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El Comandante Julio Benítez |
Como decíamos en el artículo anterior sobre Annual, el preludio del desastre y donde más muestras de heroísmo se produjeron fue en la posición de Igueriben, la cual estaba al mando del Comandante Julio Benítez y Benítez.
La posición de Igueriben fue tomada por las tropas españolas el 7 de Junio. El General Silvestre quería responder así al duro golpe de la perdida de Abarrán, que había pillado por sorpresa al mando y donde se perdieron varios cañones que ahora estaban en manos de los rifeños. Destacar aquí el sacrificio del Teniente de Artillería Diego Flomesta Moya, al cual le perdonaron la vida a cambio de que enseñara a los rifeños a utilizar los cañones. Flomesta no solo se negó, sino que se negó a que fueran curadas sus heridas y a ingerir cualquier tipo de alimento hasta que murió de inanición. Igueriben protegía el sur de Annual, pero tenía el punto de aguada más cercano a cuatro kilómetros y el acceso era difícil pues estar todos los caminos cortados por barrancos. Pero, sin duda, lo peor de la posición es que tenía poca distancia la Loma de los Árboles, con mayor altitud y que incompresiblemente no fue ocupada, siendo este un error más en la disparatada estrategia llevada a cabo por Silvestre. El grueso de la ocupación está a cargo del Regimiento Ceriñola con dos compañías al mando del Comandante Mingo, reforzadas por una sección de ametralladoras, una batería de artillería y algunos miembros de la Policía Indígena, en total unos 350 hombres. El hecho de que la mayoría de los hombres fueran españoles, se debía a que se pretendía evitar lo sucedido en Abarrán, donde la mayor parte de los indígenas se pasó al enemigo en medio de la refriega. A los pocos días de la ocupación el Comandante Mingo es sustituido por Benítez, que venía avalado por dirigir pocos días antes la defensa de la posición de Sidi Dris.
Sidi Dris.
Tras la ocupación de Abarrán, Abd el-krim ganó muchos partidarios mostrando como trofeo los cañones robados. Tras aumentar su harka de 3000 a 11000 hombres, envalentonado, el 2 de Junio de lanzó a la conquista de Sidi Dris. Empezó su ataque a las 3:00 de la madrugada. Por suerte para la posición y sus hombres contaban con un líder competente, el Comandante Benítez. Además, contaron con apoyo desde el mar del cañonero Laya y por el aire gracias a los bombardeos de la aviación española. Del propio cañonero desembarcaron para incorporarse a la defensa el Alférez de navío Pedro Pérez de Guzmán, junto a un contramaestre y 14 marineros, que portaban dos ametralladoras que resultaron muy eficaces para la defensa, al ser colocadas junto a los cañones del Teniente Galán, que al ser herido hubo de ceder el mando al propio Alférez de la Armada que hubo de dirigir el tiro incluso en paralelo de lo cerca que estuvo el enemigo, que llegó a cortar la alambrada de la posición en algunos puntos. Tras 24 horas de lucha, los rifeños tuvieron que retirarse con más de 100 bajas, mientras que los españoles solo tuvieron ocho soldados heridos, más el Teniente Galán y el propio Benítez, siempre apoyando a sus hombres en los momentos más difíciles.
Igueriben.
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Croquis de la posiciones de Annual |
Lo primero que hizo Benítez al llegar a Igueriben fue informar de lo conveniente de ocupar la Loma de los Árboles, y es que Benítez era uno de los pocos mandos que mantuvo la lucidez en esos días de locura general. Pese a que se refuerza la posición con cuatro ametralladoras y una batería ligera, Benítez avisa que de ser tomada la loma por el enemigo será casi imposible proveer Igueriben desde Annual. En una decisión incomprensible, el mando, para hacerle callar, envía patrullas diarias a la loma, pero que vuelven por la noche, dejando la posición nuevamente abandonada.
El 12 de Junio, desde Igueriben se informa de que se ven partidas de enemigos en la zona y el 14 sufren el primer ataque, de nueve horas de duración, que se rechaza con el apoyo de las baterías de Annual. En esa misma jornada, los españoles se percatan que los rifeños ya merodean por la Loma de los Árboles, consiguiendo el día 16 ocuparla tras duros combates. Es ahora cuando el mando se da cuenta de la gravedad. Realmente, Silvestre que seguía minusvalorando a los rifeños, nuca creyó que los rifeños tuvieran capacidad para tomar la loma. Tarde y mal, desde Annual se intenta recuperar la loma, siendo imposible tras sufrir muchas bajas. Los rifeños de han hecho fuertes y han preparado bien la defensa de la loma. Silvestre, que sigue en su mundo paradisiaco, empieza con sus contradicciones, la bipolaridad que demuestra que va cayendo en la locura. Pese a que tranquiliza en Melilla a Berenguer, refuerza Annual con más tropas de la ciudad española y de las posiciones de retaguardia, que quedan cada vez más desprotegidas. Mientras pasan los días los ataques a Igueriben son esporádicos y de poca importancia. Silvestre le sigue diciendo al mando y a la prensa que la situación está bajo control, y para dar señales de tranquilidad a la tropa, se permite el lujo de mandar de vacaciones de verano a varios oficiales, como si en Annual no pasara nada.
Pero llega el 2 de Julio e Igueriben sufre un fuerte ataque que lo aísla de Annual. El Heliógrafo de la posición, único medio de comunicación con Annual en estos días, empieza a dar señales de alarma. Será el 17 de Julio cuando los rifeños lancen su ataque más decidido, con la idea clara de tomar la cota. Abd el-Krim ataque de frente tratando de envolver la posición y cortar el paso hacia Izzumar. En ese día llegan las primeras bajas, incluyendo la del Sargento Armando Antón Cisneros. Desde Igueriben se envía el siguiente mensaje
"Falta la munición del cañón, escasea la de fusil, tenemos pocos víveres, estamos sin agua..." En Annual se prepara un convoy de ayuda, precedido de una columna compuesta por un Tabor de Regulares y dos escuadrones, tres compañías del Ceriñola y una batería de montaña. En el convoy iba el Teniente artillero Ernesto Nougues Barrera con 17 artilleros para reforzar la posición. La protección de dicho convoy corría a cargo de un escuadrón de Regulares al mando del Teniente de caballería Joaquín Cebollino von Lindeman. Pese a que el convoy llegó a Igueriben y dejó de refuerzo a los artilleros más 31 hombres de intendencia y las acémilas que cargaban las provisiones, casi se perdió toda el agua, pues las cubas en las que las mulas la llevaban estaban agujereadas por los disparos. Destacar la acción del Teniente Nougues, que junto a ocho artilleros recuperaron unas cajas de munición que habían caído en un barranco. Así mismo el Teniente Cebollino fue recompensado con la Laureada por traer de regreso a sus hombres tras librar rudos combates. La acción había costado 17 muertos y 55 heridos, incluido el Teniente Ledesma del Regimiento de Melilla.
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Dibujo de la posición de Igueriben |
El día 18 de Julio los rifeños hacen un ataque nocturno, que además de causar tres muertos y tres heridos acaban con la vida de las mulas que caen sobre la alambrada destrozándola. Se alcanzan al día siguiente temperaturas de 55 grados que hacen estallar los cuerpos inertes de las mulas, envolviendo la posición de un hedor insoportable que hace vomitar a los hombres. Benítez envía otro mensaje:
“No podremos seguir la resistencia si no envían recursos urgentemente. Necesitamos agua, víveres, munición y tropas para reponer las bajas". Los españoles han de realizar una peligrosa salida, al mando del Teniente Ovidio, para poder enterrar a sus muertos. Mientras, el Teniente Casado y el Soldado Muñoz consiguen rescatar a un Regular, que el día anterior había quedado mal herido en un barranco cercano.
Llega el día 19 y los rifeños en otro ataque nocturno llegan tan cerca de la posición española como para arrojar granadas de mano y pedir a gritos a los españoles que se rindan. La respuesta española son vivas a España y más tiros. Se gastan las 50 granadas que quedaban y Benítez vuelve a solicitar auxilio. Desde Annual se mandan tres columnas de apoyo, que tras durísimos combates han de volver de retroceder a Annual, pues el paso a Igueriben se ha vuelto imposible. El intento ha costado 14 muertos y 88 heridos. Mientras, los rifeños, que a causa de no saber usar los cañones lanzaban sin ninguna precisión, comienzan a atinar y destruyen parte del parapeto Norte. En Annual no saben qué hacer y ante la imposibilidad de un convoy, deciden enviar a una compañía de regulares con 3 cantimploras por hombre para llegar a Igueriben. Pese a que les apoyan otras tres compañías no consiguen su objetivo. La situación en Igueriben es desesperada. Lo peor no es la escasez de municiones para los fusiles, que los cañones ya no tengan casi con que tirar, sino que es la sed lo que esta desesperando a los hombres. Primero tuvieron que machacar las mondas de las patatas y chupar su líquido, luego se bebieron lo que quedaba en los botes de tomate y pimientos, para seguir con la tinta y la colonia y acabar por beberse la orina mezclada con azúcar. Muchos incluso se metían piedras en la boca para tratar de salivar e incluso chupaban los cañones de las ametralladoras, las cuales, debido a la falta de refrigeración, acabaron por quedar inútiles, privando a los defensores de una gran potencia de fuego.
El día 20, Silvestre parece despertar y se dirige a Melilla a pedir refuerzos a Berenguer, solicitando hombres, apoyo aéreo y que la Armada simule un desembarco en Alhucemas que distraiga al enemigo. Mientras llega a Annual su segundo, el General Navarro, que se percate de la poca moral de las tropas y que con esos hombres no se podrá llegar a Igueriben, por lo que suspende un convoy preparado para auxiliar a esa posición. En ella, mientras, continúan los ataques. Se trata de rescatar a los hombres caídos en las alambradas y una bomba cae en la enfermería acabando con la vida de 30 heridos. Solo quedan 100 defensores en condiciones de luchar, por lo que todos los oficiales y los heridos menos graves, también acuden al parapeto. Benítez, siempre presente, no deja de animar en todo momento a sus hombres. Navarro le envía mensajes de ánimo, más llenos de palabrería que otra cosa, pues en Annual nadie se mueve. Le pide que por España resista unas horas más y le jura que al día siguiente irá con todo a rescatarlo.
En ese día 21, Navarro organiza dos columnas con 3000 hombres antes de que Silvestre llegue de Melilla. Lo que había predicho el día antes Navarro se cumple, la moral es muy baja que pese a la preparación artillera, ninguna de las dos columnas consigue acercarse a Igueriben, lo que provoca el siguiente mensaje de Benítez:
"parece mentira que dejéis morir a vuestros hermanos, a un puñado de españoles que han sabido sacrificarse delante de vosotros." A punto estuvo Silvestre de organizar una carga suicida con todos sus escuadrones, pero sus oficiales lograron hacerle desistir. Da permiso, por tanto, a Benítez para que negocie la rendición de la posición. Este, que ya había rechazado una carta de Abd el-krim sobre el asunto, contesta:
"los oficiales de Igueriben mueren pero no se rinden."
Tras ver que las avanzadillas más próximas a Igueriben retroceden hacia Annual, Benítez reflexiona y llama a sus oficiales a los que comunica que, junto a ellos, protegerá la salida de la tropa y así se lo comunica a Silvestre:
"Nunca esperé recibir de V.E. orden de evacuar esta posición, pero cumpliendo lo que en ella me ordena, en este momento, y como la tropa nada tiene que ver con los errores cometidos por el Mando, dispongo que empiece la retirada, cubriéndola y protegiéndola debidamente, pues la oficialidad que integra esta posición, conscientes de su deber, sabremos morir como mueren los oficiales españoles."
Benítez prepara una columna que organiza así:
• Vanguardia: al mando del capitán D. Arturo Bulnes.
• Flanco izquierdo: al mando del teniente D. Alfonso Galán Arrabal.
• Flanco derecho: al mando del teniente D. Luis Casado Escudero.
• Grueso, con los heridos y enfermos, al mando del propio comandante Benítez.
• Retaguardia: al mando del capitán D. Federico de la Paz Orduña.
Benítez les entrega una caja con 15000 pesetas, que era el dinero de las compañías, para que las reintegren si llegan a su destino. Reparte 20 cartuchos por cabeza, es todo lo que quedaba y manda su último y quizás más famoso mensaje:
"Solo quedan doce cargas de cañón, que empezaremos a disparar para rechazar el asalto. Contadlos, y al duodécimo disparo, fuego sobre nosotros, pues moros y españoles estaremos revueltos en la posición."
En su última arenga, recogida por el testimonio del Teniente Casado, les dijo a sus hombres:
“Hijos míos, vamos a abandonar este corralito que hemos defendido como héroes por la falta de víveres y municiones; llorad por vuestros hermanos que dejáis sin sepultura, ahora vamos a seguir defendiéndonos con las pocas municiones que nos quedan y terminadas estas emplead la bayoneta; yo, hijos míos, os seguiré mandando como hasta aquí he hecho”.
Y efectivamente tuvieron que llegar a la bayoneta, pues tras concentrarse en la puerta de salida recibieron un nutrido fuego y tuvieron que tirarse ladera abajo con la bayoneta calada. Mientras Benítez y sus oficiales les cubrían desde el parapeto. El bravo Comandante recibió un tiro en la cabeza que no le impidió seguir combatiendo, hasta que una bala se le clavó en ese gran corazón que tenía y acabó con su vida. En la defensa los rifeños solo tomaron como prisioneros a un soldado herido y al Teniente Casado, que un principio fue dado por muerto, y que rescatado años después pudo dar un valioso testimonio de lo acontecido esos días y que se puede leer en este enlace:
http://www.ingenierosdelrey.com/guerras/1921_annual/documentos/1921_07_21_casado.htm
Pocos hombres consiguieron llegar con vida Annual, unas fuentes dicen que 14 y otras que 36, entre ellos el Sargento Dávila. Cuatro de estos hombres murieron tras darse un atracón de agua para calmar esa sed infernal que tanto los había hecho sufrir.
A título póstumo, Benítez y el Capitán de artillería Federico de la Paz Orduña, que murió en combate cuerpo a cuerpo, cuando en el repliegue salió a inutilizar los cañones para que no fueran empleados por el enemigo, como le había pasado a su posición.
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Monumento al Comandante Benítez en el Paseo
del Parque en Málaga. |
El Comandante Benítez supo mantener en todo momento el ánimo y la calma en ese mar de incompetencia y locura que fue Annual. Además, y no como hicieron muchos oficiales, supo tratar su tropa como con el cariño y respeto que merecían, e hizo que sus oficiales siguieran sus pasos. Annual fue una vergüenza para las armas españolas, pero valga la actitud de hombre como Benítez y su gente para demostrar que muchos buenos soldados, tuvieron que pagar la torpeza y mal hacer de unos pocos.
Hace poco ha sido publicada una novela sobre estos hechos. El autor es Rafael Martínez-Simancas y se titula Doce balas de Cañón. Se lee en una sentada y refleja muy bien lo que debieron pasar esos hombres. Además recoge los nombres de todos los que defendieron Igueriben.
Bibliografía: -
http://www.ingenierosdelrey.com/
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http://www.vadehistoria.com/
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Benítez envuelto por la Bandera de España |
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Detalles del monumento
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