miércoles, 30 de noviembre de 2011

Comandante Fontanes, el primer jefe caído de la Legión.

Guión de la II Bandera
La historia del Comandante de Infantería Don Carlos Rodríguez Fontanes es de las más tristes de las de los 10000 hombres que dieron su vida por la Legión y por España. Padre viudo de 9 hijos, dejó a estos en la orfandad cuando el más mayor aún no había alcanzado la mayoría de edad. A esto se suma que, poco antes, su hermana, que hacía las veces de madre para los niños, también había fallecido.
El Comandante Fontanes no fue estrictamente uno de los mandos fundadores de la Legión, pero tomó el mando de la II Bandera poco después de su creación, ya que su predecesor, el Comandante Cirujeda, tuvo que abandonar el mando por enfermedad apenas seis meses después de su creación. Así, ya en Abril de 1921 Fontanes lideraba esta histórica Bandera de la Legión, y con ella participó en la defensa de Melilla y posteriores operaciones tras el desastre de Annual.
Había nacido en 1879 en Manzanares, provincia de Ciudad Real y con 18 años ingresó en Toledo en la Academia de Infantería. Tras sus estudios y el paso por varios regimientos peninsulares y de África es destinado al Tercio de Extranjeros, incorporándose a su Bandera en la posición de de Zoco el Arbaa e iniciando las operaciones inmediatamente en la zona occidental del Protectorado. Trasladada la Bandera a la zona oriental tras los mencionados hechos de Annual, sus acciones, junto a la de las otras Banderas y resto de fuerzas españolas, fue decisiva para salvar Melilla e iniciar la reconquista del territorio perdido.
Sería en una de estas acciones, la toma de Amvar, en la meseta de Arkab, iniciada el 18 de Marzo de 1922, cuando Fontanes fue herido de gravedad en el vientre, para encontrar la muerte en la madrugada del día 20. La operación de la toma de Amvar duró tres días y fue la primera vez que se utilizó el apoyo de carros de combate –Renault FT 17- para facilitar el avance de la infantería. En un principio, cubrieron el avance de los legionarios para tomar la loma, pero al llegar a un barranco tomaron la vanguardia y aunque con sus ametralladoras iban consiguiendo barrer al enemigo, la inexperiencia de combatir con estas máquinas, hizo que se quedaran pronto sin combustible, por lo que quedaron inútiles y fueron rodeados por numerosos enemigos que acabaron con bastantes de sus tripulantes. Los legionarios, tras superar el barranco, ven lo que está pasando y corren a salvar a los tripulantes que huyen y además consiguen sacar de dentro de un carro a un capitán y a un soldado. Chocan de forma muy violenta contra los rifeños en esta acción y varios caen heridos. Será cuando el propio Comandante Fontanes, en primera línea, vaya a animar a un legionario herido, cuando reciba el fatídico disparo.

El Comandante Fontanes en el medio de la foto con los guiones de la I y II Bandera a los lados.
En un principio, el Comandante de la II Bandera no se preocupó en demasía, pues poco tiempo antes había conversado con un Capitán médico amigo suyo, Fidel Pages, gran cirujano, y este le había dicho que las heridas del vientre no eran mortales si se trataban dentro de las primeras cuatro horas. Se le llamó de forma inmediata, pero el médico se hallaba muy lejos de allí y tras pasar el tiempo marcado, al atardecer, Fontanes ya sabía que iba a morir, triste sobre todo por esos nueve hijos que dejaba solos en el mundo. Además de él, hubo otros 10 muertos y 65 heridos en la acción.
El fundador y jefe de la Legión en esos momentos, el Teniente Coronel Millán-Astray, no dudó en escribir a la madre de Fontanes para decirle lo siguiente:

"Fue uno de mis principales colaboradores en la organización de La Legión....". "Era su vida privada la de un santo, dedicando cuanto ganaba al cuidado de sus nueve hijos y pasando él personalmente privaciones que, aunque dignamente las ocultaba, no podían pasar desapercibidas....". "He dispuesto que su nombre en letras de oro figure en un cuadro de honor, él sólo, que adorne el despacho del Jefe de La Legión entre el retrato de SSMM y el pergamino de la ejecutoria de la Orden del Ejército en que se felicitaba a La Legión por su comportamiento en el territorio de la Circunscripción de Melilla, entre los que era figura principal su hijo, el Comandante Fontanes.... ". "Estoy de luto como ustedes, ordené desde el campo que La Legión entera se sintiese de luto por la pérdida de aquel bravo...."

Pero, quizás, el testimonio más conmovedor sea el del periodista y legionario Carlos Micó, quien, en su recientemente reeditado libro “Los Caballeros de la Legión”, apunta:

"lgnoro aún los detalles de las circunstancias en que fue herido el heroico Comandante. Solo puedo ofrecer al lector el conmovedor relato que me hizo alguien.
El día antes de ser herido hablaba el Comandante con el Capitán Médico señor Pagés, que tantos cientos de vidas ha salvado en el Ejército de África.
-Cómo se conoce que es usted soltero, mi Comandante; si no, no se batiría con tanto desenfado, con ese denuedo.
--¿Cómo soltero? Viudo y con nueve hijos, dos varones; el mayor de éstos, aún menor de edad, es fraile; el que le sigue se está preparando para ingresar en el Cuerpo de Correos. Las niñas son muy pequeñitas todavía. Ahora viven son su abuela, mi madre, ya ancianita. Hace un mes que murió mi hermana, que era quien las cuidaba.

Y ante un significativo gesto de piedad y de estupor que hiciera el Capitán Pagés, el Comandante Fontanes prosiguió humildemente, como si quisiera disculparse de su temeridad, hacerse perdonar su diario heroísmo:

--Es que no se me ocurre que me pueda pasar nada; como oye uno tantas balas y aún no me ha dado ninguna, me he acostumbrado a no concederles mucha importancia. Además, se curan tantos que hay que pensar que no todos los proyectiles traen la muerte. Lo único que me preocupa muchas veces son las heridas de vientre.

--Pues esas heridas no deben preocuparles más que las otras. Con tal de poder hacer la primera cura dentro de las cuatro horas que siguen al momento de producirse la herida, no hay gran peligro de muerte. A mí no se me ha muerto ningún herido en esas circunstancias.
Y como el Capitán Pagés, que está reputado con justicia como uno de los tres mejores cirujanos del Cuerpo de Sanidad, infunde gran confianza, el pobre Fontanes no olvidó estas palabras.
Al día siguiente de haber tenido esta conversación fue cuando cayó herido de un balazo; la balita de plomo habíasele alojado en los intestinos. Cuando lo transportaban en camilla a un lugar desenfilado de los proyectiles enemigos, dijo, sacando su reloj y mirando la hora:
--Que avisen al doctor Pagés, a ver si puede venir. Dónde está? Eran las dos de la tarde. El heliógrafo funcionó preguntando por el Capitán Pagés, que se encontraba a muchos kilómetros de distancia, no se sabía dónde.
A las cuatro sacó de nuevo su reloj:

--¿Han avisado al doctor Pagés? --volvió a preguntar--. Parece que tarda; han pasado ya dos horas.. . "A las cinco:" No va a llegar.. . Queda poco.. . "Transcurrida otra inacabable hora, volvió a consultar su reloj y dijo:

--Son las seis; ya venga o no venga.. . Ya no importa.. . ya es tarde... Mis pobrecitos hijos.. . No volvió a mirar más la hora. Transcurría la noche triste en medio de aquel campo, sin la augusta calma que a esas horas suele bajar de las estrellas; el fuego horrísono; la tragedia conmovía a la naturaleza. Un rayo de luna bañaba la faz del moribundo, iluminando sus últimos momentos. Ya de madrugada, dijo sus últimas palabras:

--Mis hijitos. .. Pero es por la Patria; no importa. Decid al Teniente Coronel que muero gritando: ¡Viva La Legión!

"Y este grito, que a todos siempre nos conmueve profundamente, se le ahogó en la garganta, atropellado por el estertor de la agonía".
"Los hombres que rodeaban su camilla mortuoria, esos hombres avezados, de corazón siempre enhiesto de entusiasmo y de virilidad, rompieron a llorar a raudales, acongojados"

El Comandante Fontanes pasaba a la historia como el primer jefe de la Legión caído en combate y la II Bandera “Carlos I”, -esa que tras 87 años fue disuelta por aquellos que tanto mal han hecho a España- contribuía con más sangre a la gloria de España, ya que el primer oficial muerto, el Capitán Pompilio Martínez Zaldívar, también calló bajo el guión del águila imperial.

Actualmente, los restos del Comandante, ascendido a título póstumo a Teniente Coronel, descansan en Melilla en el Panteón de los Héroes de las Campañas, en el nicho 7 de la fila 3.

Bibliografía: Trabajo de Eduardo Sar Quintas y José Antonio Cano Martín De la Asociación de Estudios Melillenses.

lunes, 28 de noviembre de 2011

LA UNIDAD EZQUERRA.

Es bastante conocido el hecho, de que tras retirar Franco a la División Azul del frente del Este, aún quedó por unos meses una unidad española combatiendo a la cual se llamó Legión Azul. Pero, lo que es menos sabido es que después de la retirada de esta unidad, hubo bastantes idealistas españoles que se negaron a abandonar la lucha y se alistaron en las Waffen SS, en la organización Todt o en otras unidades alemanas. También en una unidad conocida como “El Batallón Fantasma”, pues su existencia nunca fue oficial y era como un rumor entre los españoles que estaban exiliados en Alemania. La historia de uno de estos hombres,-y que dio nombre a una unidad especial integrada en su mayoría por españoles-, es la que vamos a tratar a continuación. Es la historia de Miguel Ezquerra, que el mismo recogió en su libro “Berlín, a vida o muerte”.

Foto de Miguel Ezquerra con uniforme
de las Waffen SS.
Miguel Ezquerra era un maestro aragonés de Huesca, de ideas fascistas, que junto a otros compañeros pasaba las tardes hablando de política en las mesas del Café Universal, donde muchas veces entraron en refriegas con otras mesas, ocupadas estas por comunistas. En una de estas mesas les sorprendió el inicio de la Guerra Civil. No dudó en alistarse en el bando nacional y combatió en los frentes de Madrid, Aragón y Extremadura encuadrado en la 7ª Bandera de Falange. Acabó la guerra en Málaga como Teniente provisional. Tras el fin de la contienda, se licencia y vuelve a su oficio. Pero convencido fascista como era, más allá de las ideas de Falange, nada más estallar la II Guerra Mundial, se presenta en la embajada alemana como voluntario. Allí le agradecen su entusiasmo y toman nota de su nombre por si le hubieran de llamar en un futuro. Tras esto se va destinado a Bayona como profesor de español.
Al formarse la División Azul, no consiguió plaza en el primer reemplazo, pero si en uno posterior, a finales de 1942, renunciando a su grado de Teniente y entrando como soldado. Pero una orden obligaba a los oficiales provisionales a partir con su anterior grado, y así será encuadrado en el Batallón del Comandante Millán.
Tras la mencionada retirada de las fuerzas españolas de Rusia, vuelve de nuevo a la embajada alemana, pues su compromiso con la causa del Eje es total. De nuevo agradecen su predisposición, pero le dicen que tendrá que cruzar la frontera y llegar adonde están las fuerzas alemanas por sus propios medios. Franco, que ya creía irremediable la derrota del eje, había ordenado cerrar la frontera, castigando con la cárcel a quien quisiera cruzarla con el propósito de unirse a los alemanes. Pese a todo, y dejando mujer y 2 hijas detrás, Ezquerra se la juega. En el camino a la frontera conoce a otros españoles que van con el mismo propósito y tras amenazar a un guarda consiguen cruzar la frontera donde son detenidos por los alemanes, a los cuales explican que han venido a unirse a ellos. Como Ezquerra había sido oficial en la División 250 es separado de sus compatriotas, la mayoría vascos y gallegos, a los cuales irá visitar en cuanto pueda.
Son trasladados al campamento de Stablatt, donde hay ya más de 400 españoles. En un principio le encuadran como soldado. Tras unos incidentes con un oficial alemán, es llevado a dar explicaciones. Conforme con las mismas, los alemanes le nombran Capitán. Su primera misión es facilitar el paso por la frontera francesa a los españoles, que, como él, quieren luchar por el Eje.
Debido a su valía, es reclutado por el servicio secreto alemán, dependiendo de un tal Capitán Kronos. Estará un tiempo en Paris recibiendo la instrucción necesaria para el desempeño de estas tareas.
Reproducción del uniforme de la Unidad Ezquerra
La situación para el Eje es cada vez más difícil y se le pone al frente de una Compañía de españoles encuadrado en le División Brandemburgo para tratar de frenar el avance aliado en la segunda quincena de Julio. En la lucha contra las fuerzas que habían desembarcado en Normandía cumplen con creces, pero a costa de perder el 65% de sus efectivos ante la arrolladora superioridad aérea aliada. Paris es tomada por sus enemigos, siendo los primeros tanques en entrar en la capital francesa, los tripulados por exiliados españoles. Ezquerra debe de huir a Berlín y de allí pasa a Viena, donde encontrará los restos de su compañía española y vuelve a la capital del Reich.
Los alemanes cada vez confían más en la capacidad de Ezquerra y le ofrecen crear un comando de operaciones especiales como otros 36 españoles. Tras un periodo de instrucción, el comando se cubrirá de gloria en la Batalla de las Ardenas. En esta ofensiva alemana para frenar la iniciativa que los aliados habían tomado tras Normandía, se pretendía romper sus líneas, ya bastante frenadas por las lluvias torrenciales que cayeron en Noviembre de 1944. La misión del comando español, junto a otros muchos, era infiltrarse en las líneas enemigas para congestionar su retaguardia, para así facilitar el paso de las fuerzas alemanas. Con un frió atroz y una gran nevada, que a los españoles les recordó la famosa Batalla de Teruel en la contienda fratricida hispana; se inició el movimiento el 14 de Diciembre. La noche del 15 divisaron un campamento norteamericano que albergaba una gran cantidad de obuses y munición artillera. Tras colocar sigilosamente cargas explosivas sobre los depósitos de munición, al amanecer las detonaron. Los norteamericanos empezaron a salir de sus tiendas despavoridos y fueron recibidos por un nutrido fuego de ametralladoras. Creyendo que los alemanes habían superado sus líneas, no tardaron en rendirse, sumando 300 prisioneros ante esos 36 españoles que en la acción solo sufrieron tres muertos y dos heridos.
El éxito de esta acción llegó a oídos de Hitler, que da permiso para que haga más comandos de españoles. Mientras estaba en ello, el alto mando alemán piensa que es mejor crear una unidad especial donde estén todos los españoles de las Waffen SS y los alistados en el ejército alemán, ya que por el carácter hispano, no se integran bien en la cuadriculada mentalidad y disciplina alemana. Es así como nace la UNIDAD EZQUERRA, llamado así por los alemanes, pese a que al propio Ezquerra no le agradaba.
La Unidad Ezquerra se hará famosa en la resistencia de Berlín ante la entrada de los rusos, pues allí fue destinada tras su formación, que coincidió con la última batalla de la guerra. Ya en un primer momento consiguen destruir cuatro tranques rusos en una acción en la que el propio Ezquerra es herido. Son enviados a la calle Kronen donde acaban con otros 5 tanques, además de aniquilar a gran cantidad de soldados rusos que los acompañaban en su avance, Destaca aquí la acción de un soldado español conocido como “El Chato”, que destruye el solo tres tanques. La principal arma contra los blindados eran los “puños de hierro”, cuyo nombre en alemán era Panzerfaust y que era una especie de bazoca.
Ezquerra es ascendido a Teniente Coronel por estas acciones y le encargan una nueva defensa. Debe ir a Postdam Platz y ocupar un edificio del que solo quedan las ruinas. Allí su unidad entabla una cruenta batalla, pero su disciplina y la elección de buenas posiciones, hace que consigan destruir otros 15 tanques, además de aniquilar a dos batallones de infantería ligera rusa. A lo largo de la defensa, Ezquerra destaca en su libro, como los rusos combatían completamente borrachos, cuando no drogados, para evitar que el miedo se apoderada de ellos.
Las acciones de estos bravos españoles siguen dando que hablar y el mismísimo Hitler hace que le traigan al jefe de estos jabatos a su bunker. Allí le impone a Ezquerra la Cruz de Caballero, la máxima condecoración alemana, y le ofrece la nacionalidad alemana. Ezquerra lo agradece, pero rechaza esta última, pues él es español por los cuatro costados. Ezquerra apunta, que pese a testimonios posteriores, él vio muy entero a Hitler en aquellos momentos en los que se aproximaba su fin.
Vuelve Ezquerra con su unidad y continua la lucha. Limpian de rusos el Reichbank, vuelven a la plaza Postdam y entran a combatir en el Hotel Kaiserhof. Los alemanes ya saben que la resistencia es inútil y la derrota segura y algunos mandos intentan dialogar con los rusos. Estos, cuando no disparan sobre los portadores de la bandera blanca, se niegan a cualquier tipo de acuerdo.
En un último intento desesperado, se envía a su unidad a un puente para tratar de pasarlo y romper el cerco ruso. Al destino solo llegan él y el Sargento Pinar. El resto de sus hombres, exceptuando unos pocos que han huido, han perecido como valientes en la defensa de Berlín. Tras volver al Ministerio del Aire, donde se aglutinan los últimos reductos de resistencia, se enteran de la muerte de Hitler. Alemania se rinde y sus soldados se entregan a los rusos.
Ezquerra tiene claro que no va a acabar en un gulag ruso y prefiere morir en el intento de escapar. Tras varios días de marcha, al llegar a Polonia consigue su propósito junto a otros cuatro españoles. Se separaran para tener más éxito. Ezquerra sufrirá una autentica odisea para poder llegar a pie prácticamente durante todo su itinerario, a su añorada España. De Berlín ira a Paris y luego a Burdeos, siempre a escondidas y falsificando su identidad, pues en todas las listas de los españoles buscados por los nuevos amos de Europa, Miguel Ezquerra está en primer lugar. Trabará grandes amistades, incluso con gente que había sido enemiga, y sufrirá el abandono de otros que creía camaradas. Pero, finalmente, tras mucho sufrir llegará la frontera donde la Guardia Civil le dará el alto, algo que para Ezquerra significaba que ya estaba en casa.
Poco se sabe de su vida posterior. Se dice que trabajó en los servicios secretos españoles y que incluso se alistó en la Legión Extranjera Francesa. Murió en Madrid en 1984 y sus restos descansan en el cementerio de la Almudena junto a los de los otros divisionarios.

Esquela publicada tras la muerte de Ezquerra

sábado, 5 de noviembre de 2011

Oriamendi, una victoria de españoles sobre ingleses.

Si hay una batalla recordada y llevada a la leyenda por los carlistas, esa es la de Oriamendi, que incluso da nombre al himno de su causa. Cierto que las guerras carlitas fueron guerras civiles, de las que tanto ha sufrido España; pero como ha ocurrido en otros momentos de la historia, hubo fuerzas extranjeras apoyando a los diferentes bandos. En el caso que nos ocupa, la causa liberal había recibido el apoyo de Inglaterra, Portugal y Francia. Y, fue en la batalla de Oriamendi, donde tropas españolas carlistas se enfrentaron a la Legión Auxiliar Británica consiguiendo una importante victoria.

Magnífico cuadro de Ferrer-Dalmau sobre la Batalla de Oriamendi.

Los carlistas venían de fracasar en la toma de Bilbao, donde además habían perdido a su mejor general, el famoso Zumalacarregui. Tras esto, se decantaron por sitiar San Sebastián. Por su parte, el bando liberal decidió lanzar una ofensiva desde Pamplona sobre las tres provincias vascongadas para dar un golpe mortal a las aspiraciones carlistas. Mientras que el general isabelino Sarsfield intentó penetrar en Guipúzcoa, siendo rechazado por los carlistas; el general inglés Lacy aprovechó que los carlistas estaban ocupados en su lucha contra Sarsfield, para avanzar desde San Sebastián y ocupar Lezo, Ametzagaña, Loyola y Oriamendi. Tras expulsar a Sarfield de nuevo a Pamplona, el Infante Sebastián, líder de las tropas carlistas, llevó a sus hombres a marchas forzadas a encontrarse con los ingleses. Esos habían tenido unas jornadas más relajadas en las que incluso se habían podido permitir algún día de descanso. Pero esto no fue un obstáculo para que los españoles del bando carlista, que habían llegado de noche a Oriamendi, iniciaran su ataque al amanecer sin poder haber dormido. El furor de los hombres del Infante Sebastián superó las defensas británicas y les provocó más de 1500 bajas, obligándolos a huir de nuevo hacia San Sebastián y teniendo que cubrir la desbandada la flota que amarraba en las costas vascas, impidiendo así una masacre mayor. Los carlistas tuvieron menos de la mitad de bajas que los ingleses, pese a todos los factores en contra. Era muy raro que Inglaterra participara con tropas regulares en un conflicto dinástico extranjero y fue un autentico escándalo que sufrieran este descalabro. El Parlamento británico monto en cólera y el general Lacy fue muy criticado por la prensa de su país. Pero, para nosotros, lo más importante dejando al margen las ideologías enfrentadas, es que aquel 16 de Marzo de 1837, una vez más, en campo abierto, los españoles volvieron a desatar el infierno entre los hijos de la pérfida Albión, que seguro que volvieron a recitar aquello de “Españoles en la mar quiero, y si es por tierra que San Jorge nos proteja”. Aún hoy, en el monte Urgull de San Sebastián, descansan los restos de algunos de aquellos ingleses.

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