lunes, 18 de abril de 2011

Catalina de Erauso, la monja alférez.

La monja alférez
En la España Imperial muchos fueron los hombres bravos, de ahí que se consiguieran tantas victorias y hazañas, porque como se dice en la novela de Alatriste”Así conocerán vuestras mercedes el modo en que el nombre de mi patria era respetado, temido y odiado. Y como para crear un infierno, tanto en el mar como en la tierra, solo eran menester un español y el filo de una espada”. Pero la tierra hispana no solo daba varones valerosos, también mujeres, y Catalina de Erauso es el ejemplo. Natural de San Sebastián, hija de militar, pronto fue internada en un convento de su ciudad. Pronto dio Catalina muestras de su rebeldía, aquel no era su sitio, y tras ser encerrada por pelearse con una novicia decidió escaparse de aquel lugar que para ella era una cárcel. Tras pasar unos días viviendo escondida en un monte cercano, se cortó los cabellos y se vistió como un hombre, esto junto a su pose nada femenina, hizo que no fuera difícil mantener su engaño a los ojos de los demás. Tras varias correrías por toda España y cambiar varias veces de nombre, se queda con el de Antonio de Erauso. Llega a Sevilla y de allí parte hacia las Américas en un galeón de su tío, el capitán Esteban Aguiño, que tampoco la reconoce. Una vez allí, estando en Panamá, le roba 500 pesos a su tío y se escapa. Conoce a un mercader de Trujillo, Juan Urquiza y pasa a su servicio. Se pone a trabajar en una tienda de su amo, pero tras matar a un hombre en una riña tiene que huir hacia Lima, donde sienta plaza de soldado para ir a Chile. Conoce a su hermano Miguel y pasa a ser soldado suyo, sin que este sepa nunca que se trata de su hermana. Tras varios avatares llega su gran momento, en la batalla de Valdivia contra los indios chilenos. Estaban los españoles sufriendo muchas bajas, incluso entre los capitanes. El Alférez del Tercio muere y la bandera es robada, salen tres ellas Catalina y otros dos soldados. Mueren ambos y Catalina tras bregar mucho consigue matar y quitársela al cacique que la llevaba. Vuelve con ella junto a los españoles y se desmaya enseguida, pues había recibido tres flechazos y una lanzada. Por este hecho es ascendida a Alférez de la compañía del Capitán Alonso Moreno primero, y de Gonzalo Rodriguez después. Tras cinco años siendo Alférez, en una batalla muere su Capitán, quedando ella al mando de la compañía. En una batalla consigue vencer a un capitán indio cristianizado llamado Francisco Quispiguacha. Catalina consigue derribarle de su caballo y este se rinde. A pesar de todo manda colgarlo, por lo que pierde el grado de Capitán que le habían concedido poco tiempo antes. El carácter pendenciero de Catalina la siguió acompañando y no paro de tener duelos y disputas por motivos del juego. En uno de estos duelos, al que acudía como testigo de un amigo, acaba echando mano de la espada para luchar contra el otro testigo, al cual abate, tras lo que se da cuenta de que era su hermano Miguel, cruel coincidencia del destino.


Prosigue Catalina su periplo de aventuras por América hasta el día en que es detenida por una de sus numerosas disputas. Para poder pedir clemencia decide confesar después de tantos años su secreto al obispo Agustín de Carvajal. Tras un examen hecho por unas matronas para comprobar que era mujer, la iglesia la pone bajo su protección. Viaja a España donde ya se conoce su increíble historia y es recibida por un asombrado Felipe IV que le confirma su grado de Alférez y le permite vestir como un hombre, es además, quien le da el nombre de “la monja alférez”. Su historia se extiende por toda Europa y viaja a Roma, donde es recibida por el papa Urbano VIII, que le permite también vestir como un hombre. En esta época escribe sus memorias, de donde hemos sacado la mayor parte de la información.

Pero el espíritu inquieto de Catalina no aguanta más y decide volver a América en 1630. Decide vestir como una mujer y obstenta un negocio de transporte de mercancías hasta su muerte unos años después. La cusa no está clara, hay quien dice que murió en un naufragio y otros que sola en su casa, quien sabe. Lo cierto es que su historia es increíble y volvemos a repetir lo mismo que otras mil veces ¿Cuántas películas habría hecho Hollywood u otro país si hubiera sido compatriota suya? En México se hizo una en el 1944, y en España otra en 1980, completamente desconocida, protagonizada por Esperanza Roy y dirigida por Javier Aguirre. Aquí, en su patria, si que siendo una completa desconocida para la mayoría de la población, aunque hay un colegio con su nombre en su ciudad natal ¡Ay España! Ten piedad de tus hijos. Deberemos conformarnos con el excelente pasaje de la historia que en la Rosa de los Vientos hay sobre su figura.
Busto de Catalina de Erauso en San Sebastián

Bibliografía: -La monja alférez de Catalina de Erauso.

-Blog La Basque Bondissante.

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