más sangre a la gloria de España, ya que el primer oficial muerto, el Capitán Pompilio Martínez Zaldívar, también calló bajo el guión del águila imperial.
Actualmente, los restos del Comandante, ascendido a título póstumo a Teniente Coronel, descansan en Melilla en el Panteón de los Héroes de las Campañas, en el nicho 7 de la fila 3.
Bibliografía: Trabajo de Eduardo Sar Quintas y José Antonio Cano Martín De la Asociación de Estudios Melillenses.