jueves, 28 de julio de 2011

El socorro de Melilla. La Legión entra en escena.

Tras el abandono a la desesperada de Annual y la retirada desorganizada que tantas muertes provocó, mientras el mayor grueso de tropas se concentraba en Monte Arruit, algunos soldados, librándose de la masacre general, conseguían llegar a Melilla. Con ellos venían también las primeras noticias de lo que había sucedido y empezaba a cundir el pánico entre la población civil. En esos momentos Melilla estaba mal guarnecida y en ella solo se encontraban la Compañía de Mar y una unidad de Carabineros. La situación es desesperada, pues tras Monte Arruit, nada impide a los rifeños caer sobre la indefensa ciudad española.
Millán-Astray y González-Tablas, jefes de la Legión
y Regulares en las operaciones de rescate de Melilla.
Afortunadamente, el mismo día 22 de Julio, fecha de inicio del desastre, llegan a la zona occidental del protectorado las primeras noticias de los que está pasando en el Rif. En Tazarut se encuentran la I y la III Banderas de la Legión. En estos momentos es una unidad novel, aún no ha cumplido su primer año de existencia, y solo se ha podido batir en pequeñas escaramuzas. Los legionarios están deseando entrar en acción y su fundador, Millán-Astray, no ve el momento de demostrar que esa unidad que creo –a la que no faltaron detractores en su inicio, entre ellos el mismo General Silvestre-, está preparada para afrontar la misión para la que fue creada, ocupar la primera línea de fuego y morir por España. Se le ordena que una Bandera debe de salir inmediatamente para el Fondak de Ain Yeyida. Se lo sortean y sale que es la I Bandera del Comandante Franco la que debe partir. Al llegar allí se les informa del desastre y se les anuncia que han de partir raudos hacia Tetuán, donde cogerán un tren que los llevará a Ceuta y de allí en barco a Melilla. Los legionarios han llegado exhaustos y Franco pide un mínimo descanso. Así tras solo cuatro horas de sueño, parten a las 3 de la mañana a marchas forzadas. Tras casi ocho horas de marcha llegan a su destino, donde ya les espera la II Bandera, que estaba de operaciones en Beni Arós y era mandada por el Comandante Fontanes. La I Bandera había recorrido más de 100 kilómetros, teniendo tan solo las mencionadas cuatro horas de descanso, en menos de 17 horas. Llevaban todo el equipo y mueren dos legionarios reventados por el cansancio, cumpliendo así con el Espíritu de Marcha. Llegados a Ceuta se les equipa con el mejor material disponible, al igual que a los Regulares. Primero partirán los legionarios en el Ciudad de Cádiz y luego los Regulares, junto a las tropas de artillería, ingenieros e intendencia. Los legionarios van por primera vez en vanguardia, debido también a que tras las numerosas deserciones de tropas indígenas en el Rif, se teme por la reacción del pueblo de Melilla a la llegada de los Regulares. Ya en el barco llegan un par de telegramas pidiendo que aceleren la marcha. El barco da todo lo que puede y a navega a un ritmo que a punto están de estallar las calderas. El 24 de Julio a la una del mediodía llega el barco a Melilla. Los melillenses están en un gran estado de nerviosismo. El propio Millán-Astray cuenta en su libro La Legión de 1922, que se había llegado a apuñalar a un oficial de la Compañía de Mar. Cuando aún no habían arribado se les acercó una embarcación con el Comandante Sánchez Delgado, ayudante del Alto Comisario. Este le dice que ha hablado con el General Sanjurjo, que conoce bien las dotes oratorias del fundador de la Legión, y le pide que hable con el pueblo de Melilla. Así cuando el Ciudad de Cádiz está a la vista del puerto de Melilla, los legionarios empiezan a cantar al ritmo de la música con su potente voz marcial. Millán-Astray pide permiso al General para hablar al pueblo de Melilla y les dice: “Melillenses, os saludamos. Es la Legión, que viene a salvaros; nada temáis; nuestras vidas os lo garantizan. Manda la expedición el más bravo y heroico General del Ejército español: El General Sanjurjo. Vienen detrás de nosotros los Regulares de Ceuta, con el Laureado Teniente Coronel González-Tablas y Artillería de montaña, ingenieros y fuerzas de Intendencia. ¡¡Melillenses!!: Los legionarios y todos, venimos dispuestos a morir por vosotros. Ya no hay peligro. ¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva Melilla!"
Desembarcan los legionarios con Millán-Astray al frente montado a caballo. Tras unos movimientos de orden cerrado, desfilan con toda su marcialidad retornando la confianza al pueblo de Melilla. El Comandante Franco, en su Diario de una Bandera, recoge los testimonios de la población: “Estos son soldados, que negros y que peludos vienen. Mirad a los oficiales, que descuidados, con sus trajes descoloridos. Huelen a guerra. Estos nos vengarán”.
Es la gran diferencia entre la Legión y las tropas peninsulares. Mientras que estas última estaban formadas en gran parte por tropas de reemplazo, con chavales muy jóvenes, que se habían visto en medio de una guerra feroz, casi sin saber porque estaban allí; por el contrario, en la Legión servían hombres más maduros, voluntarios todos ellos. Además los legionarios eran hombres que sabían que habían ido al Tercio a morir, olvidando su vida anterior, a la que ya nada les ataba. Para eso creo esta unidad Millán-Astray, para ahorra sangre española joven e inocente. Por eso se llamó Tercio de Extranjeros, aunque al final, en la recluta, fueron mayoría los hombres de la madre Patria. Recalcar, que en este momento, por fin la Legión iba a poder demostrar que era capaz de estar en primera línea y cumplir con creces en esta misión, de ahí el entusiasmo con que estos legionarios, novios de la muerte, llegaron al rescate de Melilla. Tras instalarse en campamentos fuera de la ciudad, el día 26 de Julio se inician las operaciones. Todavía existía la esperanza de poder salvar Monte Arruit y el resto de posiciones que aún resistían. El General Sanjurjo lleva las dos Banderas en su columna, junto a los Regulares. Se ocupan las primeras posiciones, entre ellas Sidi Hamed, desde donde se ve Nador, en sus últimos coletazos de resistencia. La Legión quiere ir a su socorro, pero Sanjurjo teme otra maniobra desorganizada como la que llevó al desastre de Annual y no permite el avance sino es escalonado. Pasan los días, cae Monte Arruit, pero el avance de las tropas españolas es continuo y firme. La Legión está cumpliendo con lo esperado por su fundador. En el combate de Casabona, la I Bandera pierde la tercera parte de los hombres que había llevado a ocupar la posición, 96 bajas.

Cabo Suceso Terrero.

Monumento al Cabo Suceso Terrero en Hormilla.
Son muchos los hombres valientes que van cayendo estos días, pero la primera acción que entra en los anales de la historia por la puerta grande es la conocida como la del Blocao el Malo. Era un blocao, cerca de Nador, donde se recibían continuos ataques, de ahí que se le bautizara como el Malo, siendo Dar Hamed su verdadero nombre. Como se espera dar el golpe final sobre Nador, se releva a los legionarios de la posición por hombres del Batallón Disciplinario el 14 de Septiembre. Pues bien, al día siguiente del relevo, recibe la posición un gran ataque. El Teniente legionario Águila pide permiso para ir en su ayuda, pero se le niega porque son necesarias todas las fuerzas en las operaciones actuales. Aún así, consigue que puedan ir 15 hombres a intentar el rescate. Irán al mando de un Cabo, el famoso Suceso Terrero López. Todos saben que la muerte es prácticamente segura, pero aún así hay discusiones porque todos quieren ir. Seleccionados los hombres estos dan sus últimas voluntades. El legionario Lorenzo Camps da su prima de Enganche al Teniente para que la entregue a la Cruz Roja. Los 15 valientes consiguen romper el cerco y entrar en la posición, pero los ataques de los rifeños son brutales e incluso asientan un cañón de artillería a solo 50 metros. Cuando al día siguiente se acude a la posición, encuentran a todos los hombres muertos, han cumplido con el Espíritu de la Muerte. El Cabo Suceso Terrero quedará por siempre en la memoria de la Legión y hoy día es recordado todos los años en su localidad natal de Hormilla, La Rioja, donde cuenta con un monumento.
El día 17 de ese mes es herido de un disparo en el pecho Millán-Astray mientras dirigía las operaciones. Ante la gravedad se le evacua a Melilla y toma el mando el Comandante Franco. El avance continua, se va reocupando posiciones, donde el espectáculo que se encuentra es dantesco, lleno de cadáveres mutilados y vejados, como cuando el 24 de Octubre llegan a Monte Arruit y topan con la masacre y escarnio allí realizados.

El Macizo de Aixam. La primera operación especial de la Legión.

El Macizo de Aixam está en una de las laderas del célebre monte Gurugú, y allí habían excavadas unas minas. Los rifeños habían sabido organizarse fuertemente, aprovechando además las antiguas trincheras españolas. Su conquista iba a significar un gran derramamiento de sangre y costaría la vida de muchos hombres. Pero al jefe del Tercio en ese momento, el Comandante Franco, se le ocurrió otra estrategia. Será un ataque nocturno, un auténtico golpe de mano sin que los rifeños se percaten de que sucede. A las 4 de la madrugada del 18 de Octubre se inicia la acción. Es un ataque masivo de las dos Banderas, pero que llevan en vanguardia al Capitán de la Policía Indígena Jiménez Ontaneda, junto a otros policías y el capataz de la Compañía de las Minas del Rife, todos ellos perfectos conocedores de las estructura de las minas y que actuarán pues como guías. Las fuerzas se van dislocando en Compañías, teniendo cada una como objetivo una posición. Al alba se lanza el ataque, los rifeños son sorprendidos en casi todas las posiciones y su caballería no puede apoyarles pues también se ha visto rodeada. Se consigue conquistar todas las posiciones con el saldo de tan solo 9 bajas en toda la jornada, un auténtico éxito.
El historiador Federico Villalobos en su obra El sueño colonial, recoge estas operaciones especiales y habla de que se creó un grupo especializado en esta guerra no convencional, los Hijos de la Noche, auténticos precursores de la BOEL. Cuenta, que en una ocasión, enterados de que se iba a realizar una reunión en una pequeña población rifeña con los jefes de las principales harkas enemigas, este grupo consiguió hacer una infiltración, hasta que llegaron al poblado, abrieron el techo de la tienda donde se desarrollaba la reunión y lanzaron varias granadas que acabaron con la vida de todos los jefes enemigos.

Conclusiones:

Se ha destacado en este artículo el papel de la Legión, por ser fundamental y demostrar que su fundador había acertado en su creación; pero también fue muy importante el papel del resto de unidades. Todas se batieron con valentía y consiguieron reconducir una situación tan crítica. Los Regulares vencieron los recelos de la población y demostraron su fidelidad a España, comandados por el Teniente Coronel Santiago González-Tablas y García-Herreros, al que Millán-Astray dedica su obra de la Legión y del que dice que era el mejor soldado de la Infantería Española. También los Batallones de soldados de reemplazo supieron estar a la altura y vengar a sus hermanos.

Monumento a los caídos en Annual.
90 años después no podemos permitirnos olvidar Annual y esas tierras rifeñas regadas con tanta sangre española.

Bibliografía: - Revista La Legión. Nº 508

sábado, 23 de julio de 2011

Igueriben, antes muertos que rendidos.

El Comandante Julio Benítez
Como decíamos en el artículo anterior sobre Annual, el preludio del desastre y donde más muestras de heroísmo se produjeron fue en la posición de Igueriben, la cual estaba al mando del Comandante Julio Benítez y Benítez.
La posición de Igueriben fue tomada por las tropas españolas el 7 de Junio. El General Silvestre quería responder así al duro golpe de la perdida de Abarrán, que había pillado por sorpresa al mando y donde se perdieron varios cañones que ahora estaban en manos de los rifeños. Destacar aquí el sacrificio del Teniente de Artillería Diego Flomesta Moya, al cual le perdonaron la vida a cambio de que enseñara a los rifeños a utilizar los cañones. Flomesta no solo se negó, sino que se negó a que fueran curadas sus heridas y a ingerir cualquier tipo de alimento hasta que murió de inanición. Igueriben protegía el sur de Annual, pero tenía el punto de aguada más cercano a cuatro kilómetros y el acceso era difícil pues estar todos los caminos cortados por barrancos. Pero, sin duda, lo peor de la posición es que tenía poca distancia la Loma de los Árboles, con mayor altitud y que incompresiblemente no fue ocupada, siendo este un error más en la disparatada estrategia llevada a cabo por Silvestre. El grueso de la ocupación está a cargo del Regimiento Ceriñola con dos compañías al mando del Comandante Mingo, reforzadas por una sección de ametralladoras, una batería de artillería y algunos miembros de la Policía Indígena, en total unos 350 hombres. El hecho de que la mayoría de los hombres fueran españoles, se debía a que se pretendía evitar lo sucedido en Abarrán, donde la mayor parte de los indígenas se pasó al enemigo en medio de la refriega. A los pocos días de la ocupación el Comandante Mingo es sustituido por Benítez, que venía avalado por dirigir pocos días antes la defensa de la posición de Sidi Dris.

Sidi Dris.

Tras la ocupación de Abarrán, Abd el-krim ganó muchos partidarios mostrando como trofeo los cañones robados. Tras aumentar su harka de 3000 a 11000 hombres, envalentonado, el 2 de Junio de lanzó a la conquista de Sidi Dris. Empezó su ataque a las 3:00 de la madrugada. Por suerte para la posición y sus hombres contaban con un líder competente, el Comandante Benítez. Además, contaron con apoyo desde el mar del cañonero Laya y por el aire gracias a los bombardeos de la aviación española. Del propio cañonero desembarcaron para incorporarse a la defensa el Alférez de navío Pedro Pérez de Guzmán, junto a un contramaestre y 14 marineros, que portaban dos ametralladoras que resultaron muy eficaces para la defensa, al ser colocadas junto a los cañones del Teniente Galán, que al ser herido hubo de ceder el mando al propio Alférez de la Armada que hubo de dirigir el tiro incluso en paralelo de lo cerca que estuvo el enemigo, que llegó a cortar la alambrada de la posición en algunos puntos. Tras 24 horas de lucha, los rifeños tuvieron que retirarse con más de 100 bajas, mientras que los españoles solo tuvieron ocho soldados heridos, más el Teniente Galán y el propio Benítez, siempre apoyando a sus hombres en los momentos más difíciles.

Igueriben.

Croquis de la posiciones de Annual
Lo primero que hizo Benítez al llegar a Igueriben fue informar de lo conveniente de ocupar la Loma de los Árboles, y es que Benítez era uno de los pocos mandos que mantuvo la lucidez en esos días de locura general. Pese a que se refuerza la posición con cuatro ametralladoras y una batería ligera, Benítez avisa que de ser tomada la loma por el enemigo será casi imposible proveer Igueriben desde Annual. En una decisión incomprensible, el mando, para hacerle callar, envía patrullas diarias a la loma, pero que vuelven por la noche, dejando la posición nuevamente abandonada.
El 12 de Junio, desde Igueriben se informa de que se ven partidas de enemigos en la zona y el 14 sufren el primer ataque, de nueve horas de duración, que se rechaza con el apoyo de las baterías de Annual. En esa misma jornada, los españoles se percatan que los rifeños ya merodean por la Loma de los Árboles, consiguiendo el día 16 ocuparla tras duros combates. Es ahora cuando el mando se da cuenta de la gravedad. Realmente, Silvestre que seguía minusvalorando a los rifeños, nuca creyó que los rifeños tuvieran capacidad para tomar la loma. Tarde y mal, desde Annual se intenta recuperar la loma, siendo imposible tras sufrir muchas bajas. Los rifeños de han hecho fuertes y han preparado bien la defensa de la loma. Silvestre, que sigue en su mundo paradisiaco, empieza con sus contradicciones, la bipolaridad que demuestra que va cayendo en la locura. Pese a que tranquiliza en Melilla a Berenguer, refuerza Annual con más tropas de la ciudad española y de las posiciones de retaguardia, que quedan cada vez más desprotegidas. Mientras pasan los días los ataques a Igueriben son esporádicos y de poca importancia. Silvestre le sigue diciendo al mando y a la prensa que la situación está bajo control, y para dar señales de tranquilidad a la tropa, se permite el lujo de mandar de vacaciones de verano a varios oficiales, como si en Annual no pasara nada.
Pero llega el 2 de Julio e Igueriben sufre un fuerte ataque que lo aísla de Annual. El Heliógrafo de la posición, único medio de comunicación con Annual en estos días, empieza a dar señales de alarma. Será el 17 de Julio cuando los rifeños lancen su ataque más decidido, con la idea clara de tomar la cota. Abd el-Krim ataque de frente tratando de envolver la posición y cortar el paso hacia Izzumar. En ese día llegan las primeras bajas, incluyendo la del Sargento Armando Antón Cisneros. Desde Igueriben se envía el siguiente mensaje "Falta la munición del cañón, escasea la de fusil, tenemos pocos víveres, estamos sin agua..." En Annual se prepara un convoy de ayuda, precedido de una columna compuesta por un Tabor de Regulares y dos escuadrones, tres compañías del Ceriñola y una batería de montaña. En el convoy iba el Teniente artillero Ernesto Nougues Barrera con 17 artilleros para reforzar la posición. La protección de dicho convoy corría a cargo de un escuadrón de Regulares al mando del Teniente de caballería Joaquín Cebollino von Lindeman. Pese a que el convoy llegó a Igueriben y dejó de refuerzo a los artilleros más 31 hombres de intendencia y las acémilas que cargaban las provisiones, casi se perdió toda el agua, pues las cubas en las que las mulas la llevaban estaban agujereadas por los disparos. Destacar la acción del Teniente Nougues, que junto a ocho artilleros recuperaron unas cajas de munición que habían caído en un barranco. Así mismo el Teniente Cebollino fue recompensado con la Laureada por traer de regreso a sus hombres tras librar rudos combates. La acción había costado 17 muertos y 55 heridos, incluido el Teniente Ledesma del Regimiento de Melilla.
Dibujo de la posición de Igueriben
El día 18 de Julio los rifeños hacen un ataque nocturno, que además de causar tres muertos y tres heridos acaban con la vida de las mulas que caen sobre la alambrada destrozándola. Se alcanzan al día siguiente temperaturas de 55 grados que hacen estallar los cuerpos inertes de las mulas, envolviendo la posición de un hedor insoportable que hace vomitar a los hombres. Benítez envía otro mensaje: “No podremos seguir la resistencia si no envían recursos urgentemente. Necesitamos agua, víveres, munición y tropas para reponer las bajas". Los españoles han de realizar una peligrosa salida, al mando del Teniente Ovidio, para poder enterrar a sus muertos. Mientras, el Teniente Casado y el Soldado Muñoz consiguen rescatar a un Regular, que el día anterior había quedado mal herido en un barranco cercano.
Llega el día 19 y los rifeños en otro ataque nocturno llegan tan cerca de la posición española como para arrojar granadas de mano y pedir a gritos a los españoles que se rindan. La respuesta española son vivas a España y más tiros. Se gastan las 50 granadas que quedaban y Benítez vuelve a solicitar auxilio. Desde Annual se mandan tres columnas de apoyo, que tras durísimos combates han de volver de retroceder a Annual, pues el paso a Igueriben se ha vuelto imposible. El intento ha costado 14 muertos y 88 heridos. Mientras, los rifeños, que a causa de no saber usar los cañones lanzaban sin ninguna precisión, comienzan a atinar y destruyen parte del parapeto Norte. En Annual no saben qué hacer y ante la imposibilidad de un convoy, deciden enviar a una compañía de regulares con 3 cantimploras por hombre para llegar a Igueriben. Pese a que les apoyan otras tres compañías no consiguen su objetivo. La situación en Igueriben es desesperada. Lo peor no es la escasez de municiones para los fusiles, que los cañones ya no tengan casi con que tirar, sino que es la sed lo que esta desesperando a los hombres. Primero tuvieron que machacar las mondas de las patatas y chupar su líquido, luego se bebieron lo que quedaba en los botes de tomate y pimientos, para seguir con la tinta y la colonia y acabar por beberse la orina mezclada con azúcar. Muchos incluso se metían piedras en la boca para tratar de salivar e incluso chupaban los cañones de las ametralladoras, las cuales, debido a la falta de refrigeración, acabaron por quedar inútiles, privando a los defensores de una gran potencia de fuego.
El día 20, Silvestre parece despertar y se dirige a Melilla a pedir refuerzos a Berenguer, solicitando hombres, apoyo aéreo y que la Armada simule un desembarco en Alhucemas que distraiga al enemigo. Mientras llega a Annual su segundo, el General Navarro, que se percate de la poca moral de las tropas y que con esos hombres no se podrá llegar a Igueriben, por lo que suspende un convoy preparado para auxiliar a esa posición. En ella, mientras, continúan los ataques. Se trata de rescatar a los hombres caídos en las alambradas y una bomba cae en la enfermería acabando con la vida de 30 heridos. Solo quedan 100 defensores en condiciones de luchar, por lo que todos los oficiales y los heridos menos graves, también acuden al parapeto. Benítez, siempre presente, no deja de animar en todo momento a sus hombres. Navarro le envía mensajes de ánimo, más llenos de palabrería que otra cosa, pues en Annual nadie se mueve. Le pide que por España resista unas horas más y le jura que al día siguiente irá con todo a rescatarlo.
En ese día 21, Navarro organiza dos columnas con 3000 hombres antes de que Silvestre llegue de Melilla. Lo que había predicho el día antes Navarro se cumple, la moral es muy baja que pese a la preparación artillera, ninguna de las dos columnas consigue acercarse a Igueriben, lo que provoca el siguiente mensaje de Benítez: "parece mentira que dejéis morir a vuestros hermanos, a un puñado de españoles que han sabido sacrificarse delante de vosotros." A punto estuvo Silvestre de organizar una carga suicida con todos sus escuadrones, pero sus oficiales lograron hacerle desistir. Da permiso, por tanto, a Benítez para que negocie la rendición de la posición. Este, que ya había rechazado una carta de Abd el-krim sobre el asunto, contesta: "los oficiales de Igueriben mueren pero no se rinden."
Tras ver que las avanzadillas más próximas a Igueriben retroceden hacia Annual, Benítez reflexiona y llama a sus oficiales a los que comunica que, junto a ellos, protegerá la salida de la tropa y así se lo comunica a Silvestre: "Nunca esperé recibir de V.E. orden de evacuar esta posición, pero cumpliendo lo que en ella me ordena, en este momento, y como la tropa nada tiene que ver con los errores cometidos por el Mando, dispongo que empiece la retirada, cubriéndola y protegiéndola debidamente, pues la oficialidad que integra esta posición, conscientes de su deber, sabremos morir como mueren los oficiales españoles."

Benítez prepara una columna que organiza así:

• Vanguardia: al mando del capitán D. Arturo Bulnes.

• Flanco izquierdo: al mando del teniente D. Alfonso Galán Arrabal.

• Flanco derecho: al mando del teniente D. Luis Casado Escudero.

• Grueso, con los heridos y enfermos, al mando del propio comandante Benítez.

• Retaguardia: al mando del capitán D. Federico de la Paz Orduña.

Benítez les entrega una caja con 15000 pesetas, que era el dinero de las compañías, para que las reintegren si llegan a su destino. Reparte 20 cartuchos por cabeza, es todo lo que quedaba y manda su último y quizás más famoso mensaje: "Solo quedan doce cargas de cañón, que empezaremos a disparar para rechazar el asalto. Contadlos, y al duodécimo disparo, fuego sobre nosotros, pues moros y españoles estaremos revueltos en la posición."

En su última arenga, recogida por el testimonio del Teniente Casado, les dijo a sus hombres: “Hijos míos, vamos a abandonar este corralito que hemos defendido como héroes por la falta de víveres y municiones; llorad por vuestros hermanos que dejáis sin sepultura, ahora vamos a seguir defendiéndonos con las pocas municiones que nos quedan y terminadas estas emplead la bayoneta; yo, hijos míos, os seguiré mandando como hasta aquí he hecho”.

Y efectivamente tuvieron que llegar a la bayoneta, pues tras concentrarse en la puerta de salida recibieron un nutrido fuego y tuvieron que tirarse ladera abajo con la bayoneta calada. Mientras Benítez y sus oficiales les cubrían desde el parapeto. El bravo Comandante recibió un tiro en la cabeza que no le impidió seguir combatiendo, hasta que una bala se le clavó en ese gran corazón que tenía y acabó con su vida. En la defensa los rifeños solo tomaron como prisioneros a un soldado herido y al Teniente Casado, que un principio fue dado por muerto, y que rescatado años después pudo dar un valioso testimonio de lo acontecido esos días y que se puede leer en este enlace:

http://www.ingenierosdelrey.com/guerras/1921_annual/documentos/1921_07_21_casado.htm

Pocos hombres consiguieron llegar con vida Annual, unas fuentes dicen que 14 y otras que 36, entre ellos el Sargento Dávila. Cuatro de estos hombres murieron tras darse un atracón de agua para calmar esa sed infernal que tanto los había hecho sufrir.
A título póstumo, Benítez y el Capitán de artillería Federico de la Paz Orduña, que murió en combate cuerpo a cuerpo, cuando en el repliegue salió a inutilizar los cañones para que no fueran empleados por el enemigo, como le había pasado a su posición.

Monumento al Comandante Benítez en el Paseo
del Parque en Málaga.

El Comandante Benítez supo mantener en todo momento el ánimo y la calma en ese mar de incompetencia y locura que fue Annual. Además, y no como hicieron muchos oficiales, supo tratar su tropa como con el cariño y respeto que merecían, e hizo que sus oficiales siguieran sus pasos. Annual fue una vergüenza para las armas españolas, pero valga la actitud de hombre como Benítez y su gente para demostrar que muchos buenos soldados, tuvieron que pagar la torpeza y mal hacer de unos pocos.

Hace poco ha sido publicada una novela sobre estos hechos. El autor es Rafael Martínez-Simancas y se titula Doce balas de Cañón. Se lee en una sentada y refleja muy bien lo que debieron pasar esos hombres. Además recoge los nombres de todos los que defendieron Igueriben.

Bibliografía: - http://www.ingenierosdelrey.com/
- http://www.vadehistoria.com/






Benítez envuelto por la Bandera de España


Detalles del monumento


viernes, 22 de julio de 2011

Annual, 90 años después.

En estas fechas se cumple el noventa aniversario del conocido como desastre de Annual, cuando entre 8000 y 11000 españoles (las fuentes difieren) perdieron la vida a manos de los rifeños comandados por Abd el-Krim. A estas bajas hay que sumar las de unos 3000 indígenas, que al contrario que la mayoría de sus “hermanos”, se mantuvieron fieles a España, pagando con su vida esta lealtad.
No vamos a analizar en profundidad los motivos del desastre, pues mucho se ha escrito ya sobre ellos. Una incursión demasiado profunda sin tener en cuenta las bases de suministros, la dudosa fidelidad de muchas cabilas y harkas, comprada a base de dinero y que se esfumó en cuanto se complicaron las cosas. Tampoco ayudó el excesivo número de posiciones y el aislamiento que sufrían entre ellas. Fueron varios los factores que contribuyeron al desastre, así como que el verano de 1921 fue el más caluroso del siglo. Pero, sin duda, los grandes culpables fueron los altos mandos militares y concretamente el jefe de operaciones, el General Silvestre.

El TCol.. Primo de Rivera y el escudo del
Regimiento de Caballería de Alcántara.
El día clave en que se inicia el desastre es el 22 de Julio, cuando tras cinco días de heroica resistencia cae la posición de Igueriben (ya habrá un artículo sobre estos hechos), que resguardaba por el sur el campamento de Annual, donde en ese momento habían 3000 soldados españoles y 2000 indígenas. Abd el-Krim lo asalto con 18000 hombres. En los últimos días había ganado muchos hombres gracias a sus victorias sobre otras posiciones menores, que habían hecho que muchos rifeños al servicio de los españoles se pasaran a sus filas, así como harkas que habían estado indecisas hasta ese momento.
Pese a que Silvestre tenía suministros para resistir cuatro días y que Berenguer, Alto Comisario de Marruecos, le había prometido refuerzos, decide abandonar Annual. La intención era replegarse de manera ordenada hacia las posiciones de Dar Drius y Ben Tieb, ambas con facilidad para el abastecimiento. Pero todo empieza a torcerse desde el principio. Las tropas españolas reciben disparos de múltiples posiciones y muchos oficiales no hacen honor a su posición y se dan a la fuga. La situación en Annual es una auténtica locura, con hombres huyendo a la desesperada. Pese a todo, algunas unidades mantienen el tipo, destacando los Regulares del Comandante Llamas, que al contrario de muchos indígenas, se mantienen fieles y cubren la retirada de sus compañeros de armas por el paso de Izumar, tras lo cual ellos mismo van retrocediendo de forma escalonada, demostrando que manteniendo la disciplina los resultados son mucho más fructíferos.

Uno de los magníficos cuadros del pinto Ferrer Dalmau que
refleja una de las cargas del Alcántara.
El que no salió nunca de Annual fue Silvestre, el cual según unos se suicidó y según otros fue acribillado por los rifeños. El segundo al mando, General Navarro, se encarga del desastroso repliegue hasta la posición de Monte Arruit. En el camino, que dura seis días de penosa marcha, entre Annual y el resto de las posiciones intermedias, han muerto ya más de 4000 soldados de España. En estas sufridas jornadas destacó la acción del Regimiento de Caballería de Alcántara Nº 14, al mando del Teniente Coronel Fernando Primo de Rivera. Con múltiples cargas protegen la retirada hasta Dar Drius. Tras decidir Navarro que será mejor seguir retrocediendo, vuelven a cubrir la retirada de las tropas españolas hacia Batel. Fueron tantas las cargas y tan violento el combate, que para cubrir el cruce del río Igan, la falta de caballos con vida hizo que los jinetes del Alcántara tuvieran que cargar a pie. Meses después, en el lecho de ese río, se siguieron encontrando restos de jinetes y caballos, mezclados en la refriega. El propio Primo de Rivera -que era hermano del futuro dictador y tío del fundador de Falange-, alentó a sus hombres, contrastando su actitud con la de otros oficiales. Como siguió haciendo después de forma ejemplar y activa en la defensa de Monte Arruit, hasta que la gangrena le arrancó la vida y le llevó a reunirse con los 471 hombres de su Regimiento (de un total de 691) que habían caído en la defensa de la retirada.

El 29 de Julio llega Navarro a Monte Arruit, una buena posición para la defensa -motivo por el cual, junto a la falta de esperanza de refuerzos, había preferido esta posición a Dar Drius-, pero difícil para el abastecimiento. Este se hacía mediante aviones que les lanzaban bloques de hielo, para hidratarse, municiones y otras provisiones, aunque muchas veces caían en zona enemiga en lugar que en el campamento. Las cosas se complican cuando van cayendo otras posiciones cercanas, siendo claves la rendición de Nador el 2 de Agosto, siendo su guarnición la única respetada por los rifeños; y la de Zeluán, que tras pactar la rendición el 3 de Agosto, lo hombres de Abd el-Krim, como era costumbre, no respetan el acuerdo y pasan a cuchillo a todos su hombres. Peor fue el final de sus oficiales, que fueron quemados vivos. Navarro podría haber seguido retrocediendo hasta Melilla, pero no quiso dejar allí abandonados a sus heridos, cosa que le honra. Visto lo complicado de la situación, su superior en Melilla, Berenguer, le autoriza a pactar la rendición. Se acuerda con los rifeños entregarles todo el armamento a cambio de que se les permita a los españoles retroceder hasta Melilla. Los rifeños aceptan y los soldados españoles salen de su posición y abandonan todos sus fusiles. Pero una vez más, el despiadado enemigo no cumple su palabra y cuando los españoles se preparaban para partir se arrojan encima de ellos y provocan una salvaje masacre. De los casi 3000 hombres de la posición, solo sobrevivieron 60. Cuando las tropas españolas recuperaron la posición tiempo después encontraron los cadáveres insepultos y vejados muchos de ellos. Había hombres empalados, otros castrados y con sus partes en la boca, muchos tenían excrementos entre sus huesos. Se llegaron a contar 2668 restos de cuerpos en la zona. Una barbarie en las que los españoles no se quedaron atrás cuando cumplieron su venganza contra los pueblos rifeños de la zona.

Cuando se investigó la causa de este desastre, el famoso General Picasso escribió en su expediente que habían muerto 10973 españoles y 2390 soldados indígenas, aunque posteriormente otros autores han reducido la cifra. Además se perdieron más de 20000 fusiles, 400 ametralladoras, 129 cañones y gran cantidad de munición y otro material militar.

Con la dictadura de Primo de Rivera y el desembarco de Alhucemas se acabó por vencer en esta guerra cruel y recuperar el terreno perdido, pero lo que nunca se recuperó fue la vida de tantos jóvenes soldados, forzosos la mayoría de ellos, que se encontraron en una tierra hostil sin saber por qué y que nunca más volvieron a ver sus lugares de origen. Hoy, como con casi todo, la gran masa nada sabe de estos hechos. Valga para acabar la recomendación de un gran artículo de Pérez-Reverte sobre estos tristes acontecimientos.
http://www.perezreverte.com/articulo/patentes-corso/610/una-tragedia-espanola/


                                           Video con imágenes de la matanza de Monte Arruit








jueves, 21 de julio de 2011

Los Almogávares, pura infantería ligera española.

Hubo una época en la que escuchar el nombre almogavar hacía temblar a los guerreros más valientes. El miedo se convertía en auténtico terror cuando estaban los suficientemente cerca para oir su famoso Aur, Aur, Desperta Ferro! Ya era demasiado tarde para escapar de la Venjança Catalana.
Reproducción de un guerrero almogávar.
El significado del termino almogávar no está del todo claro. La hipótesis más seguida por la mayoría de estudiosos, es que se trata de una palabra de origen árabe que o bien vendría de al-mugavar o al-mugauar, que vendría a significar “el que provoca algaradas”, es decir, disturbios; o de al-mukhavir, “el que trae noticias”. Finalmente, otra hipótesis menos seguida, afirma que viene de la palabra germánica gabar, cuyo significado es “orgulloso”.
Por otra parte, el origen de estas tropas lo podemos encontrar en la época de la conquista de la península por parte de los musulmanes. A causa de dicha invasión, los pastores de las zonas montañosas se quedaron sin poder utilizar en invierno los valles que habían sido ocupados. Para poder seguir subsistiendo, estos pastores se tuvieron que organizar en bandas de salteadores y penetrar en los dominios enemigos en busca de lo necesario para la supervivencia de los suyos. Sería aquí cuando los musulmanes les dieron el nombre de almogávares. Durante estas razzias, que solían ser de apenas unos pocos días, los almogávares podían vivir del terreno y dormir al raso. La instrucción necesaria para poder actuar de esta lid les venía dada de su antigua vida de pastores, ya que la mayoría de ellos se había criado entre las más agrestes montañas, donde la dureza del clima hacía que la tierra no regalara demasiados recursos y hubiera que aprovechar al máximo los pocos presentes. Pero tras muchas generaciones llevando este nuevo tipo de vida a la que le habían empujado los invasores, parece claro que se formó un auténtico espíritu guerrero en estas comunidades de pastores, de forma que acabaron por no saber vivir de otra manera que no fuera haciendo la guerra. Además, era mucho más cómodo ganarse la vida con asaltos de pocos días, que trabajando duramente todo el año. Con el avance de la Reconquista, los almogávares se integran como fuerzas irregulares entre los ejércitos cristianos, con el objetivo claro de poder obtener un buen botín. Parece que su existencia no se limita solo a la Corona catalano-aragonesa, sino que en Castilla también encontraríamos tropas de este estilo y compañías enteras fueron reclutadas en Asturias y Galicia e incluso algunos eran mozárabes de las tierras hispanas bajo dominio musulmán, o aventureros de cualquier parte que buscaban fortuna. Por su forma de actuar era indispensable no llevar ningún tipo de impedimenta en sus incursiones y contar con un armamento muy ligero que no les limitara en sus rápidos desplazamientos y sorpresivos ataques y poder retirarse tras atacar poblaciones musulmanas, antes de que el enemigo pudiera reaccionar y organizar cualquier tipo de contraataque. Todo esto hacía que los almogávares fueran esencialmente unas valiosísimas tropas de infantería ligera, aunque una minoría iría también a caballo cubriendo a sus hombres de a pie cuando fuese necesario y encargándose de perseguir a enemigos desbandados.

Los almogávares apenas iban protegidos con armamento defensivo, ya que tan solo contaban con un pequeño escudo circular, de los conocidos como rodela, y una redecilla de cuero o metal hacia las veces de casco. En el resto del cuerpo llevaban las pieles típicas de los pastores montañeros que siempre habían sido, junto con polainas o calzas de cuero y albarcas para calzarse. Como armamento ofensivo utilizaban una lanza corta llamada azcona, que podían partir para combatir en espacios más apretados, una serie de dardos, que sabían manejar con maestría, y el famoso coltell o colirtell, un cuchillo o espada corta, de hoja muy ancha. De esta arma, decían orgullosos que cuando entraban en combate pasaba más tiempo dentro de los cuerpos de sus enemigos que fuera. El equipo del almogávar se completaba con un zurrón colgando de su espalda, en el que transportaban las únicas provisiones que llevaban encima.
Aparte de sus famosas incursiones en territorio enemigo, dadas sus características, fueron también utilizados como exploradores.

Pero los almogávares no solo sabían combatir aprovechando el factor sorpresa, sino que supieron demostrar que sabían pelear con la misma eficacia en batallas a campo abierto. En estas ocasiones, de nuevo su equipo ligero se convertía en su mejor baza. Podían actuar mezclándose entre su propia caballería o introduciéndose en la enemiga. En ambos casos su forma de actuar solía ser la misma. Primero utilizaban el coltell para desjarretar a los caballos del enemigo (cortar los tendones de las patas). Una vez caía el jinete enemigo, era rematado en el suelo. El haber ido mejor defendido, le significaba también al caballero soportar más peso en su cuerpo y perder agilidad en los movimientos, con lo cual se convertía en presa fácil del ligero almogávar. Del mismo modo, podían introducirse entre las lanzas de las filas de la infantería enemiga y hacer estragos. En ambos casos, cuando en el campo de batalla se cerraban los espacios por la acumulación de tropas, era cuando los almogávares partían su lanza para hacerla más manejable en las distancias cortas.

Su estructura interna sorprende por su carácter democrático. Básicamente había tres grados jerárquicos. En la base estaba el almogávar propiamente dicho, como soldado. En el medio estaba el almocadén, que mandaría sobre una sección de almogávares. Por último, arriba del todo encontramos al adalid, que era un capitán almogávar. Los almocadenes y adalides eran elegidos entre los almogávares, y cada hombre tenía un voto del mismo valor. Además, cuando los almogávares se disponían a afrontar una gran empresa, como fue la expedición a Oriente, elegían a un caudillo superior a todos los adalides, como lo fueron Roger de Flor o Bernat de Rocafort, que gozara de una gran popularidad como buen guerrero, aunque llegado el caso, este también podía ser destituido si los almogávares quedaban disgustados con su acción en el mando.

Desperta Ferro! La mística almogávar:

Junto a su letalidad, lo que más impresionaba, y atemorizaba, al enemigo antes de entrar en combate contra los almogávares, especialmente para aquellos que no los conocían; era el ritual previo que realizaban antes de la batalla.

Para un almogávar sus armas tenían vida propia y mientras estaban enfundadas o en reposo es como si estuvieran dormidas. Por eso, antes de combatir tenían que hacerlas despertar. Cogían su pequeña espada o la lanza y hacían chocar la parte metálica contra alguna piedra, provocando que saltaran multitud de chispas, a la vez que entonaban su famoso grito de guerra Desperta Ferro! Podemos imaginarnos que ante esta visión, el enemigo, por muy valiente que fuera, tendría que sentir encogérsele el corazón. Otros gritos acompañaban a este, tales como Matem, matem!, Aragó!, Aur, aur! o Sant Jordi!
El famoso cuadro de José Moreno Carbonero que adorna el
edificio del Senado español y que muestra la entrada triunfal
Roger de Flor y sus almogávares en Constantinopla.

Desde luego se puede afirmar que tenían una gran puesta en escena, digna de compararse con la de los mismísimos espartanos de las Termópilas o por su teatralidad, con las de los maoris neozelandeses y su danza guerrera.
Se necesitarían muchos artículos para explicar todas las campañas de los almogávares, aunque seguramente la mayoría los conoce por su expedición a Oriente, donde salvaron al imperio Bizantino de la amenaza turca, siendo pagados con la traición de aquellos a los que salvaron. Esto desembocó en los famos hechos de la Venjança Catalana, cuando tras ser asesinado su caudillo Roger de Flor, junto a otros jefes almogávares, estos en lugar de darse a la fuga se reorganizaron para contraatacar. En primer lugar hundieron las naves que tenían amarradas en el puerto de Gallipolli, evitando así la tentación de la huída (como haría Hernán Cortés dos siglos después). Luego derrotaron al ejército bizantino enviado contra ellos y fue aquí cuando empezó la gran masacre. Sedientos de sangre aniquilaron a hombres, mujeres y niños de todas las poblaciones donde se había conspirado contra ellos. Igual que el Duque de Alba es aún hoy recordado como el "coco" en Holanda, a los niños de Grecia y los Balcanes (las tierras que entonces pertenecían a Bizancio) se les asusta con que van a venir los catalanes a llevárselos si se portan mal. La venganza de los almogávares caló hondo en el saber popular. Así en albanés katala significa monstruo y en bulgaro hombre malvado. En otras regiones de la zona se utiliza su nombre para lanzar una maldición, y es que pocos ejércitos en la historia han tenido la eficacia y ferocidad de los almogávares.
Hoy en día son muy recordados y vuelven a la vida en muchas fiestas populares de Ctaluña y Aragón, donde existen varios grupos de reconstruucón histórica. En otro ámbito, cuando se fundaron en España las unidades paracaidistas, a las dos primeras Banderas se les dió el nombre de los dos caudillos almogávares más famosos, Roger de Flor y Roger de Lauria, pues en su forma de actuar lanzádose en incursiones en las líneas enemigas, se asemejaban a la táctica de estos guerreros legendarios. También un el Grupo de Operaciones Especiales número IV los honró cogiendo su temible nombre.

Para acabar un video con fragmentos de la película Tirant lo Blanc en los que se ve la forma de vestir y de luchar de los almogávares.

miércoles, 20 de julio de 2011

Quinto Sertorio, el romano que unificó a los hispanos.

Desde que con motivo de la II Guerra Púnica, Roma llegara a Hispania para quedarse, las diferentes tribus hispanas en su mayoría, se enfrentaron con más o menos fortuna a la maquinaría militar romana. Pero, lo cierto, es que pocas veces hubo grandes alianzas para enfrentarse al enemigo común. A las orgullosas tribus iberas y celtiberas les costaba ponerse de acuerdo y resultaba muy complicado que se eligiera a un líder sobre el resto. Viriato lo consiguió con los lusitanos y algunas tribus de la meseta. En Numancia se juntaron hombres de distintas ciudades para colaborar en su defensa. Pero, sería un general romano, ya en el siglo I a.C, quien fuera capaz de agrupar a más hispanos bajo un mismo estandarte, ese hombre fue el mítico Sertorio.


La historia de Sertorio es la de un hombre hecho a sí mismo. Aunque puede que tuviera algún parentesco con Mario, esto no le valió para su ingreso en el ejército, en el que empezó desde el escalón más bajo. Natural de la localidad sabina de Nursia, nació en el 122 a.C. en el seno de una humilde familia. Pronto destacó en la milicia gracias a sus dotes oratorias y buen hacer militar. Sirviendo bajo Mario, en la guerra contra los teutones consiguió aportar valiosos informes tras infiltrarse en las líneas enemigas como espía debido a que conocía la lengua celta. Por este servicio es ascendido a tribuno. Su siguiente ascenso lo consiguió en Hispania, cuando estando las tropas romanas acampadas en Cástulo, los habitantes de esta y de la vecina Oresia atacaron a los romanos por sorpresa. Sertorio frenó la desbandada de los soldados romanos, reorganizarlos y tomar, con un número bastante menor de efectivos, las dos ciudades, que ya celebraban la victoria y desconcertadas no supieron detener a los romanos. Gracias a esta gesta, Sertorio fue ascendido a cuestor y recibió la mayor condecoración del ejército romano, la corona gramínea, que se otorgaba al ciudadano romano capaz de salvar a todo un ejército. Fue en la siguiente campaña en la que participó, la Guerra Social (91-88 a.C.), donde queda tuerto y alcanza la imagen con la que ha pasado la historia. Pero cuando Sertorio da mayores muestras de su personalidad es tras la ocupación de Roma por los populares comandados por Mario y Cinna. Mientras que las tropas del gran líder Mario, -reclutadas entre gladiadores y libertos principalmente-, se lanzaban al saqueo y asesinato; las de Sertorio, una de las cuatro legiones que entraron en la ciudad eterna, fruto de la disciplina a las que las sometía, se mantuvieron respetuosas con sus rivales e incluso ajusticiaron a algunos libertos de Mario que encontraron sobrepasándose con los optimates. El poderoso Mario, dueño de Roma en ese momento, no le recriminó en nada sus acciones.
Imagen de Sertorio, en el centro, de la revista de
historia militar Desperta Ferro.

Tras la toma del poder por los populares, es enviado a la Hispania Citerior como pretor y pronto empieza a comprender el carácter de los belicosos hispanos. Mientras hay un cambio de poder en Roma, Sila toma la ciudad y los optimates inician su venganza contra los populares. Queda por tanto Sertorio fuera de la ley y aislado en Hispania, adonde Sila envía su propio cónsul en el 83 a.C., Lucio Valerio Flaco, es el inicia de las llamadas Guerras Sertorianas, que durante once años convertirán a Hispania en la esperanza de los populares y en una especie de republica independiente.

Sertorio había fortificado el paso de los Pirineos y tenía allí destacado a su lugarteniente Salinator con 6000 hombres, pero este es asesinado, los silanos entran en Hispania y Sertorio se ve obligado a retroceder hasta la Mauritania en el Norte de África, donde los populares contaban con fuertes apoyos. Sila envía contra él a Pacciano, al cual vence Sertorio, tras lo cual toma Tingis. Reorganizado y reforzado, en el 80 a.C. Sertorio vuelve a Hispania, donde establecerá una alianza con los lusitanos, tras lo cual vencerá al propretor silano.

¿Como consiguió Sertorio hacerse con la confianza de tantos hispanos? Pues bien, en primer lugar se los atrajo reduciendo impuestos, tratándolos con respeto y sobre todo librándolos del tributo de tener que proveer a las tropas romanas acantonadas en su territorio. Pero, con lo que realmente Sertorio llegó al corazón de los hispanos, fue con su inteligencia y su carisma. Supo también jugar con la superstición de la época, y al igual que su líder Mario, aprovechar los designios divinos para ponerlos a su favor. Famosa es su cervatilla blanca, a la cual simulaba escuchar y que le susurraba al oído noticias futuras que Sertorio ya conocía, y que luego veían confirmadas los sorprendidos hispanos.

Sertorio centró su línea de poder en la línea formada por las ciudades de Ilerda, Calagurris y Osca, donde estableció un senado de 300 romanos con el cual quería legitimarse. Porque ese fue uno de los problemas de Sertorio, el tener que justificarse como leal a Roma. Sus enemigos le achacaban que se hubiera unido a unos barbaros y que tuvieran contactos con otros enemigos de la República, como Mitrídates del Ponto. Pero Sertorio siempre dejó claro que el no luchaba contra Roma, si no contra los optimates, de ahí que creara un gobierno romano paralelo en Hispania. En otros tiempos se llegó a presentar a Sertorio como un héroe de la independencia hispana frente a Roma, cosa que él nunca se propuso, pues como vemos solo buscaba legitimidad. Pese a ello, siempre respetó a los hispanos y supo unirlos como nunca antes para luchar contra los silanos, que representaban a la Roma más opresora. En Osca, Sertorio llegó a crear una academia para que los hijos de los líderes hispanos aprendieran la cultura romana y pudieran formar parte en un futuro del senado romano de Hispania, una gran muestra de que Sertorio trató a los hispanos como a unos iguales, y no como había hecho Roma hasta entonces, como simples e incultos bárbaros.

La guerra se acentúa en Hispania cuando en el 79 a.C. Sila envía con dos legiones a Cecilio Metelo. Pero el buen hacer de Sertorio y de su lugarteniente Lucio Hirtuleyo, conducen a los optimates a una derrota tras otra. Sila, harto de la situación envía a Hispania a su mejor general, el ya famoso Pompeyo Magno. Mientras que Pompeyo llega a Hispania, Sertorio recibe los restos del vencido ejército del popular Lépido, que llegan de la mano de Marco Perpenna. Aprovecha Sertorio el invierno del año 77 al 76 a.C. para entrenar a sus tropas y construyendo armamento nuevo. Aprovecha también para atraerse a las tribus celtiberas de la meseta y convoca una reunión de jefes hispanos en Castra Aelia. Sertorio ha conseguido unir a los iberos de levante, a los lusitanos y a los celtiberos, algo impensable hasta ahora. Por el contrario las tribus vasconas, enemigas acérrimas de los celtiberos esperaran a las fuerzas optimates para unirse a ellas.

Otra muestra de la personalidad de Sertorio se da en estas fechas, cuando sus generales, confiados por las victorias de los dos últimos años quieren salir a recibir a Pompeyo a campo abierto. Sertorio hace que le traigan dos caballos y hace llamar a un hombre de gran fortaleza y a otro muy débil. Sertorio les ordena que les arranquen las colas a los caballos. Mientras que el forzudo tira de la cola del animal hasta caer rendido sin éxito, el hombre débil le quita los pelos uno a uno hasta que deja desnuda la cola del caballo. Con esto Sertorio muestra a sus hombres que la mejor estrategia es la paciencia e ir asestando continuos pequeños golpes. En resumen, es la guerra de guerrillas que tan bien se les da a los hispanos.

El invicto y orgulloso Pompeyo llega a Hispania y pronto comprenderá que Sertorio es un rival de su misma altura. Cuando intenta liberar del asedio a Lauro (o Edeta, hoy Liria), -que se había pasado al bando optimate y estaba recibiendo el castigo de Sertorio-, es derrotado por Sertorio en una hábil maniobra por la que Pompeyo pierde a 10000 hombres y a varios oficiales. La lección de Sertorio se completa cuando es indulgente con los habitantes de la ciudad, mientras el humillado general optimate huye tras conocer el sabor de la derrota por primera vez.

Pero, como dice Plutarco en sus Vidas paralelas, aunque Sertorio estaba al nivel de los grandes generales de la historia, le faltó el favor de la diosa Fortuna que el resto si tuvieron. Al año siguiente de la llega de Pompeyo cambian las tornas. El brillante Hirtuleyo es derrotado por Metelo en Itálica y poco después muere en la batalla del río Silingis. Pierde así Sertorio a su mano derecha y mejor general. El resto se destapan como unos auténticos incompetentes que dejan a Sertorio en una posición muy delicada. En Valentia se encuentran las dos facciones en una gran batalla. A última hora Sertorio consigue imponerse en el flanco donde Perpenna estaba siendo superado, pero en el otro flanco se imponen los optimates, por lo que la batalla se salda en tablas. En la misma, Pompeyo estuvo a punto de morir a manos de un ibero de gran tamaño que consiguió herirle. Tras otra batalla indecisa en Arse, Pompeya se retira falto de suministros a territorio vascón, donde establece una alianza con ellos y funda la famosa Pompaelo, hoy Pamplona. Estamos en el año 74 a.C. y la guerra se endurece, pues tanto Sertorio -que usa la táctica de tierra quemada-, como Pompeyo y Metelo - que castigan a las zonas sertorianas-, dejan gran parte de Hispania asolada. Los optimates fracasan en su intento de tomar la indómita Calagurris, pero se hacen con gran parte de las ciudades de la meseta, gracias a pactos mayormente. Es la nueva estrategia optimate, recurrir a la diplomacia. Además, desde Roma se concede la amnistía a todos los populares que abandonen las armas, con lo que muchos generales de Sertorio lo abandonan y este pierde gran parte de su legitimidad, pues basaba su lucha en ir contra la tiranía de los optimates que dominaban Roma, y ahora esta había desaparecido. Será el 73 a.C. un año muy difícil para el gran general, que queda aislado en el Valle del Ebro, haciéndose fuerte en la línea de las tres ciudades, pero viendo como sus aliados de la costa también caían en manos de un ya imparable Pompeyo.
Sertorio con la cervatilla divina. Imagen de
Mary Evans Picture Library.

Con este panorama sombrío llegamos al año 72 a.C., cuando Perpenna organiza un banquete en Osca en honor de Sertorio, en el transcurso del cual es asesinado. De nada le sirvió esto al pusilánime Perpenna, que demostró ser un inútil en la organización de sus fuerzas y no recibió ningún tipo de clemencia por parte de Pompeyo, que acabó con su vida cuando se hizo con Osca. El último bastión de la resistencia sertoriana será Calagurris, donde se recurrió al canibalismo antes de la rendición. Calagurris fue una nueva Numancia y merece un artículo aparte. Famosa se hizo por todo el territorio romano la fames calagurritana.


La historiografía romana fue muy dura con Sertorio tras su muerte. Serán autores posteriores como Plutarco quienes limpien su memoria. El mismísimo Julio Cesar, en sus obras sobre la guerra civil y delas Galios, recibió el apoyo de antiguos generales sertorianos, a los que calificó como muy expertos. Y es que como bien dijo Plutarco, de haber sido más afortunado, quien sabe hasta donde pudiera haber llegado el gran Sertorio, el romano que supo comandar y unir a los hispanos y que fue un elemento muy importante en la romanización de los mismos.

Bibliografía: -Plutarco, Vidas paralelas.

-www.planetasapiens.com

sábado, 16 de julio de 2011

Lo Valensianet, una soldado carlista.

Cuadro de Francica Guarch en el antiguo Museo
del Ejército en Madrid
España, tierra de Don Quijotes. ¿Quién no ha soñado con emular las gestas de los héroes de los libros? ¿Quién no se ha quedado embelesado por las batallitas que le contaba su abuelo y ha querido emularlo? Pues bien, algo parecido le ocurrió a nuestra protagonista, la cual desde muy pequeña disfrutó de las hazañas que le narraba su padre, veterano carlista de la primera guerra. Francisca Guarch Folch, que así se llamaba esta brava fémina, no pudo contener su ardor guerrero al estallar la III Guerra Carlista, más aún cuando su hermano partió hacia el frente. Pese a ser el carlista un movimiento tan tradicional y conservador, no dudo Francisca en lanzarse a la aventura y luchar por dios, la patria y el rey. Con tan solo 15 años y tras salir de misa, escapa de su pueblo, el castellonense Castellfort y recorre más de 400 kilómetros hasta Cataluña buscando una partida a la que unirse. Decidió alejarse tanto de su hogar para no ser reconocida, y gracias a una pareja de su misma ideología que encontró por el camino, pudo cambiar sus ropajes por unos masculinos y llegar a su destino como Francisco. En Gerona logra su sueño y consigue la ansiada boina roja. Nunca se le notó su condición de mujer, muy al contrario el joven conocido como lo valensianet no dudo en cortejar a varias mozas de la zona y llego a prometerse con una tal Carmen, por la que hubo de batirse y pasar unos días bajo arresto. Tampoco le tembló el pulso a esta heroína carlista cuando hubo de fusilar a un traidor, o cuando en medio de una refriega cargó durante varias horas con un compañero herido. El mismísimo infante Alfonso, hermano del pretendiente carlista Carlos VII, le otorgó una cruz al merito militar, pues como bien decía su capitán, el chico era como un león.


La aventura de Francisca acaba el día que su desesperado padre da con ella. Había salido a buscarla en cuanto huyó y durante todo ese tiempo no había cejado en su empeño de dar con ella. Al principio nadie le creyó, pero tras dar con ella se llevó a la desconsolada Francisca, que veía como nunca más podría volver a empuñar su fusil. Este episodio es narrado en sus memorias por Doña María de las Nieves de Braganza, esposa de Alfonso y otra brava mujer que acompañó a su esposo durante toda la campaña:

Un día se nos presentó un hombre del Maestrazgo y nos pidió, con mucha insistencia, que le devolviéramos a su hija, que servía, decía él, en nuestras filas. Al principio le creímos loco y le aseguramos que no había mujeres en nuestras tropas, pero él insistió, y nos dijo que su hija tenia dieciséis años y se llamaba Francisca Guarch, vecina de Castellfort, provincia de Castellón… los padres de la joven recibieron una carta suya, en la que les decía que estaba con los carlistas… la chica no indicaba con que fuerzas iba… Alfonso dijo a aquel hombre que mandaría formar la fuerza, y que entonces podía pasar la revista (el padre), y si encontraba allí a la chica, llevársela con él. Así se hizo, y vio el feliz padre a su Francisca convertida en voluntario carlista… Estaba desconsolada, porque ahora, ¡adiós filas! ¡Adiós batirse por la Religión! Único motivo por el que dejo su casa… Tenía una fuerza extraordinaria para su edad. En un combate llevo durante horas a un herido a hombros. Se distinguió siempre por su buen comportamiento y su gran valor… ¡Pobre Francisca! ¡Qué dolor el abandonar su uniforme! Antes del triste momento de despojarse de él prendí en su pecho la Cruz del Mérito Militar, que acababa Alfonso de concederle… El quedar en España era demasiado expuesto para Francisca y así que la mandamos a Francia, a Perpiñán.

Tras este exilio no queda muy claro que fue de Francisca. Hay quien dice que volvió a su pueblo, donde murió sola. Otros autores apuestan porque continuó con su lucha por el carlismo y participo en la conspiración de Badalona en el 1900, para pasar después a coger los hábitos de las monjas de la caridad hasta su muerte en 1903.

Fotografía de Lo valensianet en el Museo
Militar de Valencia
Hoy en día su figura se recuerda en el museo militar de Valencia. En la antigua sala de las mujeres militares del museo del Ejército en Madrid se exponía la misma fotografía que en Valencia, pero en el nuevo de Toledo, como tantas otras cosas, se la echa de menos, sino es que se encuentra perdida en una de las anárquicas vitrinas de ese laberinto horroroso que es el nuevo museo.

viernes, 15 de julio de 2011

Omar Ben Hafsún, un héroe español.

Azulejo sobre Omar en Parauta, su localidad natal.
Pese a que la Reconquista no se completó hasta 1492, tras más de siete siglos de lucha contra el invasor; en el paso del siglo IX al X, hubo un personaje que puso contra las cuerdas al poder musulmán, y, quien sabe, si de haber contado con apoyo por parte de los reinos cristianos, podría haber adelantado el fin de las huestes de la media luna. Este hombre fue Omar Ben Hafsún, también conocido como Samuel.

Omar era descendiente de una familia noble de origen godo, pero su padre se había convertido al islam, por lo que pertenecía al grupo de los muladíes, cristianos que habían abrazado la fe de Mahoma, principalmente para vivir en mejores condiciones tras la llegada de los nuevos dueños de España. El lugar de nacimiento de Omar parece ser el pequeño pueblo de Parauta, cerca de Ronda. La sangre guerrera goda le hervía a Omar y pronto da muestras de ello, cuando tiene que huir a la serranía tras matar a un hombre que había intentado robarle el ganado. En su fuga, Omar llega a un viejo castillo abandonado, un lugar que acabará convirtiéndose con el tiempo en su centro de operaciones, la inexpugnable fortaleza de Bobastro. En torno a su persona reúne a un grupo de fugitivos que comienzan a saquear las coras de Rayya y Takkorona. Sus correrías acaban cuando es capturado por el valí de Málaga, que ignorante de que se le buscaba por asesinato, se limita a azotarlo. Tras unos años en el norte de África, en torno al 880 vuelve a la serranía rondeña, donde con apoyo de su tío Muhadir crea un autentico ejercito junto a otros muladíes, pero también con mozárabes y algunos bereberes, todos hartos de la insolencia de los señores árabes que los menosprecian y nos les tratan como iguales. Omar se descubre como un gran estratega y comienza a adueñarse de cada vez más territorio, teniendo siempre como base Bobastro. Sus victorias hicieron temblar al emir de Córdoba, Muhammad I, el cual le ofrece la amnistía a cambio de entrar a su servicio. Omar acepta, pero al tiempo, harto de los insultos y el menosprecio de la elite árabe vuelve a echarse al monte con más fuerza que antes. Omar crea un autentico estado independiente dentro del emirato y conquista plazas muy importantes como Raya, Elvira, Jaén, Archidona, Baena, Baeza, Úbeda, Priego o Écija. El emir pasa a la acción y envía a su propio hijo Al-Mundir, que pese a sus esfuerzos solo recupera Iznájar. Tras este fracaso, el propio emir toma las riendas y asedia Bobastro. Omar llega a un acuerdo con él para que retire las tropas, su rendición a cambio de ser amnistiado. El emir acepta, pero cuando se está retirando, Omar rompe el pacto y ataca a sus huestes. Tras esto, los hijos del emir vuelva al asedio, pero deben retirarse derrotados.

Mapa que refleja la crisis que pudo acabar con el emirato.
Destacan las acciones de Omar en el sur.

Llega el año 889, un año clave para Omar, pues decide recuperar la religión de sus antepasados y se convierte al cristianismo con el nombre de Samuel. Este gesto le restará apoyos, pues le abandonan los bereberes y algunos muladíes, pero lo convierte en un héroe nacional para los cristianos y entabla relaciones con Alfonso III, al que le pidió que reconociera sus dominios como un reino cristiano independiente. Construye una iglesia en Bobastro y trae un obispo para los oficios religiosos. En este mismo año lanza una gran ofensiva y conquista territorios muy cercanos a la propia Córdoba, ampliando su poder en un territorio que iba de Elvira a Jaén por el Oeste y llegaba a Sevilla por el Este. Los propios emires han de reconocerle como gobernador legitimo de la zona.

El ocaso de su poder se inicia en el 891 cuando por primera vez es derrotado en una gran batalla, la de Poley o Aguilar de la Frontera, gracias a que el emir Abdallah se alió con la poderosa familia de los Banu Qasi, muladíes, antiguos hispanorromanos que controlaban la Marca Superior. Pese a ello se mantuvo fuerte en Bobastro hasta que murió en el 917, siendo sustituido por su hijos, primero Chafar, que es asesinado por su hermano Suleyman en el 919 tras haber perdido algunas plazas más. Será este Suleyman quien aguante valerosamente lo que le queda de territorio hasta que muere en combate. Es sustituido por el menor de los hermanos, Hafs, que no puede aguantar el poder de Abderramán III, cayendo la mítica Bobastro en el 928, un año antes de que Abderramán III se proclame califa por su grandes victorias y la recuperación de todo el territorio. De lo dificultoso que fue someter Bobastro dan idea los actos de Abderramán III tras la toma de la fortaleza, pues desenterró los cuerpos de Omar y su hijo y los lleva a Córdoba, donde son vejados, descuartizados y colgados los restos de una puerta. Los supervivientes de Bobastro son deportados a la capital califal y abandonados en la pobreza.
No acaba aquí la estirpe de Omar, pues su hija Argéntea murió como mártir en Córdoba, siendo reconocida como tal por la Iglesia Católica.

Como siempre, pese a la importancia de sus actos, poco sabe el público en general sobre la figura de este rebelde al poder musulmán, que fue capaz de crear un reino cristiano en el corazón del emirato y que hizo temblar los cimientos del islam en España. Pese a ello, grandes autores si han escrito importante loas sobre este caudillo. Así Dozy dijo de él “Omar Ben Hafsún jefe de toda la raza española del Mediodía”.
Ruinas de Bobastro

El gran historiador Sánchez Albornoz afirmó “Otra vez la raza hispana alumbró una gran capitán popular (...) que los españoles, cristianos o musulmanes amaron con pasión".

Y para acabar Francisco Arsis Caerols puso en su boca estas bellas palabras “Yo soy el adalid de los cristianos en la serranía, y aquí debo seguir, con mis dominios, porque siempre lo serán. Y pase lo que pase, velaré por ellos. Serranía de Ronda aún te guardo”.





Para saber más del tema existe una novela histórica llamada Bobastro de Sergio Bordel Velasco y un libro titulado Bobastro. La ciudad de la perdición. Gloria y refugio de la cristiandad de Francisco Ortiz Lozano. Sobre este autor y su obra hay varios videos en youtube de los cuales este es el primero.

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