Juan del Águila. Soldado de la Infantería Española |
Nacido en Ávila en 1545 y criado en la localidad de donde era natural su familia materna, El Barraco, Juan era el cuarto hijo de Miguel del Águila y Sancha de Arellano, nieto del señor de Villaviciosa. Al tener tantos hermanos por delante, poco o nada podía heredar el joven Juan, así que como muchos en la época decidió labrarse un futuro en la religión de hombres honrados, en la milicia, en los famosos Tercios. Con 18 años se alista en la Compañía de Pedro González de Mendoza, hermano del Maestre de Campo Gonzalo de Bracamonte. Su primera acción -integrada su Compañía en el Tercio de Cerdeña según unos autores, en el de Sicilia, según otros- será en 1564 la toma del peñón de Vélez de la Gomera, habitual refugio de piratas. Al año siguiente participa en el socorro de Malta, salvándola del asedio de los turcos; y en 1566 en la ayuda a los genoveses en Córcega contra el rebelde Sampiero Corso. Llega 1567 y parte con el Tercio Viejo de Sicilia, o el de Cerdeña, a Flandes. Allí participa en la batalla de Heiligerlee, con lo cual nos decantamos por la opción de que estaba en el Tercio Viejo de Cerdeña, pues este fue disuelto por el duque de Alba como consecuencia de la venganza que por la derrota en esta batalla, lo soldados de este Tercio ejercieron contra la población. Además como les culpó el gran duque, en muchos años fue la única victoria holandesa en campo abierto y eso tenían que pagarlo. Tras estos sucesos la Compañía de Juan se integra en el Tercio de Flandes y su capitán le designa como alférez de la misma. En 1574 participa en la victoriosa Batalla de Mook. Dos años después es enviado a socorrer el castillo de Gante. Muerto el gobernador Luis de Requesens, Guillermo de Orange aprovecha para instar a la revuelta. Las tropas imperiales, como siempre estaban faltas de pago, y los alemanes y valones aprovechan la revuelta para cambiar de bando y dejar entrar a los rebeldes holandeses en Amberes, donde Sancho Dávila queda sitiado en la ciudadela. Aquí Juan del Águila da grandes muestras de liderazgo pues en Alost, donde los soldados españoles se habían amotinado por la falta de pagas, convence a estos para que depongan su actitud y le ayuden a salvar a sus compatriotas de Amberes. Los soldados de los Tercios, como tantas otras veces, anteponen su deber al dinero y toman la ciudad, eso sí cometiendo grandes saqueos y llevándose todo lo de valor. Juan del Águila es nombrado capitán y obtiene su propia Compañía. Estamos en 1577 y con la paz del Edicto Perpetuo, marcha, ahora sí, con el Tercio Viejo de Sicilia a Lombardía, pero enseguida es reclamado de nuevo por Don Juan de Austria, siendo repatriado en 1580 por Alejandro Farnesio, ya que se les adeudaban 24 pagas. Vuelve a Flandes en 1582 y al año siguiente, muerto su maestre de campo, es elegido para el cargo con tan solo 38 años. En veinte años había pasado de soldado bisoño a mandar todo un Tercio Viejo. En 1584 participa en el asedio de Amberes, donde se destaca su Tercio, especialmente en la batalla del dique de Covenstein. Rendida Amberes el 17 de Julio, los soldados reciben las 37 pagas que se les debían desde su retorno a Flandes. Son destinados a la Isla de Bommel, donde vivirán el famoso Milagro de Empel y posteriormente, en 1586, participa en las conquistas Grave, Neuss, Alpen y el socorro de Zutpehn, expulsando de allí al ejército inglés que asediaba la ciudad. En 1587 es herido gravemente en el asedio de la Esclusa y es llamado a la corte. Una vez allí, es presentado al rey Felipe II como “un hombre que nació sin miedo”. El monarca le concede crear un Tercio en Santander para la invasión de Inglaterra, pero ante el fracaso de la Invencible, se paraliza el proyecto. Parte a Francia en 1590 para ayudar a los católicos en las luchas religiosas de este país. Desembarca en Nantes y la Bretaña durante 8 años será su dominio. En Port Louis construye la fortaleza conocida como “Fuerte del Águila”. Toma en 1591 el castillo de Blain. En 1592 derrota aun ejército anglo-francés en Craon y persigue a los ingleses hasta destrozarlos en Ambrières. Este mismo año toma Brest, donde construirá la fortaleza del “puente de los españoles”, que ante la conversión al catolicismo de Enrique IV, con su aumento de fuerzas, se ve asediada, no pudiendo llegar a tiempo Juan del Águila para su socorro. La fortaleza resistió heroicamente y solo tuvo 13 superviviente, el resto fueron masacrados. Por suerte, las victorias españolas en el norte de Francia, obligan a Enrique IV a dejar casi abandonada la Bretaña, lo que permite a Juan del Águila rehacerse y organizar la, ya comentada aquí, expedición de Carlos de Amézquita contra suelo inglés. Nantes era una excelente plataforma para atacar Inglaterra, pero Felipe II, viejo y enfermo, harto de guerras, forma la paz de Vervins con Enrique IV y le devuelve todas las plazas de Bretaña.
De vuelta a España, Juan del Águila y su Tercio se dedican a escoltar galeones españoles, hasta que en 1600 es encarcelada acusado de estafar a la hacienda española. Es absuelto y para compensarle se le entrega la organización de la expedición a Irlanda, como base para atacar Inglaterra. Será la última gran campaña de este héroe y por la que será mal juzgado. En 1601 zarpa desde Lisboa con 33 barcos y dos Tercios con 4432 hombres en total. Tras las típicas inclemencias meteorológicas, Juan del Águila queda aislado en la localidad irlandesa de Kinslale con 3000 hombres. Los irlandeses apenas le aportan 900 hombres sin experiencia. Los ingleses les asedian con más de 12000. Juan del Águila no cesa de pedir refuerzos a España, pero los pocos que le mandan casi nunca llegan a buen puerto, nunca mejor dicho. El más destacado fue el de Pedro de Zabiaur, que zarpó el 7 de Diciembre de La Coruña con 829 soldados, además de numerosas provisiones y municiones. De los diez barcos que traía, cuatro los perdió en una tempestad. El resto llegó el día 17 a 48 km de Kinslale, donde los ingleses envían siete barcos, consiguiendo hundir solo un galeón español y sin poder tomar puerto al ser atacados por las baterías españolas desde tierra. En la madrugada de ese día, 1500 hombres salen de Kinslale para cavar con 700 ingleses y destruirles 20 cañones. Esta acción anima a los irlandeses a jurar fidelidad al ya rey Felipe III y entregar varios castillos y hombres a los españoles. Ahora los ingleses ya solo tenían 8000 hombres, pero seguían siendo superiores en número. Llegamos al 24 de Diciembre, cuando se produce la desgraciada Batalla de Kinslale, en que los ingleses supieron aprovechar la dispersión de las tropas hispano-irlandesas. Las tropas que habían llegado de socorro, más un ejército irlandés formado en el norte de la isla por los nobles de la zona, intentan romper el cerco y llegar a Kinslale. Sabiendo que los irlandeses eran de lejos los más débiles, lanzaron sobre ellos su caballería, la cual les desbandó. El español Ocampo será el único que plante una resistencia seria y profesional a los ingleses, pero al precio de la muerte de 90 hombres y tener 52 prisioneros, aunque logro que los irlandeses “solo” perdieran 1200 hombres de los alrededor de 6000 que huían como alma que lleva el diablo. Los ingleses, en este desbarajuste fruto de la falta de coordinación y de la poca profesionalidad de los bisoños irlandeses, tan solo tuvieron 12 bajas. Juan del Águila pacta una capitulación honrosa, cede las plazas de la zona a los ingleses a cambio de salir con todas sus banderas y pertenencias de Kinslale. Además se les tenía que asegurar el viaje a España a los 1800 hombres que le quedaban, más todos los irlandeses que se le quisieran unir. El 13 de Marzo de 1602 llega Juan del Águila a La Coruña. En un gran gesto, con los 59000 escudos que llevaba encima crea un hospital de campaña para atender a los soldados heridos.
Pese a todas las dificultades de la empresa irlandesa y de conseguir salir de aquel desaguisado con la cabeza bien alta, se le abre un Consejo de guerra a Juan del Águila, acusándole de haber perdido la reputación. Antes de ser juzgado, deprimido por que se pusiera en duda su conducta militar y el arresto domiciliario que sufría, muere en Agosto este gran soldado. Aún después de muerto el Consejo de guerra le acuso de tibieza, sin tener en cuenta que había soportado un asedio de 3 meses en condiciones penosas ante fuerzas muy superiores.
Desde aquí reclamamos el honor que este soldado se merece y limpiamos su buen nombre, aquel que quisieron manchar burócratas que hacían la guerra a miles de kilómetros de donde sonaban los arcabuces y se plantaban las picas.
Bibliografía: www.tercios.org
Excelente web sobre los Tercios españoles. Muy recomendable su visita.
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